Amarte duro, ¿es tan mala como dicen?
Alvinsch es uno de mis divulgadores de música preferidos, y una vez en su sección "analizando música de mierda" salió una canción llamada Amarte Duro. Resulta que me mostré neutro. Ni a favor ni en contra de la postura de Alvinsch, pero después de ver el video varias veces (algo que acostumbro hacer), me quedó la duda sobre si era tan malo.
Resulta que Alvinsch dice que la canción es mala por su letra, que hace apología a la violencia de género a través de la mención de un caso de violencia que sufrió Rihanna, y que además menciona a Medellín, pero solo para relacionarlo con su cocaína.
Su análisis fue derechamente político, y yo quise comprobar si era o no una canción de mierda. Además de que yo quería un análisis más musical. Como no lo conseguí, me lo tuve que procurar yo mismo. Ahora, para contestar a la pregunta del principio, adelantaré que en realidad no es una mala canción, y ahora viene el por qué.
El tema
Todo empieza con la ya típica introducción de dos compases más o menos donde se dicen nombre y cosas por el estilo antes de entrar a la letra. No obstante, en la grabación tenemos una melodía hecha por el bajo bastante buena, cosa que agradezco bastante como un tipo que sabe tocar bajo.
Nada más empezar, entramos con mucha información. Es un tutti. Hay un brass, percusión, bajo, palmas, teclados y voz.
La introducción nos presenta una masa sonora bastante densa para ser un inicio, y como en la música no hay absolutos, sino contrastes, lo que viene después es, lógicamente, un bajón de densidad. De estar todos sonando, pasan a quedar las congas, un piano tumbando, un teclado marcando acordes, palmas al contratiempo y Farruko cantando sobre todo eso.
En cuanto a armonía, hay un cambio sutil. La primera línea es Si bemol menor, Re bemol mayor, Sol bemol mayor y Fa mayor (Bbm, Db, Gb, F de aquí en adelante), mientras que la segunda en vez de Re bemol mayor, tiene un La bemol mayor (Ab de aquí en adelante). Ahora, es una sustitución sencilla, y podría entenderse que ambas son lo mismo: una cadencia frigia. Teóricamente es posible. Aún así, la cadencia frigia por excelencia es sobre la que canta Farruko, y es un recurso muy viejo en la música.
En la primera parte del coro, canta Víctor Manuelle, y el cencerro lleva un patrón de coro. El brass se luce complementando a la voz y el bajo hace de las suyas, tumbando. El piano lleva su respectivo tumbao, que resulta muy correcto e interesante en este caso.
En la segunda parte, donde canta Farruko, el patrón del cencerro cambia y viene una introducción al verso, en la que nuevamente baja la densidad de la masa sonora.
El tumbao del piano y el bongosero ganan protagonismo en la introducción al verso. Al final del nexo aparece un acorde del piano que escala en tensión hacia el registro agudo, un recurso muy útil y antiguo que quedó bastante bien para anunciar el inicio de la estrofa.
Así, en el verso tenemos unos cortes brutales del bongosero que hay que escuchar con detención, porque son sabrosos.
De repente, todos aparecen para marcar el final de la estrofa y dejar en suspenso el oído, un efecto interesante que resultó bastante. Farruko entra para volver a introducir el coro, el que suena por segunda vez.
Luego una tercera repetición del coro, la que, para evitar el tedio nuevamente varía la densidad de la masa sonora, esta vez quedando las palmas como protagonistas, ya que suenan más fuerte que el güiro. El bajo también coopera para bajar la densidad acortando sus notas, y luego vuelve a sonar lleno para llevarnos a una nueva sección con pregones, que es típica de la salsa.
Luego vienen las polémicas palabras de Farruko, pero sobre un barítono que lleva una parte de ataques muy rítmicos.
Resulta que el saxo barítono es difícil de grabar y amplificar, pero quedó muy bien grabado. Además, es el único del brass que suena durante la primera mitad de la parte de Farruko. Las palmas, por su parte, llevan un patrón de clave 2x3, que es la forma menos conocida, ya que lo más popular es 3x2 (que es lo primero que suena en La perla, de Calle 13). La primera parte termina con un detalle espectacular: toda la banda va en crescendo, y resuelven toda la tensión que acumulan, salvo por uno, que sería el cencerro. El cencerro pasa de largo, luego da un par de golpes ralentizados y conectándose al patrón de coro. Magistral, la verdad.
Luego viene una nueva introducción a otra parte nueva, la cual es el clímax y nuevamente trae un diálogo entre pregón y coristas. No es casualidad que las trompetas lleguen muy agudo: estamos llegando al clímax, y luego nuevamente un bajón de densidad, pero ese bajón ya es el último suspiro de una canción agotada por tremendo clímax que acaba de vivir.
Revisé también que tal suenan en vivo y me sorprendió mucho. Todo afinado y los cortes bien hechos. Genial, la verdad. Farruko canta afinado, y eso se agradece en una industria donde hay gente que derechamente no canta.
En fin, lo cuestionable de esta canción es su letra, pero hasta por ahí nomás.
Resulta que es distinto decir "ir conociendo tu cuerpo hasta el rincón más oscuro" que decir "cogerme del culo a las dominicanas, lo rico que chingan las venezolanas", como dijo Bad Bunny, o la célebre frase "solo en tu boca yo quiero acabar... todos esos besos que te voy a dar" de Enrique Iglesias. El ejemplo de Bad Bunny es explícito, y el de Iglesias es un juego de palabras burdo e infantil, mientras que el de Víctor Manuelle es un doble sentido mucho más ingenioso. Es una canción mucho más sutil, y eso se agradece en tiempos donde el desenfreno sexual de trap y el reggaetón andan sueltos por ahí.
Ahora, sobre el reggaetón y los niños tengo ganas de escribir después, pero les adelanto que la hipersexualización de la infancia es un hecho, y exponer a los niños a modelos que promueven la irresponsabilidad sexual en una región con serios problemas de educación sexual es reprochable. En otras palabras, el reggaetón no es para niños. Ya más adelante podría proponer un par de salidas y un análisis al respecto.