Croar para aparear: ranas urbanas modifican sus cantos
WASHINGTON (AP) — El canto de las ranas urbanas no es igual al de sus congéneres de la selva, de acuerdo con los científicos.
Un estudio publicado el lunes indagó en por qué la pequeña rana túngara de Panamá adapta su llamada de apareamiento en zonas urbanas, un ejemplo inesperado de cómo los animales modifican sus estrategias de comunicación cuando las ciudades invaden los bosques.
Estas ranas aprovechan la ausencia relativa de depredadores en las ciudades para emitir canciones de amor más largas, que son más seductoras para las hembras.
El croar de la túngara es distinto del de la rana toro norteamericana. Para el oído humano, suena como un bip grave de videojuego. Para la rana hembra, suena como un arrullo.
Todos los atardeceres, estas ranas pardas machos que miden unos 2,5 centímetros, entran en los charcos para cantar serenatas a sus parejas en potencia. La rana dama elige a su pareja sobre todo por su canción de amor.
Los investigadores hallaron que el llamado de la rana urbana es más rápido, más frecuente y más ornado _con una serie de chasquidos sucesivos después del silbido inicial_ en comparación con el del bosque.
Esas canciones de amor urbanas son tres veces más atractivas para las damas, como pudieron comprobar los científicos al reproducir grabaciones de llamadas urbanas y del bosque a un auditorio de hembras en el laboratorio. Treinta de las 40 hembras saltaron hacia los parlantes donde sonaban las llamadas urbanas, según el informe en la revista Nature Ecology & Evolution.
Las hembras, tanto de la ciudad como el bosque, exhibieron la misma preferencia por el canto rápido y complejo que combina tonos altos y bajos.
El coautor Michael J. Ryan, un biólogo de la Universidad de Texas que estudia la túngara desde hace 30 años, dijo que las notas graves y agudas probablemente estimularon las cámaras exterior e interior de las hembras en forma placentera o interesante.
¿Por qué no cantan igual las ranas en la selva?
Los científicos buscaron confirmar su hipótesis de que los “chasquidos” agudos adicionales atraen no solo a las parejas sino también a los murciélagos que se alimentan de ranas y los mosquitos que las parasitan. Con ayuda de cámaras ocultas y papel engomado, se pudo demostrar que las llamadas prolongadas incrementan significativamente el riesgo de atraer depredadores.
En la selva, la rana debe equilibrar los dos objetivos: la reproducción y la seguridad.
En la ciudad no hay murciélagos comedores de ranas y hay muchas menos víboras y mosquitos. El macho tiene mayor libertad para ensayar su canto.
“Las poblaciones de anfibios se reducen en el mundo, sobre todo debido a la destrucción de su hábitat”, dijo el ecólogo Andrew Blaustein, quien no participó del estudio. “Éste es un caso inusual, y muy interesante, de un animal que se adapta rápidamente, en términos evolutivos, a las nuevas circunstancias”.