Izquierda nórdica endurece posturas hacia la inmigración
COPENHAGUE (AP) — En Escandinavia hay un nuevo tipo de izquierdista con consciencia social. Uno que quiere restringir la inmigración.
Partidos de izquierda de Dinamarca y Suecia que históricamente han defendido los valores humanitarios y un sistema de gobierno generoso han cambiado sus posturas sobre el tema desde que hubo una enorme ola inmigratoria en Europa que alcanzó su pico en el 2015.
La conversión les ha rendido dividendos.
El Partido Socialdemócrata de Dinamarca ganó las elecciones generales tras adoptar políticas más restrictivas hacia la inmigración.
“Los socialdemócratas básicamente siguieron a la mayoría de la población”, declaró la profesora de ciencias políticas de la Universidad de Copenhague Karina Kosiara-Pendersen.
Muchas otras organizaciones políticas de Europa se preguntan ahora si esa es “la cura para los otros partidos socialdemócratas”.
Se espera que Mette Frederiksen, la dirigente de 41 años que encabezó la transformación política, sea la próxima primera ministra de Dinamarca. Los últimos cuatro años, desde la oposición, los socialdemócratas casi siempre votaron con la derecha oficialista a favor de medidas más restrictivas hacia la inmigración.
Para poder formar un gobierno de minoría capaz de sacar adelante propuestas en el parlamento, no obstante, Frederiksen tuvo que hacer a un lado algunas de las propuestas restrictivas más radicales para ganar el apoyo de otras organizaciones de izquierda.
En toda Europa, una ola de un millón de refugiados y de migrantes económicos que llegó en el 2015 generó preocupaciones y facilitó el crecimiento de partidos anti-inmigrantes, los cuales restaron votos a los partidos tradicionales, sobre todo los izquierdistas, que postulaban políticas de aceptación de inmigrantes.
Muchos migrantes de África, Asia y el Medio Oriente se dirigieron a naciones ricas del norte de Europa, que tienen abundantes beneficios sociales.
Los socialdemócratas daneses llegaron a la conclusión de que era imposible preservar esos beneficios y al mismo tiempo mantener grandes cantidades de refugiados.
“Tenemos que reducir la cantidad de gente que viene para proteger nuestro estado benefactor, estos maravillosos beneficios que hemos conseguidos a lo largo de generaciones”, expresó Marina Christensen, empleada pública de 39 años, que votó por los socialdemócratas.
Otro que votó por ese partido, Casper K. Prien, dijo que quiere controlar la inmigración pero se opone a la retórica antimusulmana del Partido Popular de Dinamarca.
“Los socialdemócratas quieren ser firmes con la inmigración, pero conservando un rostro humano”, dijo el jubilado de 67 años.
Otros, en cambio, opinan que la izquierda está perdiendo sus valores humanitarios.
Los socialdemócratas apoyaron la “ley de las joyas”, que en el 2016 autorizó a las autoridades confiscar joyas y otras pertenencias de los refugiados para ayudar a costear los gastos de su mantenimiento. Organizaciones defensoras de los derechos humanos criticaron esa ley, que fue aplicada solo un puñado de veces.
También votaron el año pasado a favor de alojar a personas cuyos pedidos de asilo fueron rechazados y a extranjeros convictos de delitos en una pequeña isla que alguna vez fue usada para investigar enfermedades de animales contagiosas.
El acuerdo entre cuatro partidos que allanó el camino para que Frederiksen sea la primera ministra más joven en la historia de Dinamarca descartó el plan de enviar gente a la isla de Lindholm.
Algunos analistas expresan preocupación de que los partidos progresistas se tornen anti-inmigrantes por considerar que normaliza el trato cruel de gente que le huye a la guerra.
El diario alemán Die Welt opinó que el vuelco de los socialdemócratas daneses constituye “un giro peligroso”.
Stefan Lehne, experto del grupo de estudios Carnegie Europe, considera que las circunstancias en las 28 naciones de la Unión Europea son tan distintas que no se puede decir que los socialdemócratas daneses hayan encontrado una fórmula que garantiza la supervivencia de todos.
Lehne destacó que algunos partidos de Europa con posturas relativamente liberales hacia la inmigración han estado ganando elecciones en los últimos años, en que mermó el flujo de migrantes y el cambio climático pasó a ser el tema más relevante. Uno de ellos fue el socialista español Pedro Sánchez. Paralelamente, algunas agrupaciones de derecha han perdido terreno a pesar de sus propuestas duras hacia la inmigración.
A pesar de la línea dura hacia la inmigración, sin embargo, los socialdemócratas daneses en realidad ganaron una sola banca en el parlamento comparado con las elecciones del 2015.
En la vecina Suecia, los socialdemócratas llegaron al poder el año pasado después de girar a la derecha en medio de una ola de fervor por un partido populista contrario a la inmigración.
David Crouch, autor del libro de próxima publicación “Casi perfecto: Cómo funciona Suecia y lo que podemos aprender de ellos”, dice que tanto la centro-derecha como la centro-izquierda de Suecia emplean un lenguaje duro hacia la delincuencia a medida que la inmigración baja.
El primer ministro socialdemócrata sueco Stefan Lofven amenazó con usar el ejército para poner fin a una ola delictiva y el partido dice ahora que fue un error recibir a decenas de miles de migrantes en el 2015. Además ha habido sonados casos de niños separados de sus padres o de comerciantes amenazados con ser deportados.
Hay quienes dicen que los demócratas de Estados Unidos podrían beneficiarse en las próximas elecciones si asumen posturas más duras hacia la inmigración para restarle votos al presidente Donald Trump, cuyas políticas anti-inmigratorias movilizan a su base.
Pero Lehne afirma que los hispanos y otras comunidades que tradicionalmente votan por los demócratas lo considerarían algo xenofóbico y no lo perdonarían.
“Sería suicida para ellos oponerse a la inmigración”, señaló Lehne. “Eso está totalmente descartado”.