Tecnología resta romanticismo al Tour de Francia
ALBI, Francia (AP) — Con toda la tecnología en su contra, los seis ciclistas fugados en el Tour de Francia no tenían esperanzas de llegar a la meta sin ser alcanzados.
Los directores de carrera seguían meticulosamente todos sus movimientos en pantallas de televisión emplazadas dentro de sus coches y los competidores rivales eran informados instantáneamente sobre la separación, por medio de sus audífonos. Era un día para un sprint colectivo y no podía ser diferente.
En el Tour, se han ido los días en los que ciclistas atrevidos se lanzaban en ataques largos y vencían a los sprinters en la meta. El deporte ha cambiado tanto en 20 años que, en las numerosas etapas largas y planas de la competencia de tres semanas, las fugas carecen prácticamente de probabilidades de éxito.
"¿Una victoria en una etapa al estilo de Jacky Durand o Thierry Marie? Es casi imposible en los Grands Tours, y aún más en el Tour de Francia”, le dijo a The Associated Press el jefe del equipo Arkea Samsic, Emmanuel Hubert.
Hubert, un ex ciclista profesional, mencionó a Durand y Marie, dos ciclistas que encarnaron la idea del estilo. En los 80 y los 90, ambos eran capaces de lanzar largos despegues victoriosos que les hicieron favoritos de los fanáticos.
Esos escapes largos siguen ocurriendo en estos días, pero casi nunca son recompensados.
Como ejemplo están los seis que se pasaron el lunes delante del pelotón en la región suroccidental de Aveyron. Sus esperanzas de llegar a Albi antes de pelotón, se quedaron muy pronto sin posibilidades de final feliz.
Hubo cuatro ascensos en el día, pero la parte final, sobre terreno plano, les dio a los sprinters una oportunidad dorada para ganar la etapa. Tony Gallopin, Michael Schär, Natnael Berhane, Anthony Turgis, Mads Würtz Schmidt y Odd Christian Eiking se separaron del pelotón poco después de la arrancada. Como ninguno de ellos era una amenaza en la clasificación general, el pelotón no tuvo problemas en dejarles ir.
Pero una vez que su ventaja llegó a tres minutos, los fugitivos fueron mantenidos al alcance. Los sprinters aceleraron el paso del pelotón para asegurarse de que la brecha de los escapados no fuera demasiado grande, a fin de cerrarla más adelante en la etapa.
Una situación clásica se desarrolló entonces. Usando todos los datos disponibles para determinar el momento adecuado, los equipos de los sprinters organizaron la persecución a unos 50 kilómetros de la meta para alcanzar al audaz grupo.
"Hay mucho en juego para el equipo de los sprinters”, dijo el jefe del equipo Cofidis Alian Deloiel en comentarios a la AP. “Para ellos es casi un error profesional si, en una etapa plana, no alcanzan a los escapados. Tienen que preparar un sprint para el ciclista más veloz”.
Esas situaciones, que afectan también la carrera en las montañas, son un problema real para los organizadores, que necesitan mantener la excitación a lo largo de las tres semanas. En una reunión a puertas cerradas antes del arranque de la carrera, el director del Tour, Christian Prudhomme, instó a los ciclistas a ser más audaces luego de un inicio aburrido de la carrera el año pasado.
Deloeil y Prudhomme sienten nostalgia por la era en la que no existían los audífonos ni los medidores de poder. Piensan que los ciclistas no usan más sus instintos, con los ojos fijos en las pantallas para determinar cuándo deben atacar a los fugitivos.
El equipo Ineos, antiguamente Team Sky, depende a menudo de los medidores de poder _ los pequeños dispositivos colocados en las bicicletas para medir la energía usada por los ciclistas _ cuando lidia con ascensos. Es una estrategia que ha producido cinco victorias en el Tour con tres ciclistas diferentes desde el 2012.
Prudhomme quisiera restricciones en esos aparatos.
"Los ciclistas no deberían tener acceso permanente a sus datos”, le dijo Prudhomme a la AP. “En el pasado, Fausto Coppi atacaba a Gino Bartali cuando notaba una vena azul en la pierna de su rival. Era indicio de Bartali se estaba cansando. Y Bernard Hinault esperaba a que la pierna de Joop Zoetemelk se moviese a un lado, porque significaba que estaba cansado. Y ése era el momento en que Bernard atacaba”.