Beethoven tras las rejas: Perú rehabilita presos con música
LIMA (AP) — Era la primera vez en la historia de Perú que condenados por asesinato, robo agravado y narcotráfico salían de la cárcel de El Callao rumbo a una sala de ensayos del Gran Teatro Nacional junto a la orquesta sinfónica.
Las autoridades usaron un bus blindado --con ventanas muy pequeñas que con frecuencia los transporta a las salas de juzgados criminales o a otra cárcel-- para llevarlos a ensayar música académica. Esposados, agarrando entre sus manos un violín, un saxo o un clarinete, dos decenas de presos se sentaron durante más de tres horas junto a músicos profesionales rodeados por casi medio centenar de guardias que estaban atentos a cualquier posibilidad de escape.
Perú inició en 2017 un proyecto a largo plazo de enseñanza de música en las prisiones con el objetivo de buscar un camino de resocialización para los presos y para formar una banda sinfónica de reos que ejecute temas de manera profesional en 2021, cuando el país sudamericano celebre los 200 años de su independencia de la monarquía española. La primera cárcel en adoptarlo fue El Callao y hoy día está vigente en cuatro centros de detención del país.
En esta nación hay 105.232 presos en 69 cárceles distribuidas en todo el país, de acuerdo a cifras oficiales de marzo.
En el Gran Teatro Nacional hubo un silencio cuando Wilfredo Tarazona, el director del programa estatal que promueve el desarrollo musical, elevó la voz y antes de dirigir la Obertura Festiva de Dmitri Shostakovich dijo que tener como invitados a reos tocando junto a la orquesta sinfónica nacional era “un hecho sin precedentes”. Añadió que el Instituto Nacional Penitenciario del Perú compraba con frecuencia candados, llaves y grilletes, pero en los últimos tiempos había destinado por vez primera unos 152.000 dólares de su presupuesto a la compra de instrumentos musicales.
Los presos estaban nerviosos, pero en la segunda pieza ejecutada, China Cubana, del compositor y cantante de salsa Willie Colón, se mostraron más seguros y días después, cuando los integrantes de la orquesta sinfónica nacional visitaron la cárcel del puerto más importante de Perú, los reos músicos habían entrado en confianza y tocaron sin problemas el tema principal de la serie de la cadena televisiva HBO Game of Thrones y algunas piezas de Beethoven.
Luego del concierto en la cárcel, el alumno más destacado del curso --un preso por asesinato condenado a 20 años de cárcel llamado Martín Reaño-- afirmó que las sesiones de aprendizaje “eran como un escape, algo fuera de lo normal”. Después, frente a las cámaras de la televisión, comentó que tocar un instrumento “nos libera del sistema ordinario que tenemos”.
En su celda de dos metros cuadrados, el señor Reaño, de 41 años, guarda un piano, tres trombones, una trompeta y un bajo porque además se ha convertido en guardián de los instrumentos musicales de los compañeros que salen libres.
El proyecto estatal de enseñar música empezó hace casi una década con niños y jóvenes, pero llegó a una cárcel en 2017. Pese a eso, en la prisión de El Callao ya existían bandas de salsa formadas por presos y Reaño integraba una de ellas tras ingresar a prisión en 2012. Después de pensar qué hacer con su larga condena, decidió en convertirse en músico y así conoció a un trombonista preso por robo y a otros que lo ayudaron a conseguir partituras, de modo que el programa estatal lo encontró, comenta, “preparado y con muchas ganas”.
Percy Trujillano, un músico profesional y profesor de la banda sinfónica en la prisión, dice que la música “es una oportunidad de volver a nacer, de volver a vivir” para los reos, pero también una oportunidad laboral dado que varios presos, ahora libres, trabajan tocando en pequeñas orquestas y así ganan algo de dinero para sobrevivir debido a que para un exinterno es muy difícil obtener trabajo en Perú por el estigma que cargan de haber estado en una cárcel.
“La música transforma a los seres humanos”, dijo el profesor Trujillano, pero también les otorga disciplina y autoestima de forma que estas variaciones en los comportamientos de los reos del taller musical causa sorpresa hasta en sus propios familiares. Algunos presos incluso son analfabetos, pero han aprendido a leer música.
Larry Brewster, profesor de administración pública de la Universidad de San Francisco y estudioso del impacto de los programas artísticos en las prisiones, dijo a The Associated Press que el poder de las artes y la música en la rehabilitación carcelaria es inmenso. Indicó que los reclusos-artistas son “mucho más propensos a seguir otros programas educativos y vocacionales que los reclusos sin experiencia o educación artística”.
Reaño, quien desea convertirse en un músico de orquesta sinfónica, también ayuda al profesor en la enseñanza a sus compañeros y comenta que el trabajo musical siempre es a largo plazo.
“´Transformar delincuentes en músicos es algo que demora”, afirma.