En total suma 11,8% en el año, casi la mitad de la prevista en el Presupuesto elevado por el gobierno para el presente año.
El dato, no por esperado o sospechado, dejó de impactar a los mercados y a la gente en general. Fue divulgado este martes 16 por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, y de su informe se concluye que el mayor empuje vino por el lado de transporte y alimentos, dos rubros que impactan fuertemente el bolsillo de todos los ciudadanos.
El lunes, el Presidente Macri se había adelantado a la difusión del dato, anunciando que para marzo se esperaba "un pico", luego del cual comenzaría a bajar gradualmente; sin embargo, la mayoría de los técnicos y analistas consultados han estimado que abril será otro mes de alta inflación, teniendo en cuenta que en el mes corriente se han seguido registrando subas en tarifas públicas, como el transporte y combustibles, a la que se sumará la del gas en estos días.
El fenómeno de esta inflación tan alta, en un gobierno que llegó poniendo especial foco en este aspecto, y que incluso en plena campaña expresó que era un fenómeno relativamente fácil de contener, es multicausal.
Por un lado, impacta fuertemente el brutal ajuste de las tarifas públicas, generadas a raíz de la eliminación de subsidios a los consumidores en Capital Federal y parte de la Provincia de Buenos Aires. Desde que asumió el actual gobierno, el costo de subtes, trenes y colectivos, aumentó más del 200%; el costo del agua y saneamiento subió en el entorno del 500%; mientras que el costo del gas subió un 1000% y la luz un 1627%.
También impacta de manera notable la continua devaluación del peso, experimentada en forma consistente desde abril de 2018, cuando el precio de la moneda norteamericana subió de 18 a 20 pesos, y siguió una espiral ascendente que hizo que en setiembre llegara a superar los 40 pesos argentinos. Luego bajó y se mantuvo por debajo de esa cifra lo que restaba de 2018, pero actualmente, con fluctuaciones, se encuentra en los 43 pesos.
Finalmente, no es menor el componente psicológico de la economía. En el caso de Argentina, que ha pasado por experiencias muy recientes -y dolorosas- de hiperinflación, parece haber un convencimiento de que la misma será estructuralmente alta, especialmente por parte de las empresas que tienen capacidad de incidir en la fijación de precios, y no dudan en trasladar esta incertidumbre a las personas.
Hasta ahora, todos los ensayos del equipo económico por ponerle un freno a esta escalada, han sido infructuosos.
Este miércoles se anunciara una nueva medida: un plan de congelación de precios, de seis meses de duración, de ciertos productos básicos (alimentos, productos de limpieza, etc) con las empresas productoras y distribuidoras. No es una medida que al gobierno le resulte agradable, debido a lo que significa la intervención en el mercado; pero es un medida políticamente necesaria para ver si logra calmar un poco la preocupación y angustia de los ciudadanos comunes y corrientes que ven cómo se licúan sus ingresos, y también para un gobierno que está fracasando en el área que supuestamente más domina: la Economía.
A esto se suma que el Banco Central, desde el lunes intervendrá en el mercado de cambios, vendiendo 60 millones de dólares diarios hasta fin de año, con lo que se espera frenar, o al menos atenuar, la devaluación del peso.
Ahora habrá que ver si estas medidas tienen la eficacia que hasta ahora no han tenido, especialmente en términos de generar confianza; o si, por el contrario, como viene sucediendo desde diciembre del 2017, el empuje inflacionario es más fuerte que la capacidad del gobierno de hacerle frente.