Brasil: de luto por la tragedia, Brumadinho piensa su futuro
BRUMADINHO (AP) — El luto no pasa. Más de tres días después del rompimiento de la presa en la mina Vale en Brasil, 292 personas permanecen desaparecidas y las familias y amigos de las víctimas no encuentran paz.
Portavoces del equipo de rescatistas dijeron este lunes que todavía trabajan con la hipótesis de rescatar personas con vida, aunque la esperanza de la mayoría se hizo añicos. Ahora, al menos, desean encontrar los cuerpos para poder brindarle sepultura a sus seres queridos.
El accidente de la minera Vale, principal compañía del sector en Brasil y una de las más importantes en el mundo, instaló un dilema en Brumadinho, ciudad que se desarrolló y creció en torno de las minas.
¿Qué sucederá con la actividad minera y con la compañía Vale, una de las principales empleadoras? ¿Puede continuar funcionando como hasta hoy siendo protagonista y responsable de Mariana y Brumadinho, dos trágicos accidentes en el lapso de tres años?
“Si cierra, esto está acabado”, dice Wagner Rogerio, de 37 años, apuntando al suelo.
Rogério es conductor y uno de los casi mil trabajadores de la compañía en la zona. Luce exhausto. Los últimos tres días recorrió incansablemente las montañas de barro que dejó a su paso la avalancha en busca de Makuka, Gil y Dario, “grandes amigos de la infancia” desaparecidos.
“No estoy mintiendo, ¿ves?”, dice mientras muestra sus pies llenos de ampollas. “Si hubiera alguien vivo por aquí, ya lo habríamos encontrado”, lamenta.
A Josefa dos Santos, de 37 años y vecina de Córrego de Feijao, la muerte le pasó muy cerca. Su casa está emplazada en una leve pendiente, a sólo 500 metros de una de las márgenes donde llegó la kilométrica mancha de lodo.
“¡Corra, Josefa, corre!”, le gritó una vecina el viernes al mediodía cuando la ola de lodo y desechos avanzaba hacia su casa. “Escuché los gritos de las personas pidiendo socorro. Todo el mundo estaba corriendo y gritando. La sirena no tocó en ningún momento, fue horrible”
Josefa tiene muchos amigos que todavía no han sido encontrados. Prefiere no nombrarlos ni enumerarlos para evitar llorar. “Muchos”, insiste.
Según dos Santos, la tragedia cuestiona el paradigma con el que muchos jóvenes de la zona crecen: tener como meta entrar a trabajar en Vale. Alentados por la estabilidad laboral y salarios por encima de la media, desde hace un tiempo resulta una posibilidad muy atractiva.
“Tengo un sentimiento de bronca. La empresa no cuidó al pueblo. ¿Para qué se la pasaban haciendo simulaciones si en el momento que lo necesitábamos no funcionó?, dice. “El accidente acabó con el lugar, esto es una tristeza. ¿Y ahora? ¿Qué van a venir a ofrecernos?”.
Un kilómetro más arriba, la Iglesia Nuestra Señora de los Dolores se convirtió en un centro de comando de los rescatistas. Desde allí despegan y aterrizan decenas de helicópteros cada hora y los jefes de bomberos y defensa civil comparten las últimas informaciones de búsqueda.
Al Padre René Lopez, párroco de la iglesia, se le corta la voz. “Muchos que quedaron enterrados eran fieles de nuestra iglesia”, asegura.
La reconstrucción material de Brumadinho será más sencilla, opina, que la espiritual.
“Los daños se van a enmendar con políticas firmes y buena voluntad, más difícil va a ser reconstruir corazones. No será ni un mes ni un año. Esto es una herida abierta en todas las personas de Brumadinho”.