Bolivia: nuevos líderes indígenas en el partido de Morales
LA PAZ (AP) — La renuncia de Evo Morales dejó a Bolivia convulsionada y a su propio partido fracturado, pero en medio de la crisis, nuevos líderes indígenas están ganando protagonismo con la idea de enfrentar las nuevas elecciones sin su líder, ahora exiliado en México.
Los nuevos presidentes de la Cámara de Diputados y del Senado, ambos de origen indígena, se han decantado a favor de renovar el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales que controla la mayoría en la Asamblea Legislativa.
“Somos un partido organizado y tenemos que ir renovados a las elecciones”, dijo Mónica Eva Copa, presidenta del Senado. “La elección de las nuevas directivas es una muestra de que estamos abiertos a la renovación”, dijo por su parte Sergio Choque, presidente de los diputados.
La idea de ir a los comicios sin Morales parece ir ganando en el MAS, pero el proyecto de convocatoria a elecciones de ese partido propone comicios con los mismos candidatos que participaron en las fraudulentas elecciones del 20 de octubre que desencadenaron la crisis.
Esa idea fue apoyada por el Secretario de Estado de Estados Unidos, Michael Pompeo, quien en una declaración emitida el jueves respaldó al gobierno transitorio y su llamado a “elecciones justas y libres” y sugirió, sin nombrarlo, que Morales “debe hacerse a un lado”.
El subsecretario adjunto de Estado para el hemisferio occidental, Kevin O’Reilly, fue más directo y dijo que “los que han participado en fraude electoral tiene que dar un paso atrás y dejar que el pueblo reconstruya sus instituciones”, en un contacto telefónico con reporteros en Washington.
Los mediadores de la ONU, la Unión Europea, la OEA y la Conferencia Episcopal buscar acercar a las partes para consensuar los más pronto posible con el gobierno de la declarada presidenta interina Jeanine Añez, un solo proyecto de ley para llamar a nuevas elecciones y pacificar el país.
“El llamado a elecciones justas, transparentes y confiables” pueden ayudar a la paz en el país, dijo el enviado de la Organización de Estados Americanos (OEA), Rodolfo Piza, quien anunció la llegada de una misión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para verificar denuncias de uso excesivo de la fuerza militar.
Poco más de un 50% de los legisladores bolivianos son indígenas pero es la primera vez que los presidentes de las dos cámaras tienen ese origen.
“Muchos fuimos aislados por una cúpula, no era posible llegar a Evo. No podíamos hablar con la prensa, unos pocos daban la línea”, dijo a The Associated Press el diputado Juan Cala, de la región de Santa Cruz, un bastión opositor a Morales.
En su último gabinete Morales ya no tenía ministros indígenas. “Ahora esa cúpula se exilió, nosotros quedamos y nos toca renovar la política”, agregó Cala.
El analista político Carlos Cordero indicó que los indígenas “no eran del entorno de Morales. Frecuentemente los usaban para levantar la mano y aprobar lo que enviaba el Ejecutivo... Ahora el partido ha quedo en manos de ellos y el desafío es renovarlo”.
El MAS todavía controla la mayoría de las alcaldías, sobre todo rurales, gobernaciones y los sindicatos más influyentes que parecen moverse por su propia cuenta a falta de un liderazgo.
Áñez ha dicho que Morales será enjuiciado por fraude electoral si regresa a Bolivia. Su gobierno lo acusa de alentar y financiar desde su exilio en México, las manifestaciones y cortes de carreteras que mantienen aisladas a varias ciudades.
En un mes de conflicto han muerto 30 personas, entre ellas dos policías. Una auditoría de la Organización de Estados Americanos corroboró las irregularidades en las elecciones del 20 de octubre -de las que Morales se proclamó ganador pese a las denuncias de supuesto fraude de la oposición- y recomendó nuevos comicios. Cercado por las protestas y tras perder el apoyo de la policía y los militares, Morales renunció alegando un golpe de Estado.
Entre las protestas callejeras de los partidarios de Morales ya no se escuchan voces a favor del regreso del exmandatario: ahora piden la renuncia de Áñez por las muertes de manifestantes y el uso de los militares para reprimir la protesta.
La situación más crítica se vive en La Paz, donde falta combustible, los mercados están desabastecidos y se multiplican las colas para comprar alimentos debido a los bloqueos de carreteras.
La planta de combustible que surte a La Paz y El Alto sigue rodeada por manifestantes que exigen la renuncia de Áñez tras la muerte de al menos ocho personas el martes cuando policías y militares rompieron el cerco para sacar camiones cisterna y abastecer a ambas ciudades.
Una numerosa marcha de vecinos de ese barrio pobre de El Alto caminó con tres féretros por cuatro horas hasta el centro de La Paz, pero la policía y los militares impidieron que ingresen hasta la plaza de armas donde está la casa de gobierno. Los agentes usaron gas lacrimógeno para controlar a la multitud.
“¡Áñez asesina, fuera de Bolivia!”, gritaban y pedían justicia por los muertos.
“No somos pagados, vienen los militares y nos matan como a perros”, decía uno de los manifestantes parado junto a uno de los féretros en el piso.
Manifestantes y transeúntes cruzaron insultos. Muchos pedían paz. La tensión se prolongó por algunas horas.
Los ocho fallecidos murieron por disparos de bala, según un informe del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF), pero el ministro de Defensa, Fernando López, dijo que de los militares “no salió ni un solo proyectil”. El gobierno alega que los proyectiles no corresponden a armas de uso militar.
---------
La periodista de The Associated Press Luis Alonso colaboró con la nota desde Washington