Incertidumbre desmotiva nuevas caravanas de migrantes
SAN PEDRO SULA, Honduras (AP) — La hondureña Noemí Reyes fue deportada el martes desde México y a la medianoche del mismo día tomó otro bus para, de nuevo, volver a integrarse a la última caravana que salió el martes desde San Pedro Sula, en Honduras. Sin embargo, esta vez fueron menos de 300 los que se lanzaron rumbo al norte.
Las redes sociales y chats de whatsapp no pudieron convocar a tantos migrantes como en anteriores ocasiones. Los mensajes sobre las redadas y detenciones en México y la incertidumbre ante posibles deportaciones desmotivaban a los centroamericanos, aunque otros intentaban contrarrestar este sentimiento con mensajes que decían que se estaba juntando más gente de la que en realidad había.
Y aunque las caravanas tienden a crecer en número a medida que avanzan, el grupo que salió de San Pedro Sula, en el norte hondureño, no llegaba a los tres centenares, muchas menos personas de las 1.000 o más que se habían reunido en ocasiones anteriores.
Reyes, que había salido el pasado 10 de abril desde el mismo sitio pero fue detenida y deportada desde Tapachula, México, 20 días después, fue una de ellas.
“No tengo casa, ni dinero, tengo 5 hijos y quiero llegar a la frontera con México y Estados Unidos, para que me manden a traer de ahí y pueda buscar trabajo, me veo obligada a abandonar el país”, dijo la mujer antes de abordar el bus donde llevaba a su pequeño hijo de 4 años.
La tarde del martes un pequeño grupo de migrantes se reunió en la terminal de buses de San Pedro Sula y a medianoche empezaron a avanzar hacia la frontera con Guatemala.
El gran operativo lanzado por las autoridades mexicanas hace una semana, en el que cientos de hombres, mujeres y niños fueron subidos a camionetas y luego a autobuses para ser trasladados a centros de detención, parece que marcó un punto de inflexión y desalentó también a migrantes que se estaban organizando desde El Salvador.
“La (caravana) que supuestamente iba a salir ahora no salió”, escribió en un chat un hombre que se identifica como Jeremy. “En esa me iba a ir pero ya no salió, nos dieron paja (...) nadie llegó al Salvador del Mundo”, la plaza donde suelen reunirse los migrantes salvadoreños para salir en grupo.
Periodistas de The Associated Press estuvieron presentes en esa plaza de la capital de El Salvador la noche del lunes y el martes por la mañana y nadie se presentó y, a diferencia de lo ocurrido en convocatorias anteriores, los grupos de whatsapp tenían una participación mínima.
La política migratoria mexicana ha desmotivado a muchos pero no ha acabado con el sueño de otros que esperan mejorar sus condiciones de vida.
El hondureño José Adolfo Guzmán, de 27 años, también intentó migrar el 10 de abril pasado con su pareja y la hija de esta de dos años. Guzmán quiere escapar de la pobreza y la violencia de Honduras. Vive en una zona de San Pedro Sula donde manda la pandilla Barrio 18. Para entrevistarlo tuvo que encontrarse con los periodistas de AP fuera de su casa, en un área menos complicada.
Logró cruzar a México sin documentos, pero su pareja fue detenida por migración una semana después en Huixtla, en el sur mexicano. Entonces optó por entregarse a migración y fue deportado a Honduras el 24 de abril.
Asegura que lleva cinco días intentando encontrar un trabajo sin éxito así que volverá a migrar. No le asusta lo vivido.
“Al no encontrar trabajo ni nada, nos tocaría agarrar nuestras maletas de nuevo y buscar ese sueño”, dice. “Es de locos estar en un país donde no hay vida”.
Guzmán y su pareja planean lanzarse al norte dentro de 15 días, esta vez sin la niña.
“Si esto sigue así, de mal en peor, lo intentaremos las veces que sean necesario”, señaló. “O se aburren ellos de nosotros (la migración mexicana) o nos aburrimos nosotros de intentarlo”.
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El periodista Marcos Alemán, desde San Salvador, y Claudio Escalón, desde San Pedro Sula, colaboraron con este despacho.