México: Más gasto social y sin rescate empresarial por brote
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El presidente Andrés Manuel López Obrador señaló el domingo que no habrá un enorme programa de estímulos económicos mientras México se enfrenta a la amenaza de una crisis provocada por el coronavirus que, con toda probabilidad, sería distinta a cualquiera que haya padecido en el último siglo.
En su lugar, el gobierno expandirá sus programas sociales, seguirá reforzando a la paraestatal Pemex que se encuentra sumida en una enorme deuda, profundizará la campaña de austeridad a nivel federal y hará todo lo posible por evitar adquirir más deuda.
“Hay una lección que hemos aprendido bien y que no olvidamos”, dijo López Obrador en el patio vacío del Palacio Nacional. “Un modelo económico que sólo beneficia a minorías no produce bienestar general, sino al contrario, engendra miseria pública y violencia”.
El plan de reactivación económica sigue apegándose a la prioridad de su gobierno de ayudar a las poblaciones más vulnerables del país a través de un mayor gasto público en el bienestar social, mantener a la gente empleada y recortar costos en el extenso gobierno, comentó.
A manera de ejemplo, dijo que los burócratas gubernamentales de más alto nivel — desde los subsecretarios hasta él mismo — tendrán una reducción salarial y renunciarán a sus bonos anuales.
El mandatario prometió crear dos millones de nuevos empleos en los próximos nueve meses, una meta aparentemente increíble en una economía paralizada, y no detalló cómo la alcanzaría.
Enfatizó que sus emblemáticos proyectos de infraestructura de un nuevo aeropuerto en la capital del país, una refinería y un tren turístico en la península de Yucatán, siguen en pie. En este último, cuya construcción no ha comenzado, se promete la creación de 30.000 empleos para cada uno de sus siete segmentos, según ha declarado en ocasiones anteriores.
Otros programas gubernamentales pagan a los agricultores por trabajar sus tierras o crean empleos de construcción a través de proyectos de renovación urbana a través de mejoras al drenaje y la pavimentación de caminos.
López Obrador citó al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, a quien dijo considerar el mejor mandatario de ese país: “El interés propio, egoísta; suponía una mala moral... ahora sabemos también, una mala economía”.
El sector privado en México no tardó en reaccionar.
Gustavo de Hoyos, presidente de la Coparmex, una asociación de empresarios, criticó el plan del mandatario a través de Twitter: “No se anunció ninguna medida relevante para afrontar la crisis económica del #COVID19. En plena emergencia, leyó una pieza de divulgación ideológica, embistiendo fantasmas del pasado y abandonando su deber como Jefe de Estado para unir a la Nación”.
Antes de su discurso del domingo, la Confederación de Cámaras Industriales, Concamin, advirtió en un comunicado que la pandemia podría provocar la peor recesión en el país en un siglo. Hizo un llamado de “apoyo a las empresas para evitar el cierre temporal de cientos de miles de ellas”.
Hasta el momento, López Obrador ha hablado principalmente de proteger a los más pobres y puso especial énfasis en quienes forman parte de la economía informal. La cámara de la industria hizo múltiples referencias a que el apoyo gubernamental sea ampliamente inclusivo.
López Obrador ha elogiado al multimillonario Carlos Slim por su compromiso a no despedir a ningún trabajador durante la crisis e instó a otros empresarios a seguir su ejemplo. El presidente ha dicho que únicamente los empleados en comercios esenciales deberían seguir yendo a trabajar y que aquellos que no deben salir de casa deberían seguir percibiendo su salario.
Pero intentó mantenerse abierto sin hacer promesa alguna. La semana pasada recibió a varios de los principales empresarios del país, y el sábado tuiteó una fotografía de una videollamada que sostuvo con Larry Fink, presidente y director general de la empresa de administración de inversiones BlackRock, durante la cual intercambió “opiniones sobre el coronavirus y el deterioro económico mundial”.
De cualquier forma, aún se desconoce cómo es que una economía ya de por sí debilitada, y súbitamente paralizada por la pandemia, podría ser capaz de reactivarse después de lo que podrían ser meses de restricciones por distanciamiento social. El gobierno ha hecho un llamado a los sectores empresariales “no esenciales” a mantener a sus empleados en casa con la esperanza de frenar la propagación del virus a un nivel que no abrume el deteriorado sistema de salud pública.
Incluso antes de la pandemia, la economía mexicana ya estaba en recesión. Y luego, la semana pasada, la Secretaría de Hacienda predijo que la economía del país se contraerá hasta 3,9% en 2020 debido a la pandemia, mientras que analistas privados tienen pronósticos incluso más pesimistas.
The Bank of America pronosticó el jueves que el producto interno bruto de México podría contraerse hasta 8% este año. Sería una caída mayor a la registrada durante la recesión global de 2009, que se complicó aún más en México debido a la pandemia del virus H1N1, cuando el PIB tuvo un descenso de 6,5%. También sería peor al desplome del peso en diciembre de 1994, tras el cual el PIB nacional perdió 6,2% en 1995.
México, aliado comercial cercano de Estados Unidos, espera beneficiarse de alguna forma del enorme paquete de estímulos por 2 billones de dólares que aprobó su vecino del norte.
López Obrador mantuvo el tono optimista el domingo.
“Esta crisis es pasajera, transitoria, pronto regresará la normalidad”, dijo de la pandemia. “Venceremos al coronavirus. Reactivaremos la economía y México seguirá de pie mostrando al mundo su gloria y su grandeza”.
México ha reportado 94 fallecimientos relacionados con el virus y más de 2.100 infecciones confirmadas.
Para la mayoría de las personas, el coronavirus provoca síntomas leves o moderados, como fiebre o tos, mismos que desaparecen de dos a tres semanas después. Pero puede provocar cuadros más severos, incluyendo neumonía y la muerte, en otros casos, especialmente en ancianos y personas con padecimientos previos.
El coronavirus ha enfermado a por lo menos 1,2 millones de personas en todo el mundo, causando la muerte a más de 69.000, paralizando economías y obligando a restricciones de desplazamiento para millones de personas en un intento por frenar la propagación del virus y evitar que los sistemas de salud resulten abrumados.