Adolescente se niega a entregarse a la policía en Hong Kong

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Adolescente se niega a entregarse a la policía en Hong Kong
Imagen tomada de un video de un manifestante atrincherado en la Universidad Politécnica de Hong Kong el 20 de noviembre del 2019. El joven, que se hace llamar Hei, habló con la Associated Press y dijo que era importante fajarse con la policía porque las protestas pacíficas no llevan a ninguna parte. (AP Photo)

HONG KONG (AP) — Pálido y delgado, el adolescente deambulaba por el campus de la Universidad Politécnica de Hong Kong a la una de la mañana del miércoles. No había un alma a la vista. Se envolvió con sus brazos, no se sabe si porque tenía frío o miedo.

Queda solo un puñado de manifestantes en el campus, que estuvo ocupado por varios días por cientos de personas que libraron intensas batallas con la policía en los alrededores. Las autoridades acordonaron la instalación, aislándola, y detienen a todo el que sale de ella. Al menos 700 personas desde el domingo.

El adolescente, que no quiso dar su edad exacta pero dijo que era menor de 18 años, es uno de los pocos que quedan adentro. Calcula que durmió unas diez horas desde que llegó al campus hace cinco días. Comió solo dos galletitas en todo el día porque tenía la cabeza en otro lado, obsesionado con el mismo pensamiento: ¿Cómo hago para salir de aquí sin ser detenido?

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La toma del campus fue parte de una escalada en las manifestaciones antigubernamentales que han dividido a la ciudad desde hace más de cinco meses. Las demandas de los manifestantes incluyen elecciones democráticas y una investigación de presunta brutalidad policial durante la represión de las protestas.

El adolescente llegó al Politécnico a fines de la semana pasada, en respuesta a pedidos de apoyo a manifestantes que ocuparon cinco universidades en Hong Kong. Fue el jueves o viernes, no está seguro. Perdió la noción del tiempo y preguntó varias veces qué día era durante la entrevista.

Igual que otros manifestantes, habló a condición de no ser identificado, por temor a ser detenido, y se dejó fotografiar sin mostrar su cara.

Sostiene que la policía es hoy un problema tan grande como el gobierno.

Policías antimotines comenzaron a disparar gases lacrimógenos contra los ocupantes en las afueras de la universidad el sábado por la noche, para luego usar reiteradamente cañones de agua y nuevamente gases lacrimógenos el domingo por la tarde.

El muchacho se jugó y se unió a un grupo de vanguardia que enfrentó a la policía usando paraguas como escudos. Varias veces fue alcanzado por cañonazos de agua y gas pimienta.

Tres veces enfrentó esas andanadas y regresó al campus para lavarse, cambiarse de ropa y volver al campo de batalla.

“Estaba en primera línea”, afirmó. “Me dio de lleno, estaba empapado. De no haber tenido un abrigo, hubiera sentido como que todo el cuerpo me quemaba. Solo la parte baja ardió mucho. También tenía agua en la cara y los ojos”.

Esa es una de las funciones de los manifestantes de primera línea, que enfrentan a la policía directamente. Usan máscaras de gas y tiran bombas de gasolina caseras. Tratan de alejar las bombas de gases lacrimógenos.

Admite que otros pueden considerar que sus acciones son agresivas --la policía dice que violan las leyes--, pero dice que es importante hacerlo porque el gobierno no tuvo contemplaciones cuando cientos de miles de personas desfilaron pacíficamente por las calles los últimos meses.

“Si las protestas fuesen exclusivamente pacíficas, no funcionarían”, expresó. “Ya en junio vimos que el gobierno no prestaba atención a las protestas pacíficas”.

El domingo por la tarde la policía empezó a acercarse desde distintos puntos, acordonando la zona. Advirtieron que todos los que estuviesen adentro serían detenidos.

Algunos trataron de escaparse el lunes y martes. La mayoría fueron pillados o regresaron al campus. El gobierno ofreció dejar salir a los menores de 18 años sin detenerlos de inmediato, aunque tomando sus datos y sin descartar que más adelante puedan ser acusados de algo.

Muchos padres se comunicaron con sus hijos.

El adolescente recibió mensajes vía WhatsApp de sus padres, de su madrastra y de otros pidiéndole que se entregase. La policía permitió que líderes religiosos ingresasen al campus e hiciesen el mismo pedido.

Algunos se entregaron. El adolescente no. Dijo que prefiere pelear con todas sus fuerzas. Que no piensa abandonar la lucha.

“Si te arrestan o si mueres, sabrás que hiciste lo que pudiste y no te arrepentirás de nada”, manifestó.

Por eso sigue esperando. Las horas se convierten en días y hay cada vez menos gente a su alrededor.

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