Militares patrullan en la capital chilena tras disturbios
SANTIAGO, Chile (AP) — Las fuerzas militares patrullan las calles de Santiago el sábado, algo no visto desde la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), después que el gobierno de Sebastián Piñera impusiera un estado de emergencia ante las protestas estudiantiles que derivaron en un caos generalizado en la capital chilena y que obligó al mandatario a anular el alza tarifaria que derivó en el estallido social.
“He escuchado con humildad la voz de mis compatriotas”, dijo Piñera antes de anunciar que “vamos a suspender” el alza del pasaje del subterráneo, que hace dos semanas subió de 800 a 830 pesos (de 1,12 a 1,16 dólares).
El caos se extendió al menos a una veintena de ciudades del norte y sur del país y la escalada de violencia pareció sobrepasar a las policías, en especial en el vecino puerto de Valparaíso y en Concepción, 500 kilómetros al sur, que fueron declaradas en estado de emergencia y la seguridad pública quedó bajo el mando de sendos contralmirantes, que pueden restringir las libertades de locomoción y de reunión. Valparaíso quedó bajo toque de queda a partir de la medianoche y hasta las 07:00 del domingo.
En Chile sólo Santiago tiene un tren subterráneo y el alza de su tarifa detonó el estallido social en la capital chilena. En ciudades del interior los manifestantes justificaron sus protestas en la gran desigualdad social existente en Chile en las alzas en servicios básicos y las bajas pensiones, entre otras situaciones.
Chile importa todo su combustible dado que carece de petróleo y gas natural, y las alzas en los recursos fósiles y en el dólar impactan en los precios, en general. El precio del pasaje del subterráneo elevó de 1,12 dólares a 1,16 dólares para los usuarios adultos, en un país donde la mayoría de los salarios bordean entre los 400.000 y 500.000 pesos mensuales (562 y 703 dólares).
En la capital chilena las manifestaciones empezaron el lunes cuando estudiantes secundarios _del nivel previo al universitario_ evadieron el pago de la entrada al subterráneo. El viernes, las protestas derivaron en una ola de actos vandálicos que culminó con severos daños a 78 estaciones _lo que representa más de la mitad de la red_ del que hasta el viernes era un orgullo de los chilenos por su puntualidad y buena infraestructura, y en el que diariamente se movilizan 2,4 millones de personas en más de tres millones de viajes. Los desórdenes se extendieron al interior del país el sábado.
Santiago está bajo un toque de queda que se extenderá hasta las 07:00 horas. Varios suburbios suspendieron las clases de las clases de los colegios para el comienzo de la próxima y varias universidades dispusieron igual medida.
El caos en la capital chilena y en comunas de la periferia se registra a sólo 27 días de la realización en Santiago de la asamblea anual del Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC) que reúne a 21 economías del mundo, y para la cual de antemano han confirmado su asistencia los presidentes de China, Rusia, Japón y Corea del Sur, entre otros.
Hace poco más de una semana, el presidente estadounidense Donald Trump afirmó que visitaría Chile durante el APEC para firmar un acuerdo con su homólogo chino Xi Jinping a fin de terminar con su declarada guerra comercial. Para la primera quincena de diciembre está planificada la cumbre mundial del cambio climático, donde se espera a representantes de casi 200 países.
Esta es la peor crisis del segundo periodo de gobierno de Piñera que se tradujo en que, pese a la presencia militar, miles de chilenos iniciaran un caceroleo generalizado al mediodía que continuó con manifestaciones, barricadas encendidas, nuevos ataques a estaciones del subterráneo, y saqueos a farmacias y a supermercados. La policía reprimió con gases lacrimógenos.
Ante los nuevos disturbios, el servicio de los autobuses de transporte público fue suspendido y de momento sólo aquellos que cuentan con vehículos pueden movilizarse.
“La decisión de Piñera de movilizar a los militares en Chile, en un país que vivió 17 años una dictadura represiva, es muy preocupante y podría aún más desestabilizar la situación (en el país)”, indicó a The Associated Press la académica Jennifer Pribble, del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Richmond, en Estados Unidos.
Durante la madrugada del sábado militares armados salieron a las calles de Santiago, y cerca del amanecer la calma retornó ante un panorama desolador: más de medio centenar de estaciones del subterráneo con graves daños _varias de ellas incendiadas_ más de medio centenar de semáforos se hallaban apagados o destruidos, el reporte de 156 policías y 11 civiles heridos de diversas gravedad y más de 300 detenidos.
La cadena de supermercados Walmart informó en un comunicado que 60 de sus tiendas en Santiago y otras seis ciudades fueron objeto de saqueos.
En la estación San José de La Estrella, el ingeniero mecánico Hugo Millacoy González, acompañado de su hijo pequeño, dijo a la AP que protestaba contra las alzas y “para que mi hijo vea que no se puede burlar al pueblo”.
Millacoy se sumó a medio centenar de manifestantes que ocupaban una importante avenida mientras el semáforo detenía a los vehículos, muchos de cuyos conductores que los alentaban con fuertes bocinazos. La situación se repetía en muchos suburbios de la ciudad.
El lunes unos 2,4 millones de santiaguinos tendrán dificultades para desplazarse a sus trabajos y sitios de estudios ante la falta del subterráneo. El director de la empresa, Louis De Granges, dijo que los daños causados se estiman en unos 200 millones de dólares y que “todavía no podemos dar claridad” de cuándo retornará el servicio.