México desacelera ritmo por virus, pero con medidas dispares
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — El tráfico infernal de una megalópolis por la que se mueven a 20 millones de personas ha desaparecido. Hay menos gente por las calles. Los bancos, tiendas y restaurantes están casi vacíos y muchos comerciantes de Ciudad de México pasan más tiempo limpiando vitrinas, mesas y cristales que atendiendo clientes. Sin embargo, los mercados, negocios de comida y puestos callejeros siguen abiertos y el metro abarrotado en hora pico para transportar a miles de trabajadores que no pueden permitirse parar mientras el presidente mantiene sus llamados a la normalidad.
México, con 367 contagiados por el COVID-19 y cuatro muertos, inició el lunes un nuevo periodo que el gobierno federal ha llamado de “sana distancia” marcado por medidas preventivas y voluntarias mucho más laxas que las de sus países vecinos y que se juntan con decisiones dispares tomadas por los distintas autoridades estatales o locales, las empresas o los propios ciudadanos.
Muchos de estos sectores sociales parecen haberse adelantado a las decisiones de la administración, sobre todo después de la aceleración de la pandemia en lugares como Italia y España, mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador mantiene sus giras con actos públicos y parece minimizar el problema
“Vamos a seguir haciendo la vida normal y en su momento el presidente les va a decir cuando hay que guardarnos, pero ahora todavía con sana distancia podemos seguir conviviendo”, dijo el domingo a su paso por Oaxaca. “No dejen de salir, yo les voy a decir cuando no salgan”.
El lunes, cuando comenzaban los cierres en la capital, insistía en lo mismo. “No alarmar, actuar por etapas, no desgastarnos, no promover el amarillismo, la exageración” y pidió a las autoridades estatales que antes de tomar decisiones consulten a los expertos “que no sean ocurrencias para que no se cometan errores”.
De hecho, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, el vocero del gobierno federal para la emergencia, dijo el sábado que algunas acciones como las de Ciudad de México o el Estado de México --que adoptó medidas similares a las de la capital-- están coordinadas con el ejecutivo federal y ayudarán a todo el país. No obstante, criticó otras medidas unilaterales, como cerrar el tránsito a algunos municipios o toques de queda locales, que, según dijo, no ayudan. “Es contrario a las leyes, es inapropiado, es estorboso para la respuesta y no debe existir”.
En la capital, quedaron suspendidos los actos públicos y privados de más de 50 personas junto a museos, centros culturales, baños públicos, gimnasios, deportivos, cines, teatros, bares o zoológicos. La alcaldesa, Claudia Sheinbaum, reiteraba el llamamiento generalizado de “quédense en casa” aunque garantizaba que los mercados, los restaurantes y los centros comerciales seguirían abiertos para evitar compras de pánico.
Mientras tanto, la mayoría de las zonas turísticas de todo el país se vaciaban. Playas como las de Cancún, en el sureste, o las de Los Cabos, en el noroeste, lucían casi desiertas.
A la par, las escuelas cerraban definitivamente, aunque muchas ya llevaban días con las clases suspendidas, y numerosas fábricas, sobre todo en la industria automotriz, iniciaban o estaban a punto de comenzar paros temporales en la producción. Muchas empresas imponían el teletrabajo y algunos gobiernos locales imponían cortes del tránsito, cuarentenas o estado de emergencia.
En contraste, en el terreno federal, las medidas son más suaves. Frente al cierre de fronteras de muchos países de la región, México mantiene abiertas sus comunicaciones aéreas y terrestres, aunque con controles, y López Obrador celebró el lunes de nuevo que Estados Unidos accediera a mantener la frontera abierta para actividades esenciales, como las comerciales y laborales, aunque en ese país los contagios superan los 35.000 y hay más de 470 muertos. De hecho, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, pidió que se suspendieras las conexiones aéreas con Estados Unidos, algo que no parece estar en la agenda.
López Obrador tiene previsto explicar el martes todo el plan de emergencia en salud y la participación en él de las fuerzas armadas, pero todavía no ha anunciado medidas económicas, más allá de las monetarias tomadas por el Banco de México para controlar la devaluación del peso.
El sector privador, sin embargo, lleva ya muchos días urgiendo a ellas, sobre todo para ayudar a las pequeñas y medianas empresas.
“México es como una piñata, le están pegando por distintos lados”, resume Alfredo Coutiño, de la calificadora Moody’s en referencia a la caída del precio del petróleo, la devaluación del peso y la ralentización de la economía en general en un país que, además, dijo, no tiene un sistema de salud preparado para esta pandemia.
“Hay opiniones distintas. Las respetamos, pero tenemos que cuidar nuestra economía porque si no, nos va a llevar más tiempo la recuperación y se afecta a la gente”, insistió el lunes el presidente tras recordar que el país está preparado pero que no se puede afectar a “millones de mexicanos viven al día”.
Enrique Vázquez, de 74 años y que lleva 27 limpiando zapatos en una de las principales avenidas de la capital, es parte del 56% de trabajadores que según la patronal trabajan en el sector informal. El lunes se pasó casi toda su jornada con los brazos cruzados y casi sin clientes y se iba a casa con 50 pesos (poco más de dos dólares) en lugar de los 200 que suele recaudar un día normal. “Se va a poner duro”, dijo.
Sin embargo, no estaba preocupado por su salud pese a estar en el sector más vulnerable y afirmó que seguirá trabajando porque no tiene otro sustento. “No me da miedo, yo voy a seguir viviendo, porque gracias a dios estoy sanito”.