La familia real británica cada vez más pequeña
LONDRES (AP) — El príncipe Carlos, futuro rey, siempre fue visto como alguien que podía modernizar la monarquía británica, reduciendo su tamaño y poniéndola a tono con las otras casas reales europeas. Ese proceso podría haber comenzado ya con las asombrosas novedades de los últimos meses.
Los cambios, sin embargo, están teniendo un enorme costo para Carlos, cuyo hermano, el príncipe Andrés, cayó en desgracia, mientras que sus propios hijos, los príncipes Guillermo y Enrique, se han distanciado.
Andrés y Enrique --el primero envuelto en un escándalo por su amistad con un individuo condenado por delitos sexuales, el segundo empeñado en tener un papel secundario en la realeza-- dejarán de cumplir muchas funciones reales, dando forma a una monarquía más modesta y pequeña.
“Charles viene diciendo desde hace años que hay que empequeñecer la monarquía”, dijo la jefa de redacción de la revista Majesty Ingrid Seward. “Está firmemente convencido de que en una Casa de Windsor tan grande hay demasiadas oportunidades de que las cosa no salgan bien. Y es demasiado cara. Necesitan demasiadas casas, demasiados gastos públicos”.
Sospecha que a Carlos no le causan ninguna gracia los últimos acontecimientos, sobre todo los problemas entre Guillermo y Enrique.
“Se siente muy triste, como todo padre cuando sus hijos se distancian. Pero pienso que probablemente sienta que con el tiempo todo se va a arreglar”, agregó Seward.
El estado de cosas en la realeza se resumió en un inusual retrato formal difundido hace dos semanas en el Palacio de Buckingham para marcar el arranque de una nueva década. Aparecen la reina Isabel II con sus tres herederos directos: Carlos, de 71 años; Guillermo, de 37, y el príncipe George, de seis.
Es una imagen serena de la monarca de 93 años rodeada de las tres personas con más probabilidades de sucederla en el trono y disimula la turbulencia y las decepciones en torno a Andrés y Enrique.
Andrés cayó en desgracia en medio de un escándalo. Su conducta ya había generado cuestionamientos éticos en el pasado, pero había podido conservar su papel en la realeza hasta que salió a defender su amistad con Jeffrey Epstein, un acaudalado financista condenado por delitos sexuales, durante una entrevista en noviembre.
El segundo hijo de la reina trató de presentar su amistad con Epstein como algo honorable y no expresó una gota de solidaridad con las mujeres y niñas que habrían sido víctimas de Epstein.
Todavía podría ser interrogado por las autoridades de Estados Unidos y Gran Bretaña en relación con versiones de que mantuvo relaciones con una menor de edad que le presentó Epstein, aunque el príncipe lo niega. También lo podrían interrogar los abogados de mujeres que han demandado a los herederos de Epstein.
Cuando su situación se hizo insostenible, Andrés anunció su decisión de renunciar a sus deberes de la realeza. Ni la reina ni Carlos hicieron comentario alguno sobre el asunto y la prensa británica dijo que el propio Carlos le dijo a su madre que Andrés no podía continuar desempeñando funciones de la realeza.
Enrique no se ha visto envuelto en escándalo alguno, pero de todos modos su actitud causó consternación en la familia real. Al punto de que Isabel, que rara vez habla de asuntos privados, dio a conocer su desilusión.
Con su sonrisa entradora y su cabello rojizo, Enrique es uno de los miembros de la realeza más populares. Él y su hermano Guillermo eran considerados vitales para que la juventud se entusiasmase con la realeza. Buena parte del mundo siguió embelesada la boda de Enrique con Meghan Markle, una exitosa actriz estadounidense, en el Castillo de Windsor.
La historia de fábula de la pareja, no obstante, ya no lo es tanto. Enrique y Meghan se sentían prisioneros de sus funciones reales y acosados por la prensa británica, y decidieron reducir su papel en la monarquía y pasar buena parte de su tiempo en Canadá. Hicieron el anuncio sin consultar ni recibir el visto bueno de la reina.
Enrique parece debatirse entre los deseos de su esposa y su lealtad a la reina y a su país.
La reina, cuyo marido de 98 años, el príncipe Felipe, tiene problemas de salud, traspasó muchas de sus funciones a Carlos, que a menudo la representa en el exterior. Pero tomó el toro por las astas esta semana cuando convocó a Carlos, Guillermo y Enrique para hablar de la decisión de este último.
Los planes de Enrique colocan a Carlos en la engorrosa posición que enfrentan numerosos padres: Deberá decidir si Enrique y Meghan siguen recibiendo dinero del Ducado de Cornwall, un patrimonio que genera más de 20 millones de libras (26 millones de dólares) anuales, a pesar de que han abandonado sus funciones en la realeza.
Una de las consecuencias de la decisión de Enrique fue su distanciamiento con su hermano Guillermo. La estrecha relación que tenían los hijos de la popular princesa Diana era motivo de orgullo para los británicos. Muchos los recuerdan caminando juntos, en silencio, durante el cortejo fúnebre de su madre en 1997. Guillermo no ha hablado en público del tema, pero Enrique dijo que han tomado “distintos caminos”.
Al hacerse a un lado Andrés y Enrique, la monarquía tendrá una presencia más pequeña: Menos gente congregada en el balcón del Palacio de Buckingham durante los actos oficiales, para inaugurar hospitales y ayudar a recaudar dinero para obras benéficas. También habrá menos gente que gasta fondos públicos para cumplir funciones oficiales, tanto adentro como afuera del país.
Isabel es la reina que más tiempo ha ocupado el trono en la historia de Gran Bretaña. Tiene cuatro hijos, todos los cuales han formado familias. Hay nietos y biznietos. Algunos dieron la espalda a la realeza, otro no, y abundan los príncipes y las princesas.
El historiador de la realeza Hugo Vickers cree que Carlos se equivoca al tratar de reducir el tamaño de la monarquía porque una familia grande ayuda mucho.
“Creo que no es lo indicado porque otros miembros de la familia real ayudan con un montón de cosas de las que el monarca no puede ocuparse”, expresó. “Pronto se dará cuenta de que necesita ayuda”.