Brasil inaugura nueva base científica en la Antártida
Brasil inauguró el miércoles su nueva base científica en la Antártida, en la isla Rey Jorge, casi ocho años después de que un incendio destruyera la mayor parte de la instalación anterior.
En un discurso pronunciado en la Estación Antártica Comandante Ferraz, el vicepresidente Hamilton Mourão elogió la reconstrucción del sitio, que tiene ahora 17 laboratorios.
“Saludo... a los civiles y militares que apoyan, en esta última frontera del planeta, la contribución de Brasil a la paz mundial”, declaró Mourão, que alabó los casi 40 años de investigación científica.
Jefferson Simões, profesor brasileño de glaciología y geografía polar en la Universidad Federal de Río Grande do Sul, dijo que la presencia de Brasil en la Antártida es tanto científica como geopolítica.
Desde 1975, Brasil ha sido miembro pleno del Tratado de la Antártida de 1959, el cual rige las actividades en el continente. Los 54 países signatarios tienen derecho a voto y veto sobre decisiones que van desde la preservación ambiental hasta la colaboración internacional. Sin embargo, deben mantener una participación activa en el continente, señaló Simões, quien asistió a la ceremonia de inauguración como vicepresidente del Comité Científico para la Investigación en la Antártida, un organismo internacional.
El continente, que abarca 13,9 millones de kilómetros cuadrados (5,4 millones de millas cuadradas), es rico en agua potable y posiblemente en petróleo y gas. Sin embargo, el protocolo ambiental de 1959 del tratado prohíbe toda exploración en busca de recursos naturales hasta 2048.
La base tiene capacidad para mantener a 64 personas, y los científicos brasileños centrarán sus investigaciones en el cambio climático, la geología y la biotecnología. En este último campo, buscarán microorganismos marinos que pudieran redundar en innovaciones para la salud o la agricultura mediante la producción de nuevos medicamentos o pesticidas.
Brasil ha mantenido sus investigaciones en la Antártida a pesar del incendio de 2012 que destruyó la mayor parte de la base previa y en el que murieron dos personas. El ministerio de ciencia y tecnología de Brasil afirma haber invertido en los últimos años 18 millones de reales (4,3 millones de dólares) en investigaciones en la región.