Director belga Luc Dardenne invita a soñar con otro mundo
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Alguna vez los hermanos Dardenne dijeron que son como una persona con cuatro ojos, y para quienes los conocen es más o menos así. Si uno de los dos dice algo, se toma como si lo hubieran dicho ambos, de acuerdo con Luc.
Pero “si tenemos cuatro ojos no somos una misma persona”, acotó el director belga en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia. La diferencia se hace evidente cuando se sientan frente a la pantalla de la cámara para revisar sus tomas: “Pensamos distinto, pero buscamos lo mismo”.
En sus cerca de tres décadas de trayectoria, Luc y Jean-Pierre Dardenne han conquistado la Palma de Oro de Cannes con “Rosetta” (1999) y “L’enfant” (“El niño”) de 2005, y este año obtuvieron el premio al mejor director con su más reciente obra, la cinta inaugural de Morelia “Le Jeune Ahmed” (“El joven Ahmed”).
¿Se imagina haciendo una película sin su hermano?
“No”, respondió Luc sin dudar el sábado en una entrevista con The Associated Press. “Y mi hermano tampoco. Nos necesitamos el uno al otro. Comenzamos así. Así es la vida”.
“Lo más agradable es cuando buscamos un actor, cuando hacemos el casting, nos divertimos mucho. No hay estrés, sabemos que lo encontraremos incluso si hay que ver a mil”, agregó.
También disfruta plenamente trabajando con su hermano en los ensayos. Los Dardenne ensayan hasta un mes y medio antes de comenzar a rodar: “Ahí todavía no está definido todo, todavía seguimos investigando. Lo más divertido del trabajo con él son los momentos de investigación”.
En cambio, los momentos más difíciles se producen durante el montaje, cuando a veces no logran ponerse de acuerdo. Pero “el tiempo es el que hace que uno diga, ‘él tiene razón’”, apuntó.
Hasta ahora han logrado un convenio profundo con sus películas, y si no lo consiguen solos suelen contar con la ayuda de la editora Marie-Hélène Dozo, quien además de trabajar en muchas de sus películas es la tercera rueda de ese triciclo creativo en la sala de edición.
En el origen de sus cintas suelen meditar, plantearse preguntas como en el caso de “Le Jeune Ahmed”, en la que un chico de secundaria está en riesgo de radicalizarse por la influencia de su imam.
Los Dardenne habían observado con perplejidad los ataques terroristas en Europa cometidos en los últimos años por extremistas islámicos, incluyendo el atentado a la revista humorista Charlie Hebdo y el centro nocturno Bataclan en París, así como ataques al Museo Judío y el aeropuerto de Bruselas.
“Mi hermano y yo nos sentimos perturbados y dijimos, ‘¿qué pasa que jóvenes que nacieron en Bélgica, que fueron a nuestras escuelas y cuyos padres, aunque son musulmanes, funcionaban como ciudadanos Belgas? ¿Por qué rechazan así a Bélgica?’ Porque hay que rechazar profundamente al país para cometer un atentado de estos”, dijo Dardenne.
Ambos se esforzaron por mostrar la diversidad del mundo islámico en su cinta, en la que el joven protagonista piensa en atacar a su maestra de árabe porque la considera una apóstata al enseñar árabe moderno, no el del Corán. Ahmed está obsesionado con la pureza al grado que le cuesta trabajo convivir con animales. Su madre es musulmana pero no es practicante estricta, como tampoco lo son sus hermanos.
“El miedo de los islamistas en Europa también existe entre los musulmanes. Los musulmanes tienen miedo de los islamistas, igual que los no musulmanes”, dijo Dardenne.
A pesar de la crudeza de la realidad representada, la película tiene un tono sutil. Transcurre a plena luz del día en el verano, en la intimidad de la vida de Ahmed.
“Dentro de Ahmed hay demasiada oscuridad y al mismo tiempo demasiada claridad”, dijo Dardenne. “Lo que nos interesaba a nosotros era realmente permitir al espectador que estuviera frente a alguien que es un niño y un adolescente al mismo tiempo, entre estas dos etapas, y que es un enigma, un misterio”.
Para el director, que el fin de semana recibió en su nombre y el de su hermano la medalla de la Filmoteca de la UNAM por sus contribuciones al cine, Ahmed es presa de estas ideologías radicales en parte por el periodo de su vida que atraviesa.
“Todos hemos sido adolescentes y conocemos ese momento de la vida en el que queremos abandonar la realidad, nos atraen los grandes ideales, las grandes ideas, los grandes héroes y todo es amor y odio pero muy intenso. Soñamos, estamos ilusionados”, dijo.
“Pero al mismo tiempo todo esto es lo que permite ir a matar y ahí está el gran problema y por eso es difícil entrar en su mente”, continuó. “Porque él a partir de su totalidad, del bien tal como él lo entiende, está justificado a matar”.
Sin embargo no todo está perdido. Ahmed da señales que permiten ver que bajo ese potencial terrorista todavía hay un niño, como cuando le busca a su llorosa madre unas servilletas para que se seque las lágrimas. Como dijo Dardenne citando al filósofo francés Albert Camus: “Un terrorista es alguien que sería capaz de matar a su madre, y Ahmed no podría hacerlo”.
Una de las constantes en la filmografía de los Dardenne es su retrato de la clase trabajadora _ gente que está desempleada, que trabaja manualmente, obreros. Es una temática que comparten de “Le Jeune Ahmed” y “L’enfant”, a “Le gamin au vélo” (“El niño de la bicicleta”), “La promesse” (“La promesa”) y “Rosetta”.
“Es cierto que filmamos a ese tipo de personas, eso es lo que nos interesa y eso es lo que siempre ha prevalecido”, dijo Dardenne. “Ahí está el sufrimiento humano y ahí es donde podemos soñar con otro mundo”.