Panameños honran a sus caídos a 30 años de invasión
PANAMÁ (AP) — Familiares de los caídos durante la invasión de Estados Unidos a Panamá llevaron flores a las tumbas de sus seres queridos el viernes al cumplirse 30 años de esa acción militar que dejó una deuda pendiente: la identificación de muertos o desaparecidos.
Por primera vez la fecha fue declarada oficialmente día de duelo nacional, aunque sin decretarse el cierre de las oficinas públicas y empresas privadas, con el fin -al parecer- de no afectar la actividad comercial en vísperas de Navidad.
Unos 27.000 soldados participaron de la invasión norteamericana el 20 de diciembre de 1989 que expulsó al dictador Manuel Antonio Noriega y mató, según cifras oficiales, a 514 panameños entre militares y civiles, aunque organismos de derechos humanos sostienen que las bajas fueron mayores. Por el lado estadounidense fallecieron 23 soldados. La invasión puso fin a 21 años de régimen militar en el país centroamericano.
“Aquí lo que tenemos que ir haciendo es buscar la verdad, que las familias de muchos desaparecidos sepan dónde están los restos de sus seres queridos”, manifestó el presidente Laurentino Cortizo, al llegar temprano al Jardín de Paz, un cementerio capitalino adonde están enterrados alrededor de 130 fallecidos durante esa acción armada.
Allí se realizó el primer y más importante acto oficial en la jornada, que incluía por la tarde una marcha por el centro de la capital hasta el barrio popular del Chorrillo, que fue bombardeado al inicio de la operación.
El mandatario prometió el total respaldo económico de su gobierno para que una Comisión de la Verdad, establecida en 2016, realice con ayuda de la Cruz Roja Internacional una nueva exhumación en ese cementerio en enero. El objetivo es tratar de identificar algunos restos humanos, para lo cual se utilizarán pruebas de ADN de personas que buscan a parientes muertos o desaparecidos durante la invasión.
“Tenemos que ir sanando esa herida y sólo se logra con la verdad”, destacó Cortizo, a quien los familiares agradecieron la declaración de duelo, pero también le exigieron que se apruebe en la Legislatura el 20 de diciembre como día de duelo nacional en reconocimiento a los caídos, con cierre total de actividades y ley seca.
Treinta años después, para algunos familiares de los muertos sigue siendo difícil superar la pérdida.
“Mucho dolor al recordar todo esto, lo estamos viviendo como si fuera ayer. Esas heridas, el corazón roto, no se curan”, dijo a The Associated Press Alicia Chirú, de 81 años, al visitar la tumba de su hijo, el entonces capitán de la fuerza aérea Armando Chirú. “Era mi hijo, piloto, trabajador; duele mucho”.