Madrid, sucursal de Buenos Aires por la Libertadores
MADRID (AP) — Madrid fue una sucursal de Buenos Aires.
En una fría noche de domingo, miles de hinchas argentinos transformaron el Santiago Bernabéu, el estadio del Real Madrid, en su propio feudo.
Los aficionados de River Plate acabaron como los únicos celebrando al sonar el último silbatazo, tanto en Argentina como en España, tras la histórica victoria ante su clásico rival Boca Juniors en la final de la Copa Libertadores que tanta polémica genera durante el último mes.
River le dio la vuelta al marcador para imponerse 3-1 en el duelo de vuelta, uno que tuvo que irse a una prórroga para definir al campeón de clubes del fútbol sudamericano, certificándolo con un 5-3 en el marcador global.
“La verdad es que somos justos merecedores del triunfo”, indicó el volante colombiano Juan Fernando Quintero, autor del gol que le dio la ventaja definitiva a River a los 109 minutos.
Lucas Pratto a los 67 y Gonzalo Martínez a los 120 firmaron los otros dos de River, que se coronó campeón del torneo por cuarta vez. Un minuto antes del descanso, Darío Benedetto anotó el tanto de una ventaja transitoria para Boca.
“Este club es lo más lindo del mundo”, subrayó Martínez.
El esperado partido fue pospuesto y trasladado de Buenos Aires a la capital española a raíz de los actos de violencia cuando hinchas de River atacaron el autobús del equipo de Boca, el 24 de noviembre, previo a la vuelta. La ida, con Boca de anfitrión en La Bombonera, se saldó con un empate 2-2.
La policía española montó un perímetro de seguridad de 2 kilómetros (1,2 millas) alrededor del estadio entre los fanáticos de Boca y River.
En la zona de aficionados de Boca, los hinchas lanzaron confeti del color azul y amarillo de su equipo. Horacio Sánchez, quien viajó desde Argentina para la vuelta, dijo que no esperaba ver menos entusiasmo por parte de los fanáticos incluso estando en Madrid en diciembre.
“Los hinchas de Boca son hinchas de Boca en cualquier sitio. Hacemos de todo por Boca. Traemos un ambientazo a Madrid. No es exactamente como allá en Argentina, pero casi”, comentó.
A unas pocas cuadras de distancia, Claudio Aguilar se arropó con una bandera de River mientras esperaba a que su equipo saliera del hotel. Acababa de llegar de la Plaza de Cuzco, donde otros aficionados estaban agitando sombrillas rojas y blancas en el aire.
“Me costó mucho estar aquí, pero hago todo lo que pueda por River. Es una final sin el mismo gusto, lejos de casa y sin la ilusión de celebrar con nuestros vecinos, en las calles de nuestra ciudad. Pero hay que vencer, tal vez nunca más tengamos una final de Libertadores con Boca”, dijo.
“Queremos que sea una fiesta, gane quien gane”, dijo Natalia Ferreyra, una seguidora de River que llegó a Madrid desde Salta. “Nosotros argentinos tenemos mucha vergüenza de lo que pasó en el Monumental, es un síntoma de que estamos mal. Pero aquí ya veo hinchas de los dos clubes juntos. Sí, se puede mejorar”.
Sin embargo, el estadio no se llenó. La concurrencia se estimó en 62.000 en un estadio con capacidad para casi 80.000. Habían claros detrás de ambos arcos.
"Es difícil hablar hoy a la gente. Han hecho mucho esfuerzo desde Argentina y distintos lugares del mundo”, señaló el técnico de Boca Guillermo Barros Schelotto. “Se llevan el carácter, las ganas y el corazón que pusieron los jugadores en el alargue, con uno y dos menos y tuvimos ese palo que nos hubiera dado el empate. Esa fuerza es única".
No se informó de incidentes de importancia entre los hinchas. Las autoridades españoles informaron que un fanático de 68 años sufrió un infarto cuando se dirigía al estadio y fue hospitalizado en estado crítico.