Cómo fue la intrincada relación entre Assange y Ecuador
QUITO (AP) — La relación entre el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, y los funcionarios de Ecuador que le concedieron asilo tuvo los altibajos de una telenovela.
El vínculo entre el australiano de pelo plateado y los líderes de la nación sudamericana se volvió cada vez más tirante a medida que surgían peleas por todo, desde su intervención en los asuntos exteriores de la nación hasta la higiene de su gato. Y finalmente se rompió el jueves cuando el presidente Lenín Moreno permitió que las autoridades británicas retiraran por la fuerza a Assange de la embajada de Ecuador en Londres.
Pero, ¿cómo dio semejante giro su relación?
Ecuador emergió como un refugio seguro para Assange en 2012 cuando se terminaron sus opciones legales en el Reino Unido para evadir su extradición a Suecia por acusaciones de delitos sexuales. Un día de junio se mudó a la embajada ecuatoriana cercana a los exclusivos almacenes Harrods en lo que parecía sería una corta estadía. Sin embargo, una pequeña oficina transformada en dormitorio dentro de la sede diplomática se terminó convirtiendo en su residencia permanente, a la que los críticos compararon con una cárcel de facto.
Entonces Ecuador estaba gobernado por Rafael Correa, un izquierdista con una inclinación anti Estados Unidos que defendía la causa de Assange. Otorgar asilo a Assange permitió a Correa elevar su estatus moral al asociarse con un hombre cuyos seguidores lo veían como un Robin Hood de la era digital, un cruzado contra los grandes gobiernos y corporaciones.
"¡Bienvenido al club de los perseguidos!", le dijo Correa durante una entrevista en el programa de televisión de Assange antes de concederle el asilo.
La embajada ecuatoriana en Londres consta de unas cinco o seis habitaciones y anteriormente se usaba como un solo apartamento. Durante su larga estadía en el lugar Assange se ejercitó en una cinta de correr para mantenerse en forma, usó una lámpara solar para compensar la falta de luz natural y se le permitieron tanto las visitas como las entregas de pizza. Su lista de invitados incluyó a estrellas como Lady Gaga y Pamela Anderson.
"No es del todo el Hilton", dijo Gavin MacFayden, un simpatizante y director de una escuela de periodismo de investigación durante los primeros meses de la estadía de Assange en la embajada.
La madre del australiano expresó su preocupación por la salud de su hijo, pero el creador de WikiLeaks se mantuvo firme en su permanencia en el lugar.
"Mientras esta investigación inmoral continúa y mientras el gobierno australiano no defienda al periodismo y la publicación de WikiLeaks, debo permanecer aquí", dijo en un discurso en la embajada unos seis meses después de su ingreso.
La primera disputa pública importante se produjo cuatro años después, en 2016, cuando el gobierno de Ecuador interrumpió su acceso a internet después de que WikiLeaks publicara un montón de correos electrónicos dañinos para la campaña presidencial de Hillary Clinton.
Al apuntar contra Clinton, Assange afectó el apoyo de Correa a la candidata demócrata y su esfuerzo por reparar las complicadas relaciones con Washington. WikiLeaks acusó a Ecuador de inclinarse ante la presión de Estados Unidos y el entonces secretario de Estado John Kerry, acusación que negó la pequeña nación andina.
Un año más tarde, Assange volvió a emerger como una espina para la política ecuatoriana.
La prolongada estadía en la embajada del activista se convirtió en un punto focal de la campaña para las elecciones presidenciales de 2017. El banquero conservador Guillermo Lasso dijo que lo desalojaría en un plazo de 30 días. Moreno, el sucesor elegido por Correa, dijo que lo dejaría quedarse y ganó por poco.
Después de la votación, Assange atacó a Lasso desde Twitter.
"Invito cordialmente a Lasso a salir de Ecuador dentro de los 30 días (con o sin su millonario paraíso fiscal)", escribió, aludiendo a las acusaciones de que el banquero había guardado dinero en el extranjero. Los comentarios sacudieron a Moreno, quien le advirtió que se mantuviera afuera de la política ecuatoriana.
A los pocos meses de asumir el cargo, el gobierno de Moreno reprendió a Assange nuevamente por inmiscuirse en los asuntos internacionales después de que expresara su apoyo a los secesionistas catalanes desde la embajada de Ecuador. Las relaciones se volvieron tan complicadas que, un año después, Ecuador instituyó un protocolo más estricto que describía lo que Assange podía y tenía prohibido hacer dentro de la embajada. Las reglas incluían que Assange pagara por su internet y cuidara y limpiara a su gato.
Assange se opuso a las nuevas regulaciones y trató de desafiarlas en la corte, en vano.
Correa dijo el jueves que cree que la última gota para Moreno fue la decisión de WikiLeaks de difundir información sobre una supuesta cuenta en el extranjero controlada por el hermano del presidente. Además, fotografías personales de Moreno acostado en la cama, así como imágenes de familiares cercanos bailando también se filtraron, lo que indignó al jefe de Estado.
Al respecto Correa, que tuvo una pelea pública con Moreno, lo acusó de "cobardía".
"Esto jamás será olvidado por la humanidad", escribió el expresidente ecuatoriano en Twitter.
La ministra de Interior ecuatoriana María Paula Romo dijo que el comportamiento de Assange se había vuelto intolerable y hasta lo acusó de esparcir materia fecal en las paredes de la embajada.
En un video compartido en Twitter, Moreno describió a Assange como "descortés y agresivo".
"La paciencia de Ecuador ha llegado a su límite", dijo.
Es probable que Moreno esté bajo la creciente presión de Estados Unidos para entregar a Assange, pese a que el jueves aseguró que había tomado la decisión después de que el Reino Unido garantizase que no sería extraditado "a un país donde podría enfrentar la tortura o la pena de muerte”.
Poco después de la elección de Moreno, el exdirector de la campaña del presidente Donald Trump, Paul Manafort, viajó a Quito en compañía de inversionistas chinos. Los asesores de Moreno dijeron que el nombre de Assange nunca fue mencionado.
Pero algunos han especulado que fue el inicio de una coordinación entre los funcionarios de Estados Unidos y Ecuador que siguió meses después con una visita poco frecuente a Quito del vicepresidente Mike Pence, quien desde entonces se ha convertido en uno de los mayores impulsores de Moreno.
Pence dijo que discutió sobre Assange con Moreno durante su visita, pero no proporcionó detalles.
En tanto, en las calles de Quito, algunos se regocijaron de ya no tener que ver tan seguido la cara de Assange en los titulares de los periódicos de Ecuador.
"Está bien que lo hayan botado”, dijo Manuel Benavides, un diseñador. "Es un malagradecido y altanero, no se puede morder la mano de quien te ha alimentado por tantos años. Esa fue otra de las tantas herencias desagradables que nos dejó Correa. No apoyo a Moreno, pero esta decisión tiene mi simpatía".
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Armario reportó desde Bogotá.