Líderes de G7 posan incluso antes de tomarse foto oficial
BIARRITZ, Francia (AP) — Las poses de los líderes de las democracias del Grupo de los Siete comenzaron el sábado mucho antes de tomarse la fotografía oficial de la cumbre. El presidente francés y anfitrión, Emmanuel Macron, quien puso como prioridad de la agenda los incendios de la Amazonía, acorraló a Donald Trump en el hotel del líder estadounidense con una espontánea invitación a almorzar.
Fue una especie de demostración de poder de Macron en la cumbre, que Trump esperaba utilizar para persuadir a sus aliados a apegarse a su mantra de pocos impuestos y poca regulación.
Casi todos tenían a la mano una amenaza comercial.
El presidente del Consejo Europeo Donald Tusk y el primer ministro británico, Boris Johnson, intercambiaron críticas sobre quién pasará a la historia con la etiqueta del “Señor Brexit Sin Acuerdo”, responsable de un divorcio británico de la UE que parece estar a punto de descarrilarse.
Justo antes de abordar el avión presidencial Air Force One rumbo a Francia, Trump tuiteó nuevas amenazas de aranceles contra el vino francés en represalia al impuesto a las empresas de internet de Francia. Macron, sin embargo, lo recibió acogedoramente como “un invitado muy especial”. Antes había pedido que acabaran las disputas comerciales que, dijo, amenazaban el crecimiento global.
Tusk dijo que la cumbre de tres días en la ciudad balnearia de Biarritz sería "una difícil prueba de la unidad y la solidaridad del mundo libre y sus líderes". Para ser una reunión en donde las disputas suelen ventilarse el privado, las perspectivas de resultados parecían desalentadoras.
Aunque Tusk, quien preside el consejo de jefes de Estado o gobierno de los 28 miembros de la Unión Europea, dijo que lo último que quiere el bloque era una disputa comercial con Estados Unidos, también prometió tomar represalias contra los productos estadounidenses en caso de que Trump imponga aranceles sobre el vino francés.
Macron dijo que la cumbre no terminará con un discurso de clausura, ya que tenía poca expectativa de que Trump llegara a cualquier acuerdo para combatir el cambio climático. Ya había rechazado la petición de Trump de permitir que Rusia se reintegrara al grupo cinco años después de ser expulsado por anexarse Crimea. Además, intenta mantener unido el frente europeo respecto al acuerdo nuclear con Irán y ante las objeciones de Estados Unidos.
Sin embargo, sentado frente a Trump antes de su almuerzo no planeado de dos horas, Macron dijo que esperaba encabezar a Europa hacia una campaña por la reducción de impuestos, reconociendo con ello que el estímulo fiscal podría mitigar una próxima recesión.
Advirtió contra el aumento de las disputas comerciales, incluso después de amenazar con bloquear un acuerdo comercial de la Unión Europea con varios países sudamericanos agrupados en el Mercosur, entre ellos Brasil, a causa de los incendios en la Amazonía.
Irlanda se unió a la amenaza. La canciller alemana Angela Merkel no estuvo de acuerdo y su oficina declaró el sábado que bloquear el pacto con el Mercosur no reducirá la destrucción de la selva brasileña, aunque apoyó la propuesta de Macron de hablar del tema de los incendios en la cumbre.
Las expectativas reducidas no son nada nuevo para el G7, pero este año la intención parece ser únicamente la de evitar una catástrofe diplomática, rescatar lo más que se pueda y mostrar a los votantes que sus líderes tienen un papel en el escenario mundial. Una fuerza que podría unir a los líderes es la vulnerabilidad compartida por una recesión económica, sobre todo para algunos quienes, como Trump, tendrán elecciones en uno o dos años.
Todas las miradas estarán puestas en la dinámica entre Trump y Johnson, dos protagonistas que disfrutan de la imprevisibilidad que han creado. Johnson está bajo mucha presión para sacar a Gran Bretaña de la UE y muchos consideran que su relación con Estados Unidos es clave.
Merkel está por terminar su mandato. El líder canadiense Justin Trudeau busca la reelección este año en medio de un escándalo político. El mismo Macron es sumamente impopular en Francia y los manifestantes del movimiento Chalecos Amarillos que lo han asediado desde el año pasado lo siguieron hasta Biarritz.
Sólo Shinzo Abe de Japón, quien abrumadoramente ganó la reelección hace unos meses, se veía completo en casa.
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Los periodistas de The Associated Press Geir Moulson en Berlín y Danica Kirka en Biarritz contribuyeron a este despacho.