El coronavirus y la censura china
El actual sistema dominante chino utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser acrítico, miedoso y conformista que pasará a engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las técnicas de manipulación de masas. Sin embargo, la falta de adopción de medidas profilácticas por las autoridades chinas en los casos de contaminación del aire, la falta de previsión en la crisis de la peste porcina que habría aumentado los precios de la carne de cerdo hasta límites estratosféricos y la reciente irrupción de la pandemia del coronavirus (con sus consiguientes efectos colaterales en forma de oscurantismo informativo, cuarentenas de ciudades, falta de material médico, paralización de la actividad productiva y episodios de desabastecimiento de alimentos), podría provocar el final del endémico aislamiento y pasividad del individuo sumiso y acrítico que conforma la actual China.
La teoría del Cisne Negro fue desarrollada por Nicholas Taleb en su libro "El Cisne Negro (2010) en el que intenta explicar "los sesgos psicológicos que hacen a las personas individual y colectivamente ciegas a la incertidumbre e inconscientes al rol masivo del suceso extraño en los asuntos históricos", lo que explicaría el proceder del Politburó chino ante la actual epidemia de coronavirus. El pensamiento del Gran Líder, Xi Jinping, sería rígido e incorregible lo que le impele a no tener en cuenta las razones contrarias (ausencia de la necesaria empatía para conectar con la angustia y desolación que embarga a la sociedad y china ante el apocalíptico coronavirus que los asola) y tan sólo recogería datos o signos que le confirmen el prejuicio para convertirlo en convicción, lo que se plasmaría en la imposición de una censura total en las informaciones sobre el coronavirus en Internet que estaría provocando la creciente desafección de la sociedad china respecto de los cuadros políticos del Politburó chino.
Así, estaría ya surgiendo un nuevo individuo reafirmado en una sólida conciencia crítica, sustentado en valores caídos en desuso pero presentes en el código atávico chino como el respeto al medio ambiente, la solidaridad y la indignación colectiva ante la corrupción e injusticia imperantes y dispuesto a quebrantar las normas y las leyes impuestas por el Partido Comunista, de lo que sería paradigma el joven bloguero Chen Qiushi que se encarga de radiografiar la angustia de Wuhan a través de sus vídeos colgados en Youtube y que logran burlar la censura del Gobierno chino a través de las VPN que permiten conectarse a un servidor de Internet en el extranjero.
Por último, el fallecimiento del doctor Li Wenliang, (represaliado por la censura del Partido Comunista Chino y considerado por la sociedad china como el primer mártir del coronavirus), terminará por diluir el opiáceo inhibidor de la conciencia crítica de la sociedad china (consumismo compulsivo), no siendo descartable la aparición de manifestaciones de protesta espontáneas integrados por ciudadano hastiados de la incompetencia de los cuadros dirigente del Partido Comunista y de la falta de las mínimas libertades democráticas, movimientos que irán in crescendo y harán oscilar en sus valores al otrora monolítico Partido Comunista chino.