Brasil: internación forzada para dependientes de drogas
SAO PAULO (AP) — A días de que el Supremo Tribunal brasileño se pronuncie sobre la despenalización del consumo y la tenencia de marihuana, el Senado aprobó cambios en la política de estupefacientes que endurecen las penas para traficantes e introducen la internación forzada de adictos en centros privados y religiosos.
El proyecto aprobado este miércoles lleva de cinco a ocho años la pena mínima para traficantes que lideren organizaciones criminales. Además, fortalece el papel de las comunidades terapéuticas en la recuperación de consumidores. En muchos casos son espacios ligados a instituciones religiosas, que pasarán a recibir donaciones particulares y fondos públicos para su funcionamiento. El proyecto cuenta con el visto bueno del gobierno del presidente Jair Bolsonaro, a manos de quien llegará para ser sancionado.
Especialistas en política de drogas consultados por AP criticaron los cambios y consideraron que el proyecto avanza en sentido contrario al consenso en la ciencia para desalentar el consumo y tratar la salud de consumidores.
“Es un perfecto ejemplo de cómo este gobierno busca resolver asuntos complejos con soluciones simples y erradas”, dijo Leon Ribeiro, psiquiatra experto en Salud Pública y exmiembro de la Secretaría Nacional de Política sobre Drogas (Senad). Ribeiro cuestionó la introducción de la internación involuntaria de usuarios de drogas, uno de los puntos más polémicos.
Para que la internación se produjera, hasta ahora debía haber un visto bueno del consumidor. Ahora, basta la recomendación de algún familiar o un funcionario público del área de salud o asistencia social y apenas profesionales de salud pueden dar el alta a un tratamiento.
“Experiencias de este tipo fracasaron y dañaron la credibilidad de los profesionales de la salud para ayudar a la población usuaria de drogas, que va a querer huir de ellos. Es un intento de traer el castigo y la pérdida de libertad como solución para quien consuma estupefacientes”, opinó Ribeiro.
Otras de las críticas es la falta de una distinción clara entre usuario y traficante, dado que el proyecto aprobado no establece parámetros objetivos sobre la cantidad de droga que caracteriza a cada uno.
El proyecto aprobago este miércoles había sido presentado en 2013 por el entonces diputado y actual ministro de Ciudadanía, Osmar Terra.
El momento de la aprobación no es casual. El gobierno busca que actúe como un factor de presión sobre la Corte, que el 5 de junio se pronunciará sobre la constitucionalidad de la tenencia y consumo de marihuana.
“Si el proyecto no es aprobado, el Supremo Tribunal Federal (STF) corre el serio riesgo de liberar las drogas en Brasil en breve”, había alertado a principios de esta semana Eduardo Bolsonaro, diputado e hijo del presidente, en un video divulgado por redes sociales.
La aprobación del proyecto, sin embargo, es independiente y no interfiere en la decisión que deberán tomar los ministros del STF. Hasta ahora, tres de los 11 magistrados que componen la Corte ya se pronunciaron a favor de la liberación de la posesión de marihuana para uso personal.
“Existe un gran riesgo de que se entienda que el tratamiento debe ser estar enfocado únicamente en las comunidades terapéuticas, que están por fuera del sistema de salud y reciben poca fiscalización”, dijo Luis Fernando Tófoli, profesor de la Unicamp y miembro del consejo de la Plataforma Brasileña de Política de Drogas.
En línea con los cambios aprobados en el Congreso, Bolsonaro presentó el mes pasado un decreto de “Política Nacional de Drogas” que según especialistas pone el foco en una mayor represión al tráfico.
El ultraderechista, que pese a ser católico forjó un estrecho vínculo con las iglesias evangélicas, a quienes les prometió restablecer los valores “tradicionales” en Brasil, es un ferviente detractor de la despenalización del consumo de drogas. Cuando era diputado federal, Bolsonaro dijo que la despenalización de la marihuana “beneficia a traficantes, abusadores, usuarios de todo tipo de drogas y crea una comunidad de atorrantes drogadictos”.