Las parejas modernas y la vajilla de la abuela
Hace algunos meses limpié la casa donde mi abuela vivió 60 años.
Había algo en todos los recovecos: papeles, tazas, fotos viejas, chucherías, muebles. También había dos juegos completos de vajillas de porcelana de Johan Haviland.
¿Qué se hace con todos esos platos finos?
Había muchas razones para no quedarse con la vajilla de la abuela. Mi familia es informal, nada convencional. Vivimos en una casa pequeña en las afueras de Boston y nos hemos mudado cuatro veces en la última década. Y lo que es más importante todavía, soy más bien minimalista. No me gusta tener cosas innecesarias.
Resultó que muchos treintañeros como yo enfrentan el mismo dilema.
“La vajilla de varias generaciones en una casa (o, más específicamente, en el sótano)... Parece ser algo bastante común”, expresó Adam Minter, quien escribió el libro “Secondhand: Travels in the New Global Garage Sale” (Bloomsbury Publishing, 2019).
El libro analiza lo que pasa con las cosas que son donadas. Minter escribió el libro después de donar la vajilla de su madre. Eran los últimos objetos de su madre que tenían él y su hermana.
“La conservábamos porque sabíamos que mi madre le tenía mucho cariño”, dijo Minter. “Pero ninguno de los dos la quería, realmente”.
EL ENCANTO DE LA VAJILLA
Las cinco cajas enormes que llené con la vajilla azul de la abuela, que ella compró en la década de 1980 en la tienda donde trabajaba, estuvo en el sótano por meses desde que la recibí.
Comprar un juego de vajilla no es el acontecimiento que era en el pasado. Para algunos todavía es algo importante, pero la mayor parte de la gente joven tal vez ni la incluya en su lista de posibles regalos para su boda.
“La gente no siente la necesidad de usar espacio para conservar cosas ceremoniales”, dijo Cecilia Jones, organizadora personal y jefa de productividad de Silver Spring, Maryland.
Neda Ghaffari, doctora de San Francisco, de 37 años, que se casó hace poco, incluyó entre sus sugerencias de regalos un juego de platos y cubiertos para uso diario, que puedan servir también cuando tiene invitados. La vajilla de porcelana le parece algo anticuado, señaló Ghaffari. Y difícil de mantener. Lo peor, hay que lavarla a mano.
“No sugerimos vajilla de porcelana porque vivimos en un departamento relativamente pequeño y generalmente no invitamos a demasiada gente a la vez”, explicó. “Y en la cocina no tenemos mucho espacio en los estantes”.
La gente joven tiende a mudarse más que antes y a vivir en casas o departamentos pequeños, lo que implica que no puede acumular muchas pertenencias.
Deidre Bryant, maestra de 32 años de Aurora, Colorado, incluyó en su lista de regalos platos blanquecinos cuando se casó en el 2017. “Ni me pasó por la cabeza” pedir vajilla de porcelana, afirmó.
A Maya Brook, de 39 años, que tiene hijos y trabaja en Denver, la vajilla de porcelana le pareció algo poco práctico.
“Tengo tres niños y la sola idea de tener una vajilla delicada en casa me pone nerviosa. Son cosas que una no necesita y que ocupan espacio”, comentó.
Brook dijo que si heredase una vajilla de porcelana de algún ser querido probablemente conservaría una o dos piezas solamente por el valor sentimental.
Mucha gente dona juegos enteros o los vende por la internet. Es común que se ofrezcan vajillas de porcelana en las ventas callejeras, los negocios de segunda mano y los mercados de pulgas.
¿QUÉ HACER SI HEREDA LA VAJILLA DE LA ABUELA?
Los dos organizadores con los que hablé dijeron que lo que haga con la vajilla de la abuela dependerá de mis prioridades y de mi escala de valores. Por ejemplo, ¿es importante para mí conservar al juego entero? No, no lo es. ¿Me gustaría conservar al juego para alguno de mis hijos? No, no me interesa.
“Si lo vas a tener en el sótano juntando polvo, no estás honrando la memoria de tu abuela”, dijo Jones. “El tema entonces es cómo mantenerlo vivo”.
“Si conservo algo, tiene que ser en las mejores condiciones”, agregó MJ Rosenthal, otra organizadora personal de Newton, Massachusetts. Acotó que hay contenedores especiales para preservar la vajilla fina.
Pero no me interesaba gastar dinero con ese fin. Para mí lo importante era no llenarme de cosas que no necesito ni voy a usar. Aunque la idea de no saber qué pasaría con la vajilla me preocupó un poco.
Tanto Jones como Rosenthal recomiendan conservar unas pocas piezas y donar el resto.
“Cuando te desprendes de ella, no tienes más control, la liberas al universo”, dijo Jones. “Cumplió con su propósito, tuvo su momento y su significado”.
Siguiendo esos consejos sabios, separé 12 platos, una fuente y unos pocos bowls. Los usamos para la cena del día de Acción de Gracias. El resto del juego está empaquetado y será donado. Ojalá se lo lleve una familia que lo quiera tanto como nosotros.