Gianna Bryant iba a seguir el sendero de su padre
Su nombre era Gianna Maria Onore Bryant. El mundo, ahora y por siempre, la conoce como Gigi. Su papá, Kobe Bryant, la llamaba Mambacita. Él era Mamba, por supuesto, y ella iba a ser su versión femenina en el baloncesto. Iba a jugar en la Universidad de Connecticut y de ahí a la WNBA. Era el plan.
Con los años, el mundo la vio crecer de una bebé en brazos de su padre a una niñita tratando de sostener su trofeo de Jugador Más Valioso de la final de la NBA, a su acompañante en partidos de la WNBA, baloncesto universitario y la NBA en todo el país, escuchando a su padre explicar jugadas y observando cada detalle en la cancha, como siempre hizo.
“Gigi realmente se estaba convirtiendo en una jugadora especial”, dijo Russ Davis, entrenador de baloncesto femenino en la Universidad Vanguard, en California, y se hizo amigo cercano de Bryant en años recientes. “Es difícil predecir su futuro, pero la forma en que estaba mejorando y la forma en que entendía el deporte, el de ella iba a ser brillante”.
Gigi tenía 13 años. Era una de nueve personas, incluyendo su padre, en el helicóptero que se estrelló el domingo por la mañana en una colina en Calabasas, California, cuando el grupo se dirigía a un torneo de baloncesto en el que ella iba a jugar. El helicóptero estalló en llamas. Los nueve ocupantes _ incluyendo dos compañeras de Gianna _ murieron, dijeron las autoridades.
Kobe y Vanessa Bryant tenían cuatro hijas. Gigi era la baloncestista. Ella iba a representar el apellido Bryant en el baloncesto. Pocas cosas hicieron tan feliz a Kobe Bryant como eso.
“Yo trato de ver todo el video que puedo”, dijo Gigi en una entrevista con la televisora KLAS, de Las Vegas, en 2019, cuando ella asistió con su padre al primer partido de las Aces de Las Vegas en la WNBA. “Más información, más inspiración”.
Sonaba como su padre.
Todos esos estudios estaban dando resultados. Como lo hacían sesiones de ejercicios seis o siete veces a la semana que Bryant organizaba para Gigi y sus compañeras en el equipo que él dirigía. Bryant tenía a muchachas preadolescentes usando el triángulo ofensivo, con el que él tuvo tanto éxito en su carrera como jugador. Hombres adultos, profesionales, pasan trabajos para entender el triángulo. Bryant tenía a niñas descifrándolo.
“Él nunca gritaba ni nada así”, dijo Davis. “Ellas simplemente le escuchaban”.
Este mes, Bryant colocó en medios sociales un breve video de Gigi en un partido. La secuencia: driblar, pase a la esquina, control, espera por la devolución del balón, amague con los pies, disparo al aro.
El disparo imparable de su padre.
Por supuesto, ella anotó.
“Gigi mejorando día a día”, escribió su papá.
Bryant y Gigi fueron a un partido de UConn contra Houston en marzo del año pasado. Bryant llevaba una camiseta de UConn — el igual que Gigi — y dijo en una entrevista con SNY que estaba extasiado de que una de sus hijas quisiese seguir sus pasos.
“Es excelente”, dijo Bryant. “Ella empezó jugando fútbol, un deporte que me encanta. Pero se me acercó hace un año y medio y me dijo: ‘¿Puedes enseñarme baloncesto?’. Le dije ‘Seguro’. Comenzamos a entrenar un poco y de pronto se volvió su gran pasión. Es maravilloso”.
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El periodista de la AP Doug Feinberg en Nueva York contribuyó.