Elección en Argentina agudizará fragmentación en Sudamérica

Elección en Argentina agudizará fragmentación en Sudamérica
El candidato presidencial peronista Alberto Fernández saluda a sus simpatizantes después de que el presidente Mauricio Macri reconoció su derrota en las elecciones, el domingo 27 de octubre de 2019, en Buenos Aires. (AP Foto/Natacha Pisarenko)

RÍO DE JANEIRO (AP) — El triunfo del candidato centroizquierdista en las elecciones presidenciales de Argentina previsiblemente acrecentará la división entre los dos países más grandes de Sudamérica, y deja entrever que la turbulencia regional podría extenderse durante varios años.

Alberto Fernández y su homólogo brasileño, el derechista Jair Bolsonaro, han sido antagonistas desde agosto, y sus declaraciones desde las elecciones del domingo indican que ninguno planea ceder.

En su discurso triunfal, Fernández declaró que el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva _enconado rival de Bolsonaro_ está encarcelado injustamente y exigió su liberación.

En tanto, Bolsonaro dijo a los reporteros durante una visita a Abu Dabi que Argentina “eligió mal” y que no tenía intención de expresar una felicitación.

Brasil y Argentina son los miembros más grandes del Mercosur, que este año concretó un tratado de libre comercio con la Unión Europea después de dos décadas de negociaciones. El pacto lucía como una bonanza para los productos agrícolas sudamericanos, mientras que los granjeros franceses expresaron temor de que abriría la puerta a importaciones baratas, en especial de carne de res y pollo.

Los funcionarios brasileños calificaron el pacto como un hito en la apertura de su economía, y aseguraron que tendrá un impacto económico total de 87.500 millones de dólares en el país hasta 2035. Por su parte, Fernández expresó su escepticismo sobre el acuerdo.

Como resultado parcial del Mercosur, los países sudamericanos dependen enormemente uno del otro en materia comercial, y las fricciones políticas podrían complicar el crecimiento en inversión y comercio.

Fernández comenzará su periodo de gobierno de cuatro años en diciembre, y el primer mandato de Bolsonaro concluye en diciembre de 2022, lo que significa que compartirán el poder durante al menos tres años.

Oliver Stuenkel, profesor de relaciones internacionales en la Fundación Getulio Vargas, una universidad de Sao Paulo, dijo que la abierta hostilidad entre ambos refleja una inclinación hacia los extremos radicales de sus respectivas alianzas para garantizar el respaldo a nivel local. La estrategia complicará que los pragmáticos de ambos lados de la frontera desenreden el embrollo, a pesar de su interdependencia económica.

“Cuando no se tiene una relación personal con la que se pueda trabajar, cualquier cosa puede convertirse en un incendio. Cuando no hay confianza desde la cima, es difícil apagar los incendios. Habrá desacuerdos”, dijo Stuenkel en una entrevista telefónica. “Existen dudas sobre si Fernández y Bolsonaro siquiera se dirigirán la palabra”.

“Bolsonaro no llamó para felicitar; esas son políticas mezquinas y no se están atendiendo ni discutiendo las verdaderas preguntas que enfrenta la región”, agregó.

En años recientes Sudamérica registró un incremento en líderes centroizquierdistas, a lo que se conoce como el retroceso de la Marea Rosa, que en su momento se interpretó erróneamente como la recuperación de los políticos de derecha, según Christopher Garman, director para el continente americano del Grupo Eurasia. De hecho, el cambio representa un extenso descontento el statu quo en general, como se evidenció en semanas más recientes con las enormes protestas callejeras en Ecuador y Chile.

“No es que los votantes se hayan inclinado a la derecha; sólo echaron a los partidos gobernantes. Y siguen molestos. Las exigencias de los votantes no eran un movimiento político o ideológico”, declaró Garman. “El complicado ambiente de la opinión pública prevalece, y los gobiernos tienen una capacidad variable para navegar en estas situaciones. Es el punto más débil de la complicada política de clase media en toda la región”.

Las posturas de estos dos países en torno al gobierno socialista de Venezuela también dividen a la región. Venezuela está hundida en una depresión catastrófica que ha causado desabasto de alimentos y medicinas, así como el éxodo de millones de habitantes.

El partido de Fernández está aliado desde hace tiempo con los líderes venezolanos y se prevé que se retiren del Grupo de Lima, el cual incluye a Brasil y no reconoce la legitimidad del presidente venezolano Nicolás Maduro.

En agosto pasado, Bolsonaro advirtió que un posible gobierno de Fernández sería similar al de Maduro, y se refirió a él y a su compañera de fórmula, la exmandataria Cristina Kirchner, como “bandidos rojos”.

El ministro del Exterior de Brasil Ernesto Araújo tuiteó el lunes que el triunfo de Fernández envía “las peores señales posibles. Cierre comercial, un modelo económico retrógrada y el respaldo a las dictaduras”. Añadió que Brasil será pragmático en su defensa de los intereses y principios del país.

La división entre Argentina y Brasil tendrá mayores implicaciones, ya que es imposible tener un debate real sobre la integración sudamericana o enfrentar los desafíos regionales si estas naciones no están en sintonía, destacó Stuenkel.

“Obviamente es el periodo más impredecible desde la democratización de finales de la década de 1980. A partir de entonces, había un consenso de que lo mejor era tener mayor cooperación, y ya no es el caso”, puntualizó.

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