Aspirantes demócratas chocan por Medicare en su debate
DETROIT (AP) — Los aspirantes moderados a la candidatura demócrata a la presidencia de Estados Unidos atacaron el martes la propuesta estrella de los principales aspirantes progresistas, en un debate que dejó al descubierto la fractura entre la llamada a introducir medidas revolucionarias y un deseo desesperado de derrotar al presidente, Donald Trump.
Colocados lado a lado en el centro del escenario, Bernie Sanders y Elizabeth Warren replicaron a sus rivales más cautos, que ridiculizaron el plan de “Medicare para todos” y advirtieron que la “economía a la carta” pondría en peligro sus posibilidades de ganar la Casa Blanca en 2020.
“No comprendo por qué se somete alguien a todas las complicaciones de competir por la presidencia de Estados Unidos sólo para hablar de lo que no podemos hacer y aquello por lo que no debemos pelear”, dijo Warren, senadora por Massachusetts, criticando la “falta de agallas” de los demócratas.
Sanders, senador por Vermont, se mostró de acuerdo: “Estoy un poco harto de demócratas que tienen miedo de las grandes ideas”.
Seis meses antes de que se elija a un candidato, el tira y afloja sobre el futuro del partido enfrenta al pragmatismo contra la pureza ideológica. Ante los votantes demócratas hay una larga lista de aspirantes divididos por edad, raza, sexo e ideología. El pulso con la izquierda política fue el tema dominante de la primera noche en la segunda ronda de debates demócratas, notable tanto por su tensión como por los temas tratados.
Los organizadores programaron dos noches de debates, el martes y el miércoles, cada uno con la mitad de los veinte aspirantes. En la segunda sesión participarán el favorito inicial, el ex vicepresidente Joe Biden, y la senadora por California Kamala Harris.
Aunque buena parte del debate estuvo dominada por los ataques a la política sanitaria que defienden los aspirantes más progresistas, en la segunda hora salió el tema de la raza. Los candidatos, todos blancos, dejaron las divisiones a un lado al condenar a Trump por convertir la raza en un pilar de su campaña de reelección. Sanders llamó racista a Trump, mientras que otros dijeron que la retórica del presidente reaviva los recuerdos de los peores momentos en la historia del país, incluida la esclavitud.
“El legado de la esclavitud y la segregación y Jim Crow y la supresión sigue vivo y bien en todos los aspectos de la economía y del país hoy en día”, dijo el exrepresentante por Texas Beto O’Rourke, que expresó su apoyo a crear un comité que estudie compensaciones para los descendientes de esclavos.
Aún queda un año en la maratónica temporada de primarias demócratas, pero el debate reflejó la creciente sensación de urgencia entre los muchos candidatos que luchan por seguir en la carrera. Más de una docena podría quedarse fuera de la siguiente ronda de debates _y, en la práctica, fuera de la campaña_ si no alcanzan nuevos objetivos de fondos y apoyo de los votantes establecidos por el Comité Nacional Demócrata.
La senadora por Minnesota Amy Klobuchar, que trata de mantener su campaña en marcha, se posicionó con los pragmáticos. “Nos preocupa más ganar una discusión que ganar unas elecciones”, dijo.
El gobernador de Montana, Steve Bullock, aprovechó su primera aparición en un debate de las primarias para atacar a Sanders, afirmando que los obreros “no pueden esperar a una revolución”. “Sus problemas están aquí y ahora”, afirmó.
Aunque evitó cualquier confrontación directa con sus rivales más progresistas, Pete Buttigieg intentó presentarse varias veces como la alternativa más sensata. Rechazó las posiciones extremas, citó la Biblia y evitó atacar a sus rivales.
El alcalde de South Bend, Indiana, de 37 años, también señaló de forma sutil la diferencia generacional entre él y Sanders, 40 años mayor y que estaba colocado a su lado.
Puede que el tema que mejor refleja las divisiones en el Partido Demócrata sea la atención sanitaria.
El plan de Sanders de ofrecer sanidad universal, conocido como Medicare para Todos, se ha convertido en una seña de identidad para los candidatos progresistas, que han asumido el plan para transformar el sistema actual pese a las complicaciones políticas y prácticas. Medicare para Todos supondría abandonar el mercado de seguros privados en favor de un sistema financiado con impuestos que daría prestaciones a todos los estadounidenses.
Los candidatos más moderados criticaron la idea en un intento de socavar a Sanders y Warren, tachando el proyecto de demasiado caro, ineficaz y una forma de garantizar que los republicanos pueden acusar a los demócratas de apoyar el socialismo.
“Se presentan diciendo a la mitad del país que su atención sanitaria es ilegal”, dijo el exrepresentante por Maryland John Delaney.
Sin embargo, Sanders y Warren se mantuvieron firmes, mostrando un frente unido pese a competir por el mismo grupo de votos progresistas.
“La atención sanitaria es un derecho humano, no un privilegio. Creo en eso. Pelearé por eso”, dijo Sanders.
Buttigieg hizo una llamada a dejar las luchas internas.
“Es hora de dejar de preocuparnos por lo que dirán los republicanos”, afirmó. “Es verdad que si adoptamos una estrategia de ultraizquierda, van a decir que somos un puñado de socialistas locos. Si adoptamos una estrategia conservadora, ¿saben lo que van a hacer? Van a decir que somos un puñado de socialistas locos. De modo que defendamos la política adecuada, salgamos ahí y defendámosla”.
El miércoles se verán las caras otros diez candidatos, y ninguno tiene más que perder que Biden.
El ex vicepresidente intentará demostrar que su decepcionante intervención en el debate del mes pasado fue una anomalía.
Se espera que el demócrata de 76 años afronte nuevas preguntas sobre sus políticas pasadas y declaraciones sobre mujeres y minorías, dos grupos clave para conseguir la candidatura demócrata y en último término derrotar a Trump.
Por su parte, Trump dijo el martes que seguiría el debate desde la Casa Blanca, aunque su cuenta de Twitter guardó un inusual silencio durante el programa.
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Peoples informó desde Washington. La periodista de Associated Press Colleen Long en Washington contribuyó a este despacho.