Accidente de crucero en Budapest se veía venir
BUDAPEST (AP) — Fue un desastre que se veía venir. Así describen en Budapest el accidente entre un enorme crucero y una pequeña embarcación turística que dejó al menos 19 muertos en el río Danubio y generó nuevos reclamos de que se prohíba el acceso de grandes naves a pasajes acuáticos estrechos.
Un boom turístico en la capital húngara dio lugar a grandes congestionamientos en el río que atraviesa la ciudad, donde abundan las embarcaciones y hoteles flotantes que compiten por ubicarse mejor frente a los espectaculares edificios neogóticos y elegantes iglesias y puentes.
El tráfico de embarcaciones es caótico. Una nave ofrece cenas con música clásica, otra una fiesta con todas las de la ley y también hay un pub flotante. Un autobús turístico anfibio recorre la ciudad por tierra y luego se adentra en el río para un paseo fluvial.
El tráfico es particularmente intenso debajo de los puentes y de noche, cuando los edificios son iluminados y se ven maravillosos. El accidente de la semana pasada se produjo de noche.
Una pequeña lancha turística con 33 sudcoreanos y dos tripulantes húngaros a bordo se hundió en siete segundos en medio de una tormenta y tras ser embestida por el crucero Viking Sigyn debajo del Puente Margit.
Diecinueve personas se ahogaron y no se tiene noticias de otras nueve. Solo hay siete sobrevivientes confirmados.
No se ha determinado la causa del accidente, pero el capitán del crucero fue detenido bajo sospecha de “haber causado un desastre masivo”, lo que conlleva una condena de dos a ocho años de prisión.
El de Budapest fue el primero de dos accidentes con cruceros ocurridos en Europa la semana pasada y el cuarto desde octubre. Un crucero embistió el domingo en Venecia a un barco turístico anclado, causando lesiones a al menos cinco personas y pánico a muchas más.
El episodio de Budapest demuestra que el desborde de turistas, un fenómeno que viven también ciudades como Venecia, Barcelona y Dubrovnik, puede provocar tragedias.
El director de la federación de transportes acuáticos de Hungría, Attila Bencsik, dijo que en la hora pico, al anochecer, hay entre 50 y 70 naves que se desplazan al mismo tiempo por el Danubio en Budapest.
“Con creciente frecuencia estos cruceros no solo llegan, anclan y entregan la ciudad a sus pasajeros, sino que también transportan grupos que realizan tours”, manifestó Bencsik.
“No habría accidentes si todos respetasen las reglas, pero si todas las noches hay 20 o 30 cruceros dando vueltas, eso aumenta el tráfico significativamente y también aumenta el peligro de accidentes. Esto es un hecho”, declaró.
Budapest vive un boom turístico desde hace algunos años. Constantemente llegan aviones de Estados Unidos, Asia y el Medio Oriente con miles de turistas a una ciudad con mucha historia y relativamente barata.
Cuando Hungría se abrió al turismo tras la caída del comunismo a fines de la década de 1980, era conocida por sus casinos y su buena comida. Hoy tiene más bien fama de ciudad para parrandear.
Si bien el portal Mejores Destinos Europeos designó a Budapest la mejor opción turística del 2019, el portal statista.com la ubicó el año pasado quinta en la lista de ciudades con mayor desborde turístico, detrás de Barcelona, Ámsterdam, Venecia y Milán.
La cantidad de noches que los turistas pasaron en Budapest subió de los 4,9 millones del 2010 a los 8,1 millones del 2018, de acuerdo con la Oficina Central de Estadísticas de Hungría.
En los últimos seis meses hemos empezado a pensar en este fenómeno llamado ‘desborde turístico’”, expresó Peter Kraft, ex secretario de turismo de Hungría, hoy director de una firma inversora en turismo. “Estamos repletos de turistas, algo que personalmente no me gusta”.
“Budapest es un gran destino, económico”, señaló, agregando que una posible solución podría ser subir los precios.
“Deberíamos empezar a pensar no en los números, sino en la calidad”, sostuvo.
Inmediatamente después del accidente, las autoridades acortaron significativamente los paseos por el río para no entorpecer las investigaciones.
Muchos turistas desistieron de hacer el paseo en barco tras el episodio. Pero Christine Ratcliffe, de Inglaterra, sí lo hizo.
“Me sentí bastante segura. Esto funciona desde hace años. Fue una de esas cosas desafortunadas”, expresó.
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Pablo Gorondi y Bernadett Tomsits colaboraron en este despacho.