En la Amazonía, indígenas debaten sobre cómo salvar su selva
TEKOHAW, Brasil (AP) — Bajo una enramada en la selva amazónica, guerreros con arcos y flechas, jefes tribales con el rostro pintado y madres amamantando, se reunieron para debatir un plan que algunos esperan mantenga alejados a leñadores y otros invasores que amenazan a las tribus tembé.
Algunos viajaron desde lejos por caminos no pavimentados que atraviesan la espesa selva o en botes a lo largo de un afluente del río Amazonas, todo parte del territorio de 2.766 kilómetros cuadrados (1.080 millas cuadradas) del Alto Río Guama que oficialmente está protegido, pero en la práctica está bajo asedio.
Había hombres con la típica pintura roja en el rostro que significa que están listos para la guerra. En enfrentamientos recientes, los tembé incendiaron camiones y equipo de leñadores ilegales en su territorio, que está ubicado en un estado brasileño plagado de miles de incendios en tierras que fueron desmontadas.
Algunos tenían esperanzas en el plan de desarrollo sustentable presentado esta semana en una reunión en la aldea de Tekohaw. El plan incluye drones y otra tecnología para contener la invasión mientras ayuda a los tembé a ganar dinero con la producción de bananas, açaí y madera de forma limitada en una parte de su selva, con suerte no más rápido de lo que tarda la selva en recuperarse.
En un momento dado, un grupo de mujeres y niños se formaron para realizar un danza tribal de llamada y respuesta que dicen que dará fuerza y comprensión a los participantes. Sin embargo, muchos permanecen recelosos, algunos con el temor de que el plan era muy similar a las peticiones del presidente Jair Bolsonaro de abrir las tierras indígenas al desarrollo como una forma de estimular la economía de la nación.
“Para nosotros, los indígenas, este proyecto es preocupante porque luchamos por la protección del territorio”, dijo Valsanta Tembé, presidenta de la asociación de mujeres indígenas de Tekohaw, quien traía una máscara pintada con el tinte rojo de las semillas de achiote.
“¿Cómo podemos estar a favor de un proyecto que voluntariamente o no causará la tala de nuestros árboles nativos?”, preguntó. “Nuestro futuro está en juego”.
Murilo Araújo, abogado medioambiental de Unifloresta, la Asociación de Cadena Productiva de la Selva Amazónica, dijo que es normal la desconfianza.
“A lo largo de estos 500 años, siempre fueron esclavizados, marginados. Todos los que llegaban aquí siempre les quitaban algo y no dejaban nada a cambio”, dijo.
“Hablamos de una gestión permanente de la selva para que se puedan sostener por sí mismos a largo plazo, arreglar sus caminos, comprar medicamentos e invertir en sus jóvenes”, agregó. Los productos se venderían a compañías en todo el mundo que venden bienes producidos sustentablemente.
Agregó que espera que el proyecto ayude a que los tembé eviten el conflicto. “Actualmente tienen que incendiar camiones, que para ellos es un mecanismo de defensa natural”, dijo Araújo. “Pero eso puede tener consecuencias drásticas. Podría provocar muertes. ¿Por qué lo hacen? Porque las autoridades se tardan demasiado tiempo en llegar”.
Los 900.000 indígenas de Brasil representan 5% de la población total del país, y sus reservas representan 14% del territorio del país. Bolsonaro ha argumentado que dichas reservas han obstaculizado los intereses económicos de Brasil. Sin embargo, para los indígenas de la economía más grande de Latinoamérica todo está en juego.
“La Amazonía se acaba y por eso estamos aquí... para que no se acabe”, dijo Lorival Tembé, el jefe de más edad y fundador de Tekohaw. “No podemos dejar que todo se acabe: las aves, todos los otros animales. Estamos preocupados. Antes bebíamos agua de nuestro río y ahora está contaminado. Mucho ha cambiado. Bolsonaro quiere acabar con los indígenas, pero no estamos aquí para defendernos contra eso”.
“El mundo observa lo que sucede con la Amazonía”, dijo su hijo Sergio Muxi Tembé, el actual jefe de la aldea.
“Sabemos que a Bolsonaro no le gustan los indígenas. Es antiindígena”, dijo el jefe, quien traía un tocado de plumas de guacamayo y otras aves, shorts naranja y una pulsera tradicional de huesos junto a un reloj digital Casio. “Tenemos una cultura diferente y debe respetarse”.
Unos 600 miembros de la tribu viven en Tekohaw, que está ubicada a orillas del río Gurupi en donde muchos pescan pirañas y otros peces que luego asan. En la profundidad de la selva, armados con arcos y flechas, cazan aves, cerdos y otros animales. De los árboles toman medicamentos tradicionales, así como productos que venden, como el açaí, una baya amazónica que en Brasil es un típico alimento vitamínico y calórico para desayunar.
Ese día se cancelaron las clases y la vida en la aldea parecía estar en pausa para que las tribus tembé pudieran debatir durante horas los puntos a favor y en contra del proyecto, pasando del portugués a su lengua nativa tupi-guaraní.
En algún momento, los miembros de Unifloresta que presentaban el plan se alejaron para permitir que los tembé discutieran entre ellos y entregaron dulces a un grupo de niños cerca de la escuela local en donde los muros están pintados con artesanías, caimanes y otros animales amazónicos.
Al final, el grupo de representantes de nueve tribus decidió que tenía que esperar para tener más detalles sobre el plan.