Ocho muertos en ataques a puestos de seguridad en Afganistán
KABUL, Afganistán (AP) Los talibanes asaltaron varios controles de seguridad en el norte y el oeste de Afganistán y mataron al menos a ocho miembros de las fuerzas de seguridad del país, según dijeron el lunes autoridades provinciales el mismo día en el que un enviado de Estados Unidos llegaba a Kabul para impulsar las conversaciones de paz. Uno de los ataques dio pie a varias horas de tiroteo, añadieron.
Cinco agentes murieron en un ataque en el distrito de Sozma Qala, según el portavoz del gobierno provincial de Sari Pul, Zabihullah Amani. El asalto, que también dejó dos heridos, comenzó el domingo por la noche y se prolongó hasta las primeras horas del lunes.
Los insurgentes capturaron a seis soldados antes de huir y se desconoce su estado, indicó Amani. Los controles de seguridad fueron retomados más tarde y la zona quedó bajo control tras la llegada de refuerzos.
Nadie reclamó la autoría del ataque en un primer momento, aunque Amani culpó a los talibanes, que operan en esa provincia y han redoblado sus ataques contra las fuerzas de seguridad afganas.
Por otro lado, los talibanes tomaron un control policial en la provincia occidental de Baghdis y mataron a tres soldados, indicó Jamshid Shahabi, portavoz del gobernador provincial. Cuatro soldados resultaron heridos y dos estaban desaparecidos tras un ataque en el distrito de Bal Murgahb.
Qari Yusouf Ahmadi, un portavoz talibán, reclamó la autoría de los ataques en Badghis.
El enviado estadounidense Zalmay Khalilzad dijo en Twitter que había llegado a Kabul y se había reunido con autoridades afganas el lunes. Abordamos la urgencia de que se hagan progresos en el diálogo interno en Afganistán, dijo.
Khalilzad ha celebrado varias conversaciones sobre negociaciones con talibanes, la última el mes pasado en Qatar en la que según ambas partes se hicieron progresos.
Pero a pesar de las conversaciones, los talibanes lanzan ataques casi a diario contra fuerzas afganas, causando grandes bajas, y ahora controlan en torno a la mitad del país. Además, los insurgentes se niegan a hablar directamente con el gobierno en Kabul, al que consideran una marioneta de Estados Unidos.