Entre tuits y aplausos, exembajadora de EEUU dijo su verdad
WASHINGTON (AP) — La caja de pañuelos desechables estaba a la mano mientras Maria Yovanovitch le narraba al mundo su "estupor, horror, desolación" cuando el presidente la calumnió después de destituirla como embajadora en Ucrania, pero su voz suave y discreta jamás se alteró, ni siquiera cuando su antiguo jefe volvió a insultarla, en tiempo real, durante su declaración a solas en la audiencia en la cámara.
"Es muy intimidante", dijo acerca del tuit del presidente Donald Trump, exhibido en las pantallas de la sala.
Cualquiera que fuera la intención del presidente, el momento parecía ratificar el relato de Yovanovitch de que fue "golpeada por sorpresa" por una campaña de calumnias y destituida por Trump y sus aliados, quienes presionaban a Ucrania para que investigara a Joe Biden y su hijo.
Asimismo, era difícil pasar por alto el hecho de que Trump _conocido por su hábito de denigrar a las mujeres que osan desafiarlo_ se había abstenido de atacar a un par de diplomáticos cuando relataron una historia similar el miércoles, pero cuando Yovanovitch _a quien todos llaman Masha_ se sentó en el mismo estrado de los testigos y narró su experiencia, Trump disparó un violento tuit contra sus 30 años de trayectoria en diversos puestos diplomáticos.
"Todos los lugares donde estuvo Marie Yovanovitch resultaron mal", escribió Trump y mencionó Somalia, el primero de sus 13 destinos.
Yovanovitch, de 60 años, se encogió de hombros y sonrió. "No creo tener semejantes poderes en Mogadiscio y otros lugares".
Para el final de la jornada, la diplomática _hija de inmigrantes que huyeron de la Unión Soviética y la Alemania nazi_ ya tenía su hashtag en Twitter y su respuesta definitiva.
No era la primera vez que la amenazaban Trump y sus allegados, de acuerdo con su declaración, pero los demócratas que investigan al 45to presidente con vistas a iniciarle juicio político lo consideraron una muestra de intimidación de un testigo, posible base de una nueva acusación. Los propios republicanos, desconcertados por el tuit, se negaron a defenderlo y a lo sumo evitaron mencionarlo.
"El presidente se defiende", dijo el representante Lee Zelfin, el número tres de la jerarquía republicana en la cámara. "Se equivocó".
Yovanovitch "evidentemente ha sido una servidora pública de Estados Unidos durante décadas y me parece que el presidente no debió hacerlo", dijo la representante Liz Cheney.
Por su parte, Yovanovitch, relató detalles escalofriantes de los hechos que precedieron su despido. En una llamada a la 1 de la madrugada un funcionario del Departamento de Estado le dijo que regresara a Estados Unidos "en el próximo avión" debido a inquietudes en "la otra cuadra", que ella interpretó como una alusión a la Casa Blanca.
El subsecretario de Estado John Sullivan, declaró, le dijo que el presidente había perdido la confianza en ella. El secretario de Estado Mike Pompeo, dijo Sullivan, "ya no podía protegerla" de los ataques encabezados por el abogado personal de Trump, Rudy Giuliani.
Sin embargo, meses después del despido, Yovanovitch dijo que volvió a sentirse alarmada al leer la transcripción de la llamada de Trump del 25 de julio. En ella le pidió al presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy el "favor" de que hiciera las investigaciones. Trump también dejó en claro que seguía teniendo muy presente a Yovanovitch, a pesar de que ya no estaba en el cargo.
"A esa mujer", dijo Trump de acuerdo con una transcripción en borrador difundida por la Casa Blanca, "le van a suceder algunas cosas".
"Fue un momento terrible", recordó Yovanovitch el viernes. Alguien que la vio leer la transcripción le dijo que "se me fue el color de la cara. Creo que incluso tuve una reacción física".
Sonó "como una amenaza", dijo.
Aunque conservó la calma en todo momento, Yovanovitch dijo que aún se ponía nerviosa al recordarlo. Es difícil de creer, dijo que "el presidente hablaría así sobre cualquier embajador a un jefe de estado extranjero y se trataba de mí".
Al cabo de seis horas de declaración, el presidente de la comisión, el demócrata Adam Schiff, dijo, "la consideraban a usted un obstáculo al que había que retirar". Descargó su mazo de madera y puso fin a la sesión.
La caja de pañuelos siguió ahí, intacta.