Líder del grupo Estado Islámico deja un legado de terror
BEIRUT (AP) — Abu Bakr al-Baghdadi intentó establecer un nuevo “califato” islámico en Siria e Irak, pero tal vez será más recordado por ser el despiadado líder extremista del grupo Estado Islámico que sembró el terror en el corazón de Europa y estableció una organización tan violenta que fue rechazada hasta por Al Qaeda.
Con una recompensa del gobierno estadounidense de 25 millones de dólares por su cabeza, Al-Baghdadi encaminó a sus seguidores escalofriantemente violentos, y sorprendentemente disciplinados, hacia nuevos territorios al aprovechar la sensación de supremacía suní y de desencanto durante la caótica época posterior a la Primavera Árabe.
Uno de los pocos lugartenientes del EI que continuaba prófugo después de dos años de constantes derrotas en el campo de batalla, Al-Baghdadi murió el sábado al detonar su chaleco suicida en un túnel mientras era perseguido por tropas estadounidenses al norte de Idlib, quitándose la vida y llevándose también la de tres de sus hijos, anunció el domingo el presidente Donald Trump. Se cree que tenía 48 años de edad.
“No murió como héroe, murió como un cobarde, llorando, gimiendo y gritando”, dijo Trump en la Casa Blanca, y añadió que Estados Unidos lo vigilaba desde hace semanas.
Al-Baghdadi nació en 1971 en Samarra, Irak, unos 95 kilómetros (60 millas) al norte de Bagdad, según un listado de sanciones de las Naciones Unidas, y llevaba el nombre de Ibrahim Awwad Ibrahim Alí al-Badri al-Samarrai. Posteriormente su ciudad natal sería el lugar de un ataque con explosivos perpetrado por suníes en 2006 en un venerado templo chií, un atentado que desencadenó una oleada de violencia sectaria que puso a Irak al borde de una guerra civil.
No existen muchos detalles de sus primeros años de vida. Una breve biografía publicada en foros yihadistas de internet en 2014 rastrea a sus ancestros a la tribu coraichitas del profeta Mahoma. Las afirmaciones, que no pueden confirmarse de manera independiente, describen que Al-Baghdadi provenía de una familia religiosa y que obtuvo un doctorado de la Universidad Saddam de Estudios Islámicos, el principal centro de la capital iraquí para el estudio sacerdotal suní en aquella época. Indica que promovió el movimiento yihadista salafi, que defiende la “guerra santa” para establecer una versión estricta e intransigente de la ley islámica, o sharia.
Según sitios web afiliados al Estado Islámico, tropas estadounidenses detuvieron a Al-Baghdadi en Irak y fue encarcelado en la prisión de Bucca en 2004 por sus actividades antiestadounidenses, aunque se le consideró un reo civil, ya que sus captores desconocían su actividad yihadista. Diez meses después fue excarcelado y se unió a la filial de Al Qaeda en Irak de Abu Musab al-Zarqawi.
Al-Zarqawi murió en un ataque aéreo estadounidense al norte de Bagdad en 2006 y Al-Baghdadi se convirtió en un asesor cercano de dos de los más altos dirigentes, Abu Omar al-Baghdadi y Abu Ayyub al-Masri. Al-Baghdadi asumió el control del grupo, conocido en ese momento como el Estado Islámico de Irak.
El grupo que heredó, la filial oficial de Al Qaeda en Irak, ya estaba diezmado por años de operativos perpetrados por las autoridades iraquíes y de Estados Unidos, así como por la movilización de grandes cantidades de combatientes suníes que se oponían a su ideología extremista. Pero Al-Baghdadi pensaba a largo plazo.
Desplegando a atacantes suicidas, explosivos en caminos, autos bomba y hombres armados con AK-47, incrementó el ritmo de los ataques en contra de fuerzas iraquíes y civiles chiíes mientras el ejército de Estados Unidos reducía sus tropas previo a su retiro del país en diciembre de 2011. Fugas de prisión, incluyendo el escape de más de 500 reclusos en ataques de tipo militar en dos complejos carcelarios del área de Bagdad en julio de 2013, reforzaron las filas de la agrupación.
El caos resultante del levantamiento en contra del presidente Bashar Assad en Siria les presentó la oportunidad de expandirse. Al-Baghdadi envió a sus filas a crear un grupo extremista de mentalidad suní conocido como el Frente Nusra, que inicialmente fue acogido por los rebeldes suníes más moderados.
Con el paso del tiempo, más de sus combatientes, y posiblemente el mismo Al-Baghdadi, se reubicaron en Siria para continuar con sus planes de reestablecer un estado islámico medieval, o califato, que abarcara Irak y Siria, conocido como el Levante. En abril de 2013, Al-Baghdadi anunció lo que a grandes rasgos significó una toma hostil del Frente Nusra, con el argumento de que lo fusionaría con un nuevo grupo conocido como el Estado Islámico de Iraq y el Levante. La medida tomó por sorpresa al Frente Nusra y al comando central de Al Qaeda.
El líder del Frente Nusra, Abu Mohammad al-Golani, se rehusó a ceder el comando. Ayman al-Zawahri, el máximo líder de Al Qaeda, intentó poner fin al conflicto y ordenó la abolición del grupo de Al-Baghdadi.
Sin embargo, éste no cedió y, a la larga, Al Qaeda se hartó. En febrero se distanció formalmente de Al-Baghdadi, señalando que no tenía vínculos con su grupo y que “no era responsable de sus actos”.
Pero la organización de Al-Baghdadi estaba en camino a establecer su ansiado estado, asumiendo el control de ciudades clave como Raqqa, en Siria y Faluya, en Irak.
Y luego ocurrió la ofensiva que llevaría a Estados Unidos de regreso a Irak. En junio de 2014, combatientes de Al-Baghdadi y aliados suníes ocuparon Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak, y otras comunidades de mayoría suní en el norte y oeste del país. Las tropas del gobierno no opusieron mayor resistencia en muchas zonas, abandonando sus posiciones y dejando en el lugar valioso material fabricado en Estados Unidos.
Menos de un mes después, el grupo anunció su propio estado gobernado por la ley islámica. Al-Baghdadi se convirtió en el “califa” declarado del recién renombrado grupo Estado Islámico, y se les pidió a los musulmanes de todo el mundo que le declararan su lealtad.
Posteriormente, presionado por bombardeos de Estados Unidos y sus aliados árabes, el EI decidió desatar ataques en otros países, adjudicándose la responsabilidad por los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París en los que murieron 130 personas, y en Bruselas el 22 de marzo de 2016, con 32 fallecidos.
Funcionarios iraquíes informaron que Al-Baghdadi resultó herido en un bombardeo el 8 de noviembre de 2014 en la localidad de Al-Kaim, en la provincia iraquí de Anbar cerca de la frontera con Siria. Días después, un mensaje de audio publicado en internet, supuestamente del mismo Al-Baghdadi, llamó a sus seguidores a “hacer explotar los volcanes de la yihad en todas partes”.
En julio de 2018, el EI señaló que el hijo de Al-Baghdadi, Huthaifa al-Badri, murió en un enfrentamiento con fuerzas gubernamentales en la región central de Siria.
El 30 de abril, Al-Baghdadi apareció por primera vez en cinco años en un video en el que reconoció la derrota del grupo en su último bastión en Siria, pero prometía una “larga batalla” por delante. Traía una poblada barba entrecana, vestía una túnica negra con un chaleco color beige y estaba sentado en el suelo con lo que parecía un fusil AK-47 a su lado.
El hombre que dijo ser Abu Bakr al-Baghdadi en el video también señaló que los atentados de Pascua en Sri Lanka que dejaron más de 250 muertos eran “parte de la venganza” contra Occidente.
“Nuestra batalla hoy en día es una guerra de desgaste para lastimar al enemigo, y ellos deberían saber que la yihad continuará hasta el día del juicio final”, afirmó Al-Baghdadi.
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Schreck reportó desde Bangkok. El periodista de Associated Press Maamoun Youssef en El Cairo contribuyó con este despacho.
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