China: Partido Comunista enfrenta su mayor crisis desde SARS
BEIJING (AP) — El gobernante Partido Comunista de China tiene que tomar una decisión política clave: Admitir que el brote de un virus no está controlado y cancelar su acto oficial más importante del año, o llevar a 3.000 legisladores a Beijing el mes que viene y arriesgarse a avivar el malestar de la población por la gestión gubernamental de la enfermedad.
El partido ya enfrentaba críticas por su firme censura, que se mostró durante el brote, y otros controles sociales bajo el mando de Xi Jinping, quien asumió la presidencia en 2012 y acumula más poder político que cualquier otro líder chino desde Mao Zedong.
Ahora, la nueva enfermedad llamada COVID-19, se ha convertido en la mayor crisis de la formación desde el último brote de una misteriosa enfermedad en 2002 y 2003. El SARS, o síndrome respiratorio agudo grave, mató a casi 800 personas y provocó acusaciones de que Beijing había puesto en peligro a la población al ocultar la situación para no alterar una transición en el liderazgo del partido.
No hay indicios de que Xi enfrente ningún desafío firme a su posición, pero el malestar de la población podría dar a sus oponentes en el seno del partido munición para hacer frente a su gobierno autocrático.
“En el largo plazo, creo que lo dañará”, dijo Steve Tsang, director del Instituto de China de Estudios Orientales y Africanos de Londres.
Pero por el momento, hasta las figuras del partido que estarían muy felices de ver como se debilita la posición de Xi se sienten obligadas a prestarle su apoyo, agregó Tsang. “No se arriesgarán a permitir que una crisis como esta destruya la credibilidad del propio Partido Comunista”, apuntó.
Importante aunque sin poder real, la Asamblea Popular Nacional, que está previsto que comience el 5 de marzo, respalda los planes económicos y de bienestar social del partido gobernante. El primer ministro y los miembros de su gobierno ofrecen entonces sus únicas conferencias de prensa del año, mientras los delegados participan en reuniones de grupo y hablan con la prensa extranjera, una mezcla potencialmente explosiva.
Los líderes del partido están preocupados porque los delegados “puedan descargar su ira y frustración”, señaló Willy Lam, un politólogo de la Universidad China de Hong Kong.
Lam apuntó que probablemente habrá una “fuerte censura” para asegurar que los delegados enojados no pueden hablar con reporteros si la asamblea no se pospone por primera vez desde la ultrarradical Revolución Cultural de 1966-1976.
El partido podría demorar la celebración del evento a mayo o más tarde en el año con la esperanza de que le brote se haya calmado por entonces y pueda celebrare “sin presentar una imagen de que no le importa cómo le afecta a la población”, dijo Tsang.
Seguir adelante con la agenda prevista contradeciría los estrictos controles anticontagio de Beijing. Las autoridades han aislado ciudades con una población total de 60 millones de personas y han desaconsejado los viajes y las reuniones en todo el país, obstaculizando los negocios y causando crecientes pérdidas económicas.
China ha reportado más de 1.100 decesos y más de 44.600 casos confirmados, la mayoría de ellos en la ciudad de Wuhan, en el centro del país, y en su provincia, Hubei.
El partido empleó su control sobre los medios y la censura generalizada para sofocar las críticas en internet, en el popular servicio de mensajería online WeChat y en otros medios sociales. Pero enfrenta quejas, incluyendo dentro de sus propias filas, sobre el gobierno autocrático de Xi y su firme posición sobre el Mar de la China Meridional y otros asuntos de política exterior que han tensado las relaciones con los países vecinos.