Ataque del gobierno sirio deja 5 muertos en bastión rebelde
BEIRUT (AP) — Un niño de 13 años salió de los escombros con el brazo ensangrentado y los ojos rojos e hinchados ante los gritos de los rescatistas. Aún no sabía que su madre y dos hermanos fallecieron por los proyectiles lanzados por los aviones del gobierno de Siria contra un edificio residencial el jueves en el último bastión rebelde del país, dijeron activistas.
Los ataques hicieron colapsar el edificio en Maaret al-Numan, una localidad en la provincia sureña de Idlib, y provocaron la muerte de por lo menos cinco personas, incluidos tres miembros de la familia Qasheet.
Los combates han azotado Idlib y las zonas aledañas desde el 30 de abril, cuando militares sirios con apoyo de ataques aéreos ingresaron al enclave sobrepoblado. El área sigue siendo un obstáculo para que el presidente Bashar al-Assad alcance la victoria final contra la oposición armada tras ocho años de guerra civil.
La agencia de la ONU para la infancia informó que más de 130 menores han fallecido en el último mes y casi 30 hospitales se han visto afectados por los ataques. La UNICEF advirtió que el aumento de la violencia pone en peligro la vida de miles de niños.
Los niños, que “no tienen ninguna responsabilidad” por la guerra, sufren más que cualquiera, advirtió la agencia. Las labores de ayuda de emergencia son “soluciones rápidas que solo alcanzan a mitigar las consecuencias humanitarias de una violencia así de brutal e innecesaria”, añadió.
Un video grabado por la Defensa Civil Siria mostró a los voluntarios trabajando para sacar cuerpos y sobrevivientes del edificio colapsado.
Los voluntarios del grupo conocido también como Cascos Blancos retiraron bloques de hormigón para dar con el cadáver de un niño de 14 años. Su padre, que estaba detrás de la cámara, lloraba mientras repetía el nombre de su hijo, Abboudi, mientras los rescatistas averiguaban cómo levantar la pesada estructura. Una excavadora grande estaba cerca del sitio.
Vestido con una camiseta azul, Abboudi estaba boca abajo, entre dos bloques grandes de hormigón y con un charco de sangre debajo de su nariz.
En medio del frenesí, un niño más pequeño emergió de un hueco entre los escombros con los ojos rojos e hinchados, el cabello y el cuerpo empolvados, y con la camiseta hecha trizas colgando de su torso. Era Hakam, el hermano menor de Abboudi, que estaba a unos cuantos metros de distancia del cuerpo destrozado de su hermano. Los rescatistas celebraron y sacaron a Hakam Qasheet de la zona. La madre y hermana de ellos también fallecieron.
La agencia de noticias Balandi, operada por activistas, reportó que cinco personas fallecieron por el ataque.
El bastión rebelde es hogar de unos 3 millones de personas. Los ataques contra el enclave sobrepoblado han provocado que decenas de miles de civiles huyan a zonas más seguras en el norte.