Reseña: “Call of the Wild” no muerde, pero sí mueve la cola
Generalmente queremos que las películas de perros sean como nuestros perritos: reconfortantes, obedientes y un poco babosas. “The Call of the Wild” (“El llamado salvaje”), la más reciente adaptación de la novela de Jack London de 1903, es todas esas cosas, pero le agrega un nuevo giro: tiene animación por computadora.
Ver esto como un mejoramiento, o no, depende de cómo prefieras a tus animales, si digitales o reales. Las adaptaciones previas de “The Call of the Wild”, que se remontan hasta 1923, fueron generalmente hechas con perros verdaderos, incluyendo la versión de 1935 con Clark Gable y una película de 1972 con Charlton Heston.
Pero las películas, al igual que los perros que tiran de trineos, van en grupo. Esta “Call of the Wild”, que tiene como astro a Harrison Ford, llega tras una serie de películas que han intentado, y en muchos casos fracasado, llevar al reino animal al terreno de la animación por computadora (CGI por sus iniciales en inglés) como “The Lion King” (“El rey león”) y “Dolittle”. Y a pesar de esto siguen siendo superadas por los animales auténticos. Y si tuviéramos que elegir lo mejor, le daríamos la pata a la pitbull de Brad Pitt en “Once Upon a Time ... in Hollywood” (“Había una vez en... Hollywood”).
No es que Buck, la cruza de San Bernardo y Collie de “The Call of the Wild”, sea un mal chico. Es un can enorme y peludo que casi, pero no completamente, te engañará hasta creer que es real. Fue creado, parcialmente, capturando el movimiento de Terry Notary, quien tuvo una actuación destacada moviéndose como simio en la impactante secuencia de la cena de “The Square” (“The Square. La farsa del arte”) de Ruben Ostlund. La versión más convincente, aunque perturbadora de “The Call of the Wild” sería verla quizá con el Buck de Notary sin los efectos digitales.
La película dirigida por Chris Sanders (“How to Train Your Dragon”, “Lilo & Stitch”) y escrita por Michael Green, Toma la forma básica de la aventura de London y le inyecta adrenalina donde es posible. Tiene escenas agregadas como un rescate bajo el agua y una avalancha.
Retrata la odisea de Buck en el norte del Pacífico, quien deja atrás sus días soleados en California cuando es secuestrado y enviado al norte para ser vendido entre los mineros de la Fiebre del Oro en la región de Klondike, en el territorio del Yukón (en el noroeste de Canadá) en la década de 1890.
Buck llega primero con un alegre cartero llamado Perrault (Omar Sy), quien le enseña cómo ser un perro de trineo. Pero también tiene dueños malos, como un abusivo y arrogante buscador de fortuna (Dan Stevens). Buck se encuentra en varias ocasiones con un leñador con barba llamado John Thornton (Ford) que es el narrador y eventual amo de Buck. El perro es tan inteligente que incluso le aleja las botellas de alcohol a Thornton, como si fuera un animal soñado por Alcohólicos Anónimos y la Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad Hacia los Animales (ASPCA por sus siglas en inglés).
Es fácil apoyar a Buck en su odisea. Y Ford, quien se ve más contento de estar en pantalla que en mucho tiempo, le agrega bastante encanto a la película. La cinta con el cinefotógrafo regular de Steven Spielberg, Janusz Kaminski, tiene un matiz cálido. Pero también es irónico hacer una película sobre el llamado de la naturaleza con tanta ayuda de las computadoras. En medio de las animaciones fotorrealistas de alta tecnología, hay pocas cosas que habrían satisfecho el concepto de “salvaje” de London.
“The Call of the Wild” es la primera cinta lanzada bajo el rebautizado estudio Twentieth Century Pictures, conocido antes como Twentieth Century Fox, desde que fue adquirido por Walt Disney Co. Es un nombre y logotipo que podrían parecer un poco neutralizados a pesar de que da la impresión de que “The Call of the Wild” tuvo el ADN de Disney desde el comienzo. Pero Disney tiene su propia película de perros de trineos, “Togo” (con un perro real), que se estrenó recientemente en su servicio de streaming. El panorama del cine actual es, como siempre, un mundo de perro no come perro.
"The Call of the Wild”, un estreno de Twentieth Century Pictures, tiene una clasificación PG (que sugiere cierta orientación de los padres) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por algunas escenas de violencia y peligro, algunos elementos temáticos y cierto uso de lenguaje. Duración: 100 minutos. Dos estrellas de cuatro.
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