López Obrador promete agilizar la identificación de cuerpos
CIUDAD DE MÉXICO (AP) Familiares de personas desaparecidas rodearon al presidente Andrés Manuel López Obrador el domingo después de que se comprometió a incrementar las acciones para identificar miles de cadáveres. Sostenían fotografías de sus parientes o colocaron sobres con detalles de sus casos en la mano derecha del mandatario. Una mujer rompió a llorar.
Los restos de al menos 26.000 personas se encuentran custodiados en instituciones forenses del gobierno en todo México mientras son identificados. Miles de mexicanos más están desaparecidos, y se cree que sus cuerpos se encuentran en fosas clandestinas.
López Obrador dijo el domingo que su gobierno asignará todos los recursos financieros y humanos que sean necesarios _no hay techo financiero_ para identificar los restos y darle a las familias la tranquilidad de saber qué ocurrió con sus parientes.
La labor es monumental: las autoridades mexicanas carecen de capacidad de investigación y pocos delitos son resueltos; las familias mismas buscan a sus parientes en tumbas sin lápidas, y no existe una base de datos nacional de ADN para ayudar a identificar los miles de restos recolectados por trabajadores forenses.
Todo lo anterior se debe en gran medida a los niveles grotescos de violencia _las autoridades mexicanas abrieron 33.341 casos de homicidio el año pasado_, pero también a la debilidad de las instituciones gubernamentales.
López Obrador consideró que la pila de casos de personas desaparecidas es la herencia más triste, dolorosa, que recibimos al llegar a este nuevo gobierno el 1 de diciembre.
El mandatario dijo que también siente el dolor de las familias.
Cuando voy a las giras, cuando encuentro familias _sobre todo madres_ me jalan, me sacuden, me gritan, lloran. Aguanto todo porque sé lo que están sufriendo sin sus hijos y sus seres queridos, afirmó.
Guadalupe Fernández es una de las muchas madres que buscan a su hijo. José Antonio Robledo Fernández desapareció hace 10 años mientras trabajaba como ingeniero en la construcción de hornos para una compañía productora de acero en el norte de México. Tenía 32 años. Si está muerto, al menos ella quisiera hallar sus restos.
El domingo, como todos los días, Fernández se despertó pensando en qué podría hacer para impulsar la investigación sobre el paradero de su hijo. Llegó horas antes del discurso del presidente y se aseguró un asiento en la primera fila. Se sintió alentada por la promesa de López Obrador de reunirse de nuevo en tres meses para un reporte de avances sobre la investigación de las personas desaparecidas. También se sintió satisfecha, dijo, tras haber hecho algo por su hijo aún en domingo.
Voy a seguir buscando a mi hijo hasta mi último suspiro, agregó.