Un cazador afable encabeza la embajada de EEUU en Caracas
CARACAS (AP) — En el normalmente refinado mundo de la alta diplomacia, el principal enviado de Estados Unidos en Venezuela tiene un perfil inusual. Nacido en un pequeño pueblo de Carolina del Sur, James Story es un ávido cazador y orgulloso coleccionista de recuerdos de revolucionarios icónicos como Vladimir Lenin y Ernesto “Che” Guevara.
Ahora el diplomático de carrera de 48 años de edad al frente de la embajada de Estados Unidos en Caracas se encuentra en la misión de su vida: mantenerse él y a un grupo de comprometidos diplomáticos estadounidenses a salvo mientras el gobierno de Donald Trump incrementa la presión sobre el presidente Nicolás Maduro para obligarlo a renunciar.
Estados Unidos encabeza a un grupo de más de 20 naciones que han reconocido a Juan Guaidó, el líder de la Asamblea Nacional controlada por la oposición, como el líder legítimo de Venezuela después de que se autoproclamó presidente interino ante un mitin de decenas de miles de sus partidarios la semana pasada.
En respuesta, Maduro rompió las relaciones diplomáticas con Washington, y al principio les dio a los diplomáticos estadounidenses 72 horas para salir del país.
El impasse ha colocado al gobierno de Trump en una extraña situación diplomática. Mientras trabaja de cerca con Guaidó para formar un gobierno paralelo, Estados Unidos aún depende de la autoridad de facto de Maduro para la seguridad de los diplomáticos estadounidenses y para cuestiones más mundanas. La negativa del gobierno de Trump de obedecer la orden de Maduro también ha generado preocupaciones de que su gobierno expulse por la fuerza a los diplomáticos que quedan, o le corte el servicio eléctrico a la embajada, como un destacado socialista ya amenazó.
Al frente de todo ello está Story _al que todo el mundo conoce como Jimmy_, que comienza cada uno de sus maratónicos días laborales de 16 horas con un mensaje motivacional en el que le explica a su personal las estrategias más recientes de Estados Unidos, según un funcionario estadounidense que habló a condición de guardar el anonimato porque carece de autorización para declarar a la prensa acerca de los planes de Washington sobre la crisis de Venezuela.
Story no quiso comentar para este despacho porque no está autorizado a hablar con los reporteros en este momento tan delicado.
Sin embargo, muchos otros que han trabajado con él dicen que su carácter afable encubre una firmeza de acero ideal para la crisis actual.
“Él puede beber cocteles hábilmente con los diplomáticos, pero su corazón sigue cazando patos en alguna parte desde un sitio oculto en la madrugada”, dijo John Feeley, exembajador estadounidense ante Panamá y exjefe de Story en el Departamento de Estado.
Story ya logró recuperar cierto terreno, negociando la inmunidad y privilegios durante 30 días más para el puñado de diplomáticos estadounidenses que aún están en Venezuela. Maduro ha intentado presentar el acuerdo _que no ha sido dado a conocer_ como el primer paso en el intercambio de secciones de interés, de la misma forma que Cuba y Estados Unidos lo hicieron durante décadas.
Kimberly Breier, subsecretaria de Estado para asuntos del hemisferio occidental, dijo que Story es un líder sobresaliente que pone primero la seguridad y el bienestar de las personas.
“Ha manejado una situación difícil con habilidad y creatividad y perseverancia”, afirmó Breier. “Su presencia en el terreno en Caracas, y el de nuestra embajada, es crucial para hacer avanzar nuestros intereses y trabajar con el pueblo venezolano para que haya un regreso pacífico a la democracia y el fin de esta crisis”.
Story fue enviado a Caracas para que se desempeñara como subordinado de Todd Robinson, el encargado de negocios. Pero cuando llegó en julio de 2018, Robinson ya había sido expulsado durante una disputa diplomática previa, dejando a Story para reintegrarle algo de civilidad a una relación Washington-Caracas que ha sido complicada desde que comenzó la Revolución Bolivariana del fallecido Hugo Chávez hace dos décadas. Ambos países no han intercambiado embajadores en casi diez años.
Según todas las versiones, su encanto sureño le ha abierto puertas.
En una inusual hazaña para diplomáticos estadounidenses en Venezuela, que usualmente se la pasan refugiados en el complejo de la embajada en lo alto de un cerro conversando con políticos de oposición, Story ha logrado establecer una relación con varios funcionarios poderosos del gobierno de Venezuela, al tiempo que elude cautelosamente el campo minado político del Miami anti Maduro, el cual hace que cualquier funcionario estadounidense corra riesgos si intenta relacionarse con el gobierno. También se ganó el respeto de su personal al integrarse al equipo de sóftbol de la embajada pocos días después de su llegada.
Entre sus principales interlocutores está Rafael Lacava, gobernador del estado central de Carabobo, que le regaló una pintura de dos puños unidos con los colores de las banderas estadounidense y venezolana que ahora cuelga en la entrada de la residencia oficial de Story en Caracas. Otros recuerdos de una larga carrera en la que estuvo en México, Colombia y Brasil, así como en varios empleos supervisando la política antinarcóticos en la región, incluyen unos garabatos enmarcados trazados por el canciller ruso Serguei Lavrov que él adquirió cuando ambos trabajaban en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
“El ganarse la confianza de otros es más un arte que una habilidad”, dijo Feeley, que ahora es consultor político para la cadena Univisión. “Jimmy comprendió que tenía que operar en la realidad que tenía, no en la que deseaba tener”.
Story incluso parece haberse granjeado el respeto renuente de Maduro.
“¿Cómo estás Jimmy?”, dijo el mandatario en un inglés mal pronunciado el lunes en la televisora estatal mientras le daba la bienvenida a un grupo de diplomáticos venezolanos a los que convocó desde Estados Unidos. “Yo, el presidente bolivariano Maduro, sigo aquí, en el Palacio de Miraflores, Jimmy”.
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