En día patrio, Bolsonaro pide defender soberanía de Brasil
RÍO DE JANEIRO (AP) — El presidente Jair Bolsonaro invitó a un niño del público a acompañarlo en el auto oficial, bajó del palco presidencial para desfilar junto a un grupo de ministros y después tomó la batuta y agitó sus brazos simulando ser el director de la orquesta.
En una jornada en que varias veces rompió el protocolo, sorprendiendo a la prensa y poniendo a prueba a la seguridad oficial, Bolsonaro participó el sábado en Brasilia de su primer desfile cívico militar del 7 de septiembre como presidente, el día de la Independencia de Brasil. Ante un país dividido en las calles con manifestaciones a favor y en contra del gobierno, Bolsonaro convocó a los brasileños a defender la independencia y la soberanía del territorio, días después de quedar en el centro de una crisis internacional por los incendios en la Amazonía.
“Hoy es una fecha magna, el día en que nos tornamos independientes. Pero la independencia de nada vale si no tenemos libertad, tantas veces amenazada por brasileños que no tienen otro propósito que el poder”, sostuvo Bolsonaro antes del desfile, en un breve mensaje difundido por la asesoría de comunicación presidencial.
El mandatario instó a la población a reivindicar la soberanía sobre la Amazonía y aludió a su reciente enfrentamiento con el presidente francés Emmanuel Macron, registrado el miércoles al afirmar que “Brasil es un país pacífico, pero no puede continuar, y no continuará, siendo pasivo a ese tipo de agresión a nuestra soberanía. La Amazonía brasileña es nuestra”.
Bolsonaro, un excapitán del Ejército, recorrió la explanada de los ministerios a bordo de un Rolls-Royce descapotable de 1952 mientras saludaba a miles de personas, acompañado por su hijo Carlos, en una escena que repitió la ceremonia de su juramentación el 1 de enero, y por un niño del público vestido con la camiseta de la selección brasileña.
El presidente asistió al comienzo del desfile en un palco, acompañado, entre otros, por su esposa Michelle Bolsonaro, el popular presentador televisivo Silvio Santos y el obispo evangélico Edir Macedo, de la Iglesia Universal. Tras haber invitado a un niño del público a que lo acompañara en el auto oficial que lo llevaba hasta el palco, Bolsonaro no tardó en romper nuevamente el protocolo. Escoltado por un nutrido grupo de seguridad y por ministros, Bolsonaro bajó del palco y caminó por la explanada saludando al público presente en las tribunas preparadas para la ocasión.
“Mito, mito”, gritaba el público y el presidente levantaba sus brazos.
Antes de volver a su ubicación, se acercó a la banda militar, tomó prestada la batuta y agitó su brazo simulando ser el director de la orquesta.
La celebración del día de la Independencia adquirió este año un condimento político especial.
Miles de brasileños acompañaron los desfiles en Brasilia, Río de Janeiro y otras ciudades del país.
Rita Esteves, una jubilada de 64 años y seguidora de Bolsonaro, acompañó el acto en Río, donde 5.000 militares desfilaron en la avenida Presidente Vargas, en el centro de la ciudad.
“Vine como un acto de patriotismo, porque el presidente despertó eso en la gente”, dijo Esteves.
Previamente, Bolsonaro había convocado a los brasileños a que salieran a las calles para acompañar los desfiles militares en distintos puntos del país vestidos de verde y amarillo, los colores de la bandera.
“El pueblo eligió un presidente que quiere cambiar Brasil, estamos acá apoyándolo. Es la última alternativa que tenemos. Él está cumpliendo las promesas de campaña que hizo, queremos salir de la corrupción no aguantamos más”, agregó la jubilada.
Al mismo tiempo, detractores del gobierno aprovecharon la fecha y el llamado de Bolsonaro para disputar las calles y mostrar su descontento con la administración del excapitán del ejército.
María Inés Olivera, sanitarista, llevaba un cartel que decía “No es este el Brasil que queremos”, en una protesta que reunió a cientos de personas en Río.
“La Amazonía no puede estar en llamas y Bolsonaro no puede cortar presupuesto para educación y ciencia”, reclamó Olivera.
A través de las redes sociales, descontentos con el gobierno convocaron a asistir a los desfiles vistiendo camisetas negras en señal de protesta. La consigna emulaba las protestas que miles de brasileños protagonizaron en la década de 1990 contra el entonces presidente Fernando Collor de Mello, quien dejó su cargo tras un juicio político.
Los resultados de una encuesta de la consultora privada Datafolha publicados el mostraron que el rechazo hacia el gobierno de Bolsonaro alcanzó 33%, nivel récord desde que asumió la presidencia el 1 de enero. Según el mismo sondeo, en que fueron entrevistadas 2.878 personas entre el 29 y 30 de agosto pasado, la aprobación cayó de 33 a 29%.
“Estamos mucho peor que en los 90. En ese momento teníamos una democracia, esto está pareciendo una dictadura”, agregó la empleada sanitarista, quien vestía un suéter oscuro en señal de protesta.
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El periodista de The Associated Press Diarlei Rodrigues, en Río de Janeiro, colaboró a este despacho.