El inusual giro en la corrupción en el deporte universitario
Una investigación de la corrupción en el deporte universitario sacó a la luz todo lo contrario de lo que generalmente se espera en estos casos: No se detectaron casos en los que se paga a los reclutas para que jueguen para determinada casa de estudios, sino que se comprobó que algunos técnicos y otro personal de algunas de las mejores universidades estaban vendiendo plazas al mejor postor.
Las plazas en deportes como remo, vela y fútbol no eran baratas. Al encausar a 50 personas el martes, las autoridades dijeron que se llegó a pagar 6,5 millones de dólares en un caso específico. La idea era comprar la admisión de hijos de ricos en universidades del calibre de Stanford, la Universidad del Sur de California e incluso Yale.
Esto puede no parecer un delito tan grande, dado que cualquier universidad buena es costosa. Pero estos padres no se limitaban a escribir un cheque. Pagaban coimas, no matrículas, y cada plaza que conseguían dejaba afuera a otro joven con muchos más méritos.
Chicos ricos disfrutando del privilegio de ser ricos.
La corrupción en el ámbito del deporte universitario no es nada nuevo. Tan solo la semana pasada un juez de Nueva York sentenció a tres individuos por pagar dinero a familiares de jóvenes que querían incorporar a sus equipos de básquetbol y se anuncia un segundo juicio para el mes que viene.
Pero nadie se vio venir esto. No abarca a ninguno de los deportes grandes y hay mucho dinero en juego.
El técnico del equipo de wáter polo de la Universidad del Sur de California recibió 250.000 dólares para que dijese que dos estudiantes que querían ser admitidos habían sido reclutados por ese programa, despejando el camino para que pudiesen ingresar a esa casa de estudios. El técnico de vela de Stanford admitió asimismo que aceptó 270.000 dólares para hacer creer que dos estudiantes formarían parte de su equipo, tan solo para que sean admitidos en la universidad.
Y en Yale, el ex técnico del equipo femenino de fútbol Rudolp Meredith fue acusado de aceptar 400.000 dólares para decir que estaba reclutando a una muchacha a pesar de que sabía que no podía jugar al fútbol. Los fiscales afirman que el padre de otra muchacha que quería ser admitida en Yale se reunió en abril con Meredith en un hotel de Boston y le ofreció 450.000 dólares para que la reclutase.
Son sumas enormes y le dan más condimento a un escándalo que ya de por sí tiene de todo, desde actrices de Hollywood hasta ejecutivos de casinos de Las Vegas y financistas de Nueva York.
Lo más notable es que algunos de los chicos involucrados no tenían idea de que sus padres estaban comprando su admisión.
La falta de escrúpulos es asombrosa. En algunos casos se trucaron fotos y se colocó la cabeza de un joven en el cuerpo atlético de otro. Y se inventaron historias sobre los equipos en los que jugaron los chicos --uno lo hizo en China teóricamente-- y los premios que ganaron.
Abunda el personal de universidades dispuesto a venderse, a juzgar por los testimonios en el juicio de Nueva York. Se dijo que las universidades trataban de sacarles hasta 150.000 dólares a los padres de algunos jugadores para admitirlos en sus equipos.
La investigación le costó su puesto al técnico de Louisville Rick Pitino, un entrenador de gran trayectoria que dirigió incluso en la NBA y quien niega haber estado al tanto de lo que sucedía. También se quedaron sin trabajo varios técnicos de deportes menores y más podrían seguir cayendo.