Protestas violentas en Francia exhiben fractura social
PARÍS (AP) — Un movimiento popular de protesta en Francia ha crecido y se ha radicalizado, dando rienda suelta a actos violentos que devastaron el centro de París durante un fin de semana de disturbios y exhibiendo una fractura en el país entre los ricos y los pobres.
Es poco probable que la dura retórica del impopular presidente Emmanuel Macron, quien ha sido categóricamente culpado por el caos, alivie la creciente sensación de injusticia social.
La inconformidad por el costo creciente de la vida entre las “petite gens” o “personas insignificantes” —como muchos manifestantes se llaman en alusión a la forma peyorativa en que se conoce a los asalariados de bajos ingresos—, ha crecido junto con la sensación de marginalización. La estrategia de Macron de aumentar el impuesto al combustible en enero con el fin de desestimular el consumo de combustibles fósiles, provocó que las cosas estallaran.
La violencia del fin de semana en la capital francesa, en donde más de 130 personas resultaron lesionadas y más de 400 fueron arrestadas, ha sido la peor del país en décadas, dijeron las autoridades.
Los manifestantes dicen que quieren igualdad de condiciones, las cuales creen que están inclinadas a favor de la élite y de los habitantes acaudalados de la ciudad.
El impuesto al combustible “fue la chispa”, dijo en entrevista Thierry Paul Valette, un coordinador de la protesta en París. “De no haber sido eso, hubiera sido algo más”.
Los miembros del movimiento nacional se hacen llamar “chalecos amarillos” por la vestimenta de seguridad fluorescente que todos los conductores franceses están obligados a traer en sus autos.
El movimiento no tiene líderes, pero intenta organizar y escoger a representantes legítimos para negociar con el gobierno. Un intento de reunirse la semana pasada con el primer ministro Edouard Philippe no fructificó. No se pudieron confirmar por el momento los reportes de que otro encuentro anunciado para el martes fue cancelado por los manifestantes.
El movimiento, que se organizó en redes sociales en octubre, inicialmente estaba compuesto por retirados, autoempleados, artesanos y otros que enfrentan dificultades para sobrevivir, con frecuencia de zonas rurales de Francia, y de entre 30 y 50 años, dijo el sociólogo de la Sorbona Jean-François Amadieu, experto en movimientos sociales.
Dijo que Macron, de 40 años y rodeado por un equipo joven con poca experiencia, malinterpretó las señales del nivel de inconformidad y no logró comprender que negarse a ceder en una ley no siempre es el mejor camino en Francia.
“Son personas que piensan que gobiernas un país como si fuera una empresa incipiente”, dijo Amadieu.
Muchos consideran a Macron, cuya popularidad ha ido en picada, una persona arrogante con un estilo que afecta sensibilidades, como decirle a un hombre desempleado que puede encontrar trabajo si “cruza la calle” o aconsejarle a un retirado que no se queje.
Desde que inició el movimiento el 17 de noviembre, tres personas han muerto, aunque ninguna en París.
Valette dijo que la violencia de los últimos dos fines de semana era a causa de personas “que usurpan a los chalecos amarillos”.
El sábado hubo tiendas saqueadas y vehículos incendiados en acaudalados barrios alrededor de la conocida avenida Campos Elíseos. El Arco de Triunfo, debajo del cual está la tumba del soldado desconocido y que el mes pasado fue visitado por líderes mundiales para celebrar el primer centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, fue manchado con grafiti y vandalizado por dentro.
“Los chalecos amarillos triunfarán”, decía un mensaje.
Amadieu dijo que muchos consideran la violencia un medio necesario para el cambio.
“Todos aprendimos sobre la toma de la Bastilla y la Revolución Francesa... El cambio siempre es a través de la concurrencia de fuerzas”, dijo. “Eso está, desafortunadamente, muy arraigado en Francia”.
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Jeffrey Schaeffer y Sam Petrequin en París contribuyeron a este despacho.