Padres salvadoreños exigen en EEUU la liberación de su hija
Su abogada probó con ejercicios de respiración, plastilina para liberar el estrés y un juguete. Pero la pequeña niña salvadoreña de 7 años seguía desconsolada el miércoles, incluso después de que el gobierno la trasladó fuera de una estación de la Patrulla Fronteriza en la que infantes, niños y adolescentes eran detenidos en condiciones insalubres, con alimentación inadecuada y falta de agua.
Una abogada migratoria se reunió con la niña en un programa de cuidado infantil temporal y dijo que la menor estaba en un lugar más seguro, pero que aún no podía dejar de llorar, ni siquiera cuando la comunicó con sus padres en una videollamada.
“Simplemente tenía los ojos bien abiertos y se le empezaron a llenar de lágrimas, no podía hablar, sólo asentía con la cabeza”, dijo la abogada Taylor Levy poco después de una visita de 45 minutos. “Cuando iniciamos la llamada les pedí que intentaran mantenerse fuerte, que la verían pronto, pero se pasaban el teléfono el uno al otro porque intentaban no llorar”.
Abogados señalaron que la semana pasada la niña parecía estar en un alto riesgo de sufrir un trauma emocional, cuando se le encontró desconsolada, deprimida y en mal estado dentro de una estación de la Patrulla Fronteriza en Clint, Texas. Levy dijo que el miércoles la encontró con el cabello cepillado y ropa limpia. Llegó a un centro de cuidado temporal de El Paso la noche previa, y sus abogados trabajan para reunirla con sus padres, que viven en Estados Unidos.
Horas antes, después de que sus abogados enviaron una notificación legal al Departamento de Justicia para exigir la liberación de la menor, el padre de la niña dijo a The Associated Press que estaba aliviado de escuchar que ella ya no estaba en la estación de Clint, Texas.
Un equipo legal le dijo que había sido enviada a un refugio infantil en El Paso, pero que él sigue desesperado debido al evidente sufrimiento de su hija.
“Estaba llore y llore... tanto, que casi se me quedaba como troncada”, dijo el padre de la niña, que habló a condición de guardar el anonimato por temor a que divulgar su nombre podría afectar sus posibilidades de reencontrarse con ella.
La pequeña llamó la atención de los abogados que entrevistaban a menores la semana pasada en la estación de Clint, donde, afirman, estalló en llanto cuando le hicieron una pregunta.
Llamaron a su padre después de encontrar su número escrito en un brazalete que llevaba con la etiqueta “padre en Estados Unidos”. Pero la niña apenas podía hablar por teléfono.
La última vez que hablaron, el sábado, ella tosía y dijo que poco antes los guardias la habían castigado obligándola a dormir en el suelo después de que otros niños de la celda extraviaron el cepillo para piojos que les había dado una enfermera, dijo el padre de la niña.
“Casi no duermo. Cada día que pasa que no he hablado con ella estoy pensando: ‘¿Por qué yo puedo estar durmiendo bien y ella muy mal, solita allí?’ Es aterrador esto”.
Acusando violaciones al acuerdo Flores, un convenio legal que requiere instalaciones seguras e higiénicas para la detención de niños y familias migrantes, la abogada de la familia, Amy Maldonado, dijo en una notificación legal que planean presentar una denuncia ante una corte federal de distrito para solicitar una orden de restricción temporal, así como un interdicto preliminar en caso de que la niña no les sea entregada a sus padres.
“Fue obligada a dormir en el suelo por usar un peine”, dijo Maldonado. “Quiero averiguar el nombre del agente que le hizo eso”.
Los documentos legales ofrecen un vertiginoso recuento de lo que han sido los últimos días de la niña.
De acuerdo a reportes, el domingo fue enviada a un albergue de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados (ORR) en Combes, Texas, a 12 horas de distancia por carretera, pero se canceló su llegada. Posteriormente fue enviada de regreso al otro lado de Texas, a la estación de la Patrulla Fronteriza en Clint, donde supuestamente esperó a ser trasladada a un refugio en San Antonio.
Entonces se tomó la decisión de colocarla en otro albergue de El Paso, y después nuevamente en San Antonio, se indicó en la notificación. Durante ese frenético lapso de cuatro días, la niña no tuvo comunicación con sus padres, según el documento enviado al Departamento de Justicia.
Un funcionario de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus iniciales en inglés), que informó a la prensa el martes a condición de guardar el anonimato, reiteró que con 2.000 niños en custodia, la agencia está “en modalidad de crisis”. La ley requiere que la dependencia ponga a los niños bajo el cuidado de la ORR, que administra los albergues y campamentos en los que los menores aguardan para reunirse con familiares o tutores.
El funcionario dijo que ya se investigan las acusaciones de violaciones a los derechos civiles, maltrato y detención. La CBP realizó un recorrido con la prensa por las instalaciones de Clint el miércoles.
La ORR no comentó por el momento, pero la representante demócrata Diana DeGette dijo que el director interino de la agencia, Jonathan Hayes, le informó el miércoles que la capacidad está al límite, por lo que no siempre pueden aceptar a los niños que la CBP intenta entregar. Indicó que la agencia administra 165 albergues en 23 estados y planea abrir dos más en Texas y Oklahoma.
“Necesitamos que estas agencias trabajen juntas, y necesitamos encontrar la manera de derribar cualquier obstáculo que lo esté evitando”, dijo DeGette. “Porque, en este momento, lo que tenemos es un sistema que está fallando por saturación, y cuando eso sucede, son los niños los que resultan más perjudicados”.
Después de que The Associated Press diera a conocer la noticia sobre la situación dentro de la estación de Clint, legisladores de ambos partidos exigieron que se realizaran cambios. Poco después, la niña, y más de 200 menores de hasta 17 años, fueron trasladados en autobús a otra instalación de la CBP en el norte de El Paso, donde se ubica una zona de carpas temporales que cuenta con regaderas y colchonetas.
Para el lunes por la mañana, la representante federal demócrata Verónica Escobar dijo que la Patrulla Fronteriza le había notificado que quedaban menos de 30 menores en Clint, y que autoridades federales señalaron que se estaban preparando para enviar a casi 250 de los menores a albergues de la ORR, el primer paso para reunirlos con sus familiares.
Pero en los días subsecuentes, la CBP decidió reutilizar las instalaciones de Clint para retener a menores, tanto aquellos que llegaron sin compañía de un adulto como los que fueron separados de sus padres y tutores.
Miembros del personal de distintas oficinas del Congreso señalaron que la niña estaba entre aquellos que serían enviados a refugios y posteriormente con sus padres, quienes están casados y han vivido varios años en Estados Unidos, donde trabajan en compañías de construcción y de limpieza.
Huyeron de El Salvador debido a la violencia de las pandillas, y dejaron a su hija en lo que creían era una región más segura de la nación centroamericana, confiándole su cuidado a una tía. La niña tenía buenas calificaciones en el primer grado, y cada noche llamaba a sus papás para contarles historias de la escuela, y lo mucho que le gustaba jugar a ser doctora que curara a los enfermos. Poco después, la relación de la tía con su pareja se tornó abusiva, por lo que ella decidió llevarse a la niña a Estados Unidos, donde esperaba que tuviera una vida mejor con sus padres.
En lugar de eso, sus padres pasaron varios días sin tener idea de dónde estaba su hija, relató Maldonado.
“Quiero que cambien la forma de tratar a los niños en este país. Que les den un buen trato y que los entreguen a sus padres”, afirmó el padre de la niña.