Esperan que jornada con el papa sea bálsamo para migrantes
PANAMÁ (AP) — Con una exhortación a que el mayor festival juvenil católico con el papa Francisco sea un alivio para los jóvenes centroamericanos que migran y se exponen al narcotráfico y la violencia, arrancó el martes en Panamá una jornada en la que más de 70.000 muchachos peregrinos del mundo convergen con el pontífice.
“El papa encenderá la llama de esperanza en Panamá”, dijo el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa, después de finalizar una misa con la que se abrió el encuentro juvenil. Los organizadores informaron que asistieron 75.000 personas, entre jóvenes, sacerdotes y obispos.
Francisco llega el miércoles por la tarde para encabezar el evento, en lo que representa el primer viaje a Centroamérica desde que el argentino fuera elegido en marzo de 2013. El primer pontífice latinoamericano, hijo de inmigrantes italianos en Argentina, llega en un momento en que el drama de la migración en la región hacia el norte por razones de pobreza y violencia está latente.
“Gracias, papa Francisco, por confiar y darnos la oportunidad de hacer una jornada para la juventud de las periferias”, señaló monseñor Ulloa durante la homilía de una misa celebrada en una zona costera pegada al malecón sobre la bahía del Pacífico en la capital del país.
“Anhelamos que sea un bálsamo para la difícil situación con la que conviven sin esperanzas muchos de ellos, especialmente la juventud indígena y de afrodescendiente, la juventud que migra por la casi nula respuesta de sus países de origen, que los lanzan a cifrar sus esperanzas en otros países, exponiéndolos al narcotráfico, la trata humana, la delincuencia”.
Fue una alusión a los centroamericanos que salen de sus países para hacer un recorrido arriesgado hacia el norte, con tramos en zonas mexicanas donde operan grupos de traficantes de drogas y de personas.
Los miles de jóvenes de casi 140 países, principalmente de las naciones vecinas centroamericanas y de Sudamérica, coparon la llamada “Cinta costera” desde horas antes y alzaban las banderas de sus países, que se sacudían con el viento cercano al mar en medio de un sol candente.
“¡Aquí, aquí, aquí está la juventud del papa!”, coreaba un grupo de chicos argentinos.
Muchos de los peregrinos llegaron de las naciones vecinas del Istmo, como esperaban los organizadores y el propio Francisco. Se temió, empero, que las caravanas centroamericanas que partieron desde fines del año hacia Norteamérica mermaran en algo la llegada de peregrinos de la región, pero monseñor Ulloa dijo que el deseo del papa de que los jóvenes de la periferia participasen, se ha logrado.
Un grupo de peregrinos hondureños caminó hacia la misa con una pancarta en que se leía “Papa, ayúdanos a encontrar una vida mejor”.
En la región, en tanto, han ganado terreno en los últimos lustros las iglesias evangélicas, según expertos.
“Siento una gran emoción de encontrarme con el papa y venir a fortalecer a mi fe católica”, dijo poco antes de la misa a The Associated Press Roberto Herrera, de 19 años, quien llegó en la víspera junto a 81 residentes del municipio nicaragüense de Bluefields. “Deseo que todo se mejore en mi país con todo lo que ha pasado. Queremos la paz, la reconciliación”.
El gobierno del presidente nicaragüense Daniel Ortega suprimió con fuerza manifestaciones opositoras en las calles que demandaban su salida del poder. Al menos 325 personas, entre ellos jóvenes, han sido asesinadas durante las protestas antigubernamentales que comenzaron en abril de 2018, según organismos de derechos humanos. La Iglesia católica hizo en los primeros meses de la crisis un esfuerzo infructuoso de mediación.
Díaz y otros de sus compañeros, que llevaban una bandera gigante de su país, esperan que Francisco censure la represión estatal y envíe un mensaje de esperanza a los jóvenes. El grupo, como muchos otros peregrinos de Centroamérica, se desplazaron en autobuses hasta Panamá.
“Yo creo que el mensaje del papa, de la Jornada Mundial de la Juventud, es que todos somos hermanos. Nadie es extraño, todos podemos vivir en armonía”, dijo el joven fraile salvadoreño Jonathan Vásquez, quien trabaja en Panamá desde hace tres años. “Deseo que haya un despertar en la juventud”.
Los organizadores esperan que participen en los seis días de actividades --cuatro de ellas con la presencia plena de Francisco-- más de 100.000 peregrinos, mucho menos de lo que se esperaba inicialmente.
Desde temprano, en medio de un fuerte sol de estación seca y alta humedad, peregrinos --que vienen también de otros países latinoamericanos, el Caribe, Estados Unidos y en menor cantidad de Europa y demás continentes-- se congregaron en el principal parque de la capital, que se convirtió en un sito de oración, confesión o “Campo del perdón” y de presentaciones artísticas.
La última visita de un papa a Centroamérica se remonta al tercer viaje que realizó Juan Pablo II a Guatemala en 2002 para canonizar al “Hermano Pedro”, que se convirtió en el primer santo de la región.
Panamá sólo vivió la presencia de un pontífice en 1983 en medio del régimen militar, cuando Juan Pablo II realizó su primera gira centroamericana ese año.