La emboscada en la Amazonía que mató a un guardia forestal
RÍO DE JANEIRO (AP) — La batida de caza de los indígenas no iba bien, de modo que se adentraron más en la selva amazónica en el nordeste de Brasil. Se les acabó el agua, y se dirigieron a un lugar donde podían beber y bañarse.
Los hombres, que cuando no estaban de caza trabajaban como guardias forestales en la región indígena de Arariboia, en la Amazonía, oyeron un ruido del bosque que venía desde la dirección del agua, dijo Laércio Guajajara.
“Oye Paulo, viene la caza, los pecaríes se acercan”, susurró a su primo y amigo de la infancia, según recordó para una entrevista para el documental "Iwazayzar - Guardioes da Natureza". Los autores de la cinta compartieron el video con The Associated Press.
Se agacharon y esperaron. Lo que salió de entre los árboles, según Guajajara, no fue un grupo de animales, sino cinco hombres disparando sus armas en una emboscada de leñadores ilegales en la que murió uno de los guardias y otro resultó herido. También uno de los leñadores murió, según las autoridades del estado.
La mortal emboscada del viernes por la noche en el estado brasileño de Maranhao es una nueva demostración de la creciente vulnerabilidad de los indígenas ante incursiones de madereros y ganaderos, especialmente en zonas remotas de la Amazonía con poca supervisión del estado.
En declaraciones el sábado tras salir del hospital en la ciudad de Imperatriz, Laércio dijo que le alcanzaron en el brazo y la espalda. Se giró a su viejo compañero, solo para encontrar a Paulo en el suelo con un disparo en el cuello. Paulo Paulino Guajajara, de 26 años, estaba muerto.
Laércio salió huyendo. Calcula que corrió 10 kilómetros (6 millas) antes de encontrar ayuda, explicó en el video. Los hombres habían oído el día anterior que había leñadores en la zona, pero nunca esperaron ser emboscados.
Los guardias forestales habían recibido amenazadas y llevaban chalecos de protección en sus patrullas. Aun así, el padre de Paulo, Zé María Paulino Guajajara, dijo el domingo durante su elegía que nunca había imaginado que su hijo pudiera terminar así. Habló entre lágrimas ante el montículo de tierra que cubría el cuerpo de Paulo. En el montículo se habían clavado pequeñas velas blancas.
“Mi hijo peleó y murió. Murió por todos nosotros aquí, defendiendo esta zona”, dijo.
Un video del funeral mostraba la viuda cantando y llorando, y en un momento dado cayendo de rodillas en el suelo de tierra de su choza, iluminada con velas.
Las preocupaciones sobre la selva han crecido desde que Jair Bolsonaro asumió la presidencia de Brasil este año entre promesas de reducir la protección de reservas naturales y tierras indígenas. Los incendios utilizados para desmontar terreno en la Amazonía crecieron de forma drástica en julio y agosto, provocando alarma internacional por un región considerada crucial para combatir el cambio climático.
Bolsonaro ha dicho que hace falta algo de desarrollo económico en la Amazonía.
Su gobierno desplegó a la policía federal para investigar el asesinato. El ministro brasileño de justicia y seguridad pública, Sergio Moro, dijo en Twitter que “llevará ante la justicia a los responsables de este crimen”.
Por el momento no se han hecho detenciones en este caso.
Laércio, por su parte, no esperaba que se hiciera justicia. Señaló que seguiría luchando “mientras tenga vida, mientras tenga fuerza para utilizar un arco y una flecha o levantar un palo”.
“No vamos a desistir de esta guerra. Es la protección para nuestras generaciones futuras”, dijo Laércio. “Si no luchamos, aunque perdamos muchos guerreros, ¿qué será de nuestros hijos en 20 años? ¿30 años? ¿Qué será del bosque?”.