Escuelas de samba en Río piden que haya tolerancia religiosa

Escuelas de samba en Río piden que haya tolerancia religiosa
Un miembro de la escuela de samba Mangueira desfila durante las celebraciones del Carnaval en el sambódromo en Río de Janeiro, Brasil, el lunes 24 de febrero de 2020. (AP Foto/Leo Correa)

RÍO DE JANEIRO (AP) — La escuela de samba Grande Río hacía rodar su carroza alegórica del Carnaval hacia el sambódromo de Río de Janeiro cuando personas a bordo develaron una enorme pancarta que decía “RESPETA MI AXÉ” ante el público entusiasta.

Axé es la fuerza vital cósmica de la religión afrobrasileña candomblé, y Grande Río hacía un llamado a las decenas de miles de espectadores en las gradas del sambódromo y a las decenas de millones de personas que observaban desde casa a que acepten a las personas de fe afrobrasileña mientras la zona es presa de una ola de acosos relacionados con la propagación del evangelismo.

Cuando los colonizadores católicos portugueses llevaron esclavos africanos a Brasil, los hombres y mujeres esclavizados desarrollaron un sincretismo del catolicismo con sus religiones tradicionales, ahora practicado por una pequeña minoría de brasileños.

En Río, el estado donde habitan una cuarta parte de los practicantes de las religiones afrobrasileñas, ha proliferado el evangelismo, sobre todo de iglesias neopentecostales fundadas desde la década de 1970 que se enfocan en propagar la fe entre los no creyentes. Los expertos dicen que, aunque la mayoría del proselitismo de los neopentecostales es pacífico, la propagación de la fe ha estado acompañada de un aumento en la intolerancia hacia religiones tradicionales con influencia africana, que va desde abuso verbal y discriminación, hasta destrucción de templos y expulsión forzada de barrios.

Miembros de la escuela Grande Río, como Jaciel Henrique, dijeron que aprovechaban la tradicional competencia de escuelas de samba de Río para decirle al mundo que las religiones con influencia africana, como el candomblé, necesitan ser respetadas y protegidas.

“Queremos ser respetados, y el Carnaval se trata de eso”, dijo Henrique durante el ensayo de la escuela este mes en Duque de Caxias, una ciudad en el norte de Río. “El respeto donde todos se unen y se junten en favor de un poder: la felicidad”.

Duque de Caxias forma parte de la amplia región Baixada Fluminense, donde Río inauguró el 17 de febrero un centro para que las víctimas de intolerancia religiosa presentaran denuncias y recibieran apoyo legal, social y psicológico. En cuestión de cuatro días, un adolescente de la fe candomblé reportó que los directores de la escuela le prohibieron asistir a clase en su tradicional traje blanco.

Las religiones afrobrasileñas están directamente vinculadas a la creación de las escuelas de samba de Río, y las letras de las melodías de samba del Carnaval que mencionan a las deidades del candomblé, u orishas, han sido una constante desde la década de 1960, dijo Luiz Antônio Simas, un reconocido historiador del Carnaval. La canción de Grande Río es la primera en enfocarse en la intolerancia religiosa, agregó.

Durante su desfile del domingo, hubo momentos en que otra escuela de samba, Mangueira, también destacó la intolerancia religiosa. Un grupo de mujeres con un nombre orisha estampado en sus faldas giraba con una cruz a sus espaldas. Una letra en la samba de Mangueira decía que “profetas de la intolerancia” volvían a poner clavos en el cuerpo de Jesús, y a la escuela se le unió un grupo ecuménico con 20 líderes religiosos que sostenían una pancarta que decía “Independientemente de tu fe, el respeto debe prevalecer”.

El censo más reciente de Brasil halló unos 600.000 practicantes de religiones afrobrasileñas, apenas el 0,3% de la población. Con frecuencia esas religiones son criticadas en las iglesias neopentecostales, dijo Márcio de Jagun, el encargado del gobierno estatal para la promoción de la libertad religiosa. Algunos de los feligreses agreden a otros y, en casos inusuales, se ha encontrado a pastores evangélicos que han dirigido explícitamente a evangélicos radicalizados para que actúen con violencia.

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El periodista de The Associated Press Lucas Dumphreys contribuyó a este despacho.

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