Vanina Correa: cajera, mamá y estrella de Argentina
PARÍS (AP) — A sus 35 años, es la más veterana de su selección, la única que dio a luz a dos hijos y, desde que comenzó el Mundial de Francia, la estrella de una Argentina que lucha por sobreponerse a su precariedad y hacer historia.
Vanina Correa vive su momento de gloria en el fútbol, seis años después de haberse despedido del mismo.
Y todo gracias a la fe ciega que le tiene el técnico Albiceleste, Carlos Borrello, y a su brillante actuación en el duelo que el viernes enfrentó a Inglaterra y Argentina, que concluyó con derrota de las sudamericanas por 1-0.
El marcador del Stade Océan de Le Havre habría reflejado unos cuantos goles más, si Correa no se hubiera exhibido con varias atajadas salvadoras. Cinco, según las estadísticas que mostró la FIFA, justo antes de que Jodie Taylor lograra batirla.
"Lo suyo hoy fue de una arquera de clase mundial", la elogió Phil Neville, el técnico de Inglaterra, que vio cómo Correa le desviaba un penal a Nikita Parris a los 27 minutos.
"Creo que los argentinos me dieron el empujón para llegar (al penal). También mis hijos, mi familia, todos", afirmó Correa, con una media sonrisa tras el choque.
Correa también se destacó en el empate sin goles ante Japón en el debut. Las sudamericanas se jugarán el pase a los octavos de final del Mundial femenino al medirse contra Escocia en el cierre del Grupo D.
Como la mayoría de jugadoras argentinas, la guardameta es una amateur que alcanzó su tercera justa mundialista — estuvo en Estados Unidos 2003 y en China 2007 —, después de haberse retirado del fútbol en 2010 por una grave lesión en el psoas y porque quería ser mamá.
No podía caminar, tampoco patear. Pasó cinco años sin tocar la pelota.
Del arco de Boca Juniors, su equipo entonces, pasó a la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez, una ciudad de 80.000 habitantes en su Rosario natal, donde continúa trabajando como cajera.
Y es que las mujeres siguen sin poder vivir del fútbol en Argentina, cuya federación de fútbol recién alcanzó un acuerdo con jugadoras y clubes para profesionalizar el precario campeonato femenino la próxima temporada.
Antes de encarar esa lucha por la igualdad, Correa se había sometido a un tratamiento de fertilidad para ser madre y de ahí nacieron Luna y Romeo, sus mellizos de cinco años, su motor para multiplicarse.
"Es difícil encontrar las horas porque a veces no me alcanza. Voy a dormir dejando acomodadas las cosas porque al día siguiente tengo que ir a entrenar, a trabajar, ir al club, se me hace muy difícil", confesó la actual arquera de Rosario Central, que también fue olímpica en los Juegos de Beijing 2008.
Pero su pasión por el fútbol fue más fuerte. Y en 2016, Correa volvió a colocarse bajo el arco del rosarino Social Lux. Borrello la llamó para la selección un año más tarde.
Ella dudó, pero regresó con la máxima ambición: "Mi sueño en Francia es salir campeona del mundo".
Alzar Copa del Mundo está casi imposible, pero su momento de gloria ya lo vivió.