A 100 años de Verano Rojo que acentuó segregación en Chicago
CHICAGO (AP) — Un caluroso día de julio de 1919, un chico negro de 17 años que nadaba en el Lago Michigan de Chicago fue a parar a una sección peligrosa: la playa de los blancos.
Bañisats blancos, furiosos por la intrusión de Eugene Williams, le tiraron piedras al muchacho. Una de ellas le dio en la cabeza y el joven se ahogó. El incidente desató una semana de disturbios en la que murieron 38 personas --23 negros y 15 blancos-- y más de 500 resultaron heridas, según la Sociedad Histórica de Chicago.
Esto ocurrió hace 100 años, en el “Verano Rojo”, que registró incidentes en todo el país. El terror de esos días sigue repercutiendo en una ciudad que todavía lidia con la segregación, la discriminación con las viviendas y fuertes tensiones entre los residentes y la policía.
La tercera ciudad más grande del país aún no superó las tensiones asociadas con la muerte en el 2017 de Laquan McDonald, un chico de 17 años que murió a manos de un policía blanco, y con las protestas que estallaron un año después, cuando circuló el video del episodio.
“Para mí hay una clara conexión entre Eugene Williams, (la víctima de un linchamiento en Mississippi en 1955) Emmett Till y Laquan McDonald", dijo Eve L. Ewing, profesor de sociología de la Universidad de Chicago y autor de una nueva colección de poemas llamada "1919".
Después de que el cadáver de Williams fue sacado del agua el 27 de julio, un grupo de testigos negros señalaron al hombre blanco al que acusaron de tirar la piedra, pero la policía se negó a arrestarlo. Se armó un gran revuelo y un hombre negro fue detenido. En la misma playa estallaron peleas y allí empezó todo.
Turbas de blancos irrumpieron en barrios negros del South Side de Chicago, quemaron casas y agredieron a mucha gente. Los residentes negros respondieron con armas y a los puños.
Juanita Mitchell, de 107 años, tiene problemas para recordar cosas de su infancia, pero no ha olvidado nada de los trágicos días de julio de 1919.
“Nos preparábamos para ir a una fiesta”, relató la anciana. “Oí a mi tío decir ‘ahí vienen’. Aludía a blancos que avanzaban por nuestra calle”.
Su tío les dijo que ella y los otros niños se escondiesen detrás de un piano en su casa del South Side. “Él se plantó frente a la puerta, con su arma. Estaba listo para dar pelea”, dijo Mitchell.
Algunos historiadores dicen que la violencia puede haber sido algo inevitable. Había muchas tensiones en torno a una gran migración de negros del sur hacia ciudades del norte, escapándole a leyes opresivas que perpetuaban el racismo, la desigualdad y la brutalidad. Muchos blancos pensaban que la llegada de los negros del sur podía dejarlos sin trabajo.
“Incluso si Eugene Williams no recibía un piedrazo en la cabeza, casi seguramente hubiera habido un estallido de violencia en gran escala en Chicago”, comentó Brad Hunt, vicepresidente de la Biblioteca Newberry de Chicago.
Hay razones para pensar que los incidentes tuvieron un impacto enorme en las relaciones raciales de esa ciudad. “La violencia de las turbas dictó las políticas que se adoptaban”, dijo Ewing. “Para comprender la segregación con que vivimos hoy y la desigualdad racial con la que vivimos en el siglo 21, es necesario remontarse a lo sucedido hace 100 años”.
Con el correr del tiempo, las reglas restrictivas hicieron que los propietarios de viviendas se resistiesen a venderles casas a familias negras, lo que garantizaba que ciertos barrios eran blancos y que los negros eran empujados a barrios del South Side.
“Lo de 1919 incide en la geografía racial de la ciudad de nuestros días”, dijo Hunt.
“Los límites del cinturón negro se ampliaron con el tiempo, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial, durante una segunda ola migratoria del sur. A esa altura las políticas raciales restrictivas se hicieron menos aceptables”, agregó. Algunas normas fueron anuladas. “Pero lo que pasó fue que el cinturón negro simplemente se expandió. Y nunca hubo una integración racial sostenida en el South Side. Lo que tenemos es un espacio segregado más grande, con límites bien demarcados. Todos los residentes saben cuáles son”.
“Podías ser agredido brutalmente si te pillaban ‘en la parte equivocada de la ciudad’”, expresó Riccardo Hoyfield, de 31 años, quien es negro. “Ahora te castigan con multas. Esa mentalidad de hace tiempo, que indica que una persona no debe cruzar a esa parte de la ciudad, sigue presente. Es sistemática”.
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Chicago, no obstante, registró algunos progresos. Este año la ciudad por primera vez eligió a una mujer negra, Lori Lightfoot, como alcaldesa. El procurador general del estado, el director del distrito escolar y el presidente del servicio de transportes público son todos negros.
Hace un año, sin embargo, el portal 24/7 Wall St. Dijo que Chicago era la segunda ciudad más segregada del país, superada solo por Detroit.
Para cambiar eso, dicen algunos, la ciudad debe superar su historia de racismo. “Si queremos soñar con un futuro distinto, tenemos que tener el coraje moral, la ambición intelectual y la imaginación política para pensar lo que sería forjar un mundo distinto”, dijo Ewing.
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Noreen Nasir está en http://www.twitter.com/noreensnasir