AP testigo de primer encuentro de enemigos en Sudán del Sur
JUBA, Sudán del Sur (AP) — El comandante de la oposición armada Ashab Khamis bajó de un helicóptero la semana pasada y se encontró cara a cara con quien fuera su enemigo durante cinco años de una brutal guerra civil, el general Keer Kiir Keer.
El encuentro, presenciado por The Associated Press, fue el primer intento de reconciliación y una prueba de fuego para un nuevo acuerdo de paz que pondría fin a un conflicto en el que fallecieron casi 400.000 personas.
El gobernador del estado de Wau donde se produjo el encuentro dijo que se trató de “un evento histórico”, pero el ambiente fue tenso. Rodeados de guardaespaldas, los comandantes se miraron y se dijeron algunas cosas alentadoras, combinadas con recriminaciones.
Si bien se comprometieron a colaborar, los apretones de mano escondían una profunda desconfianza entre dos bandos que se han acusado mutuamente de grandes abusos de los civiles y que ahora están bajo presión internacional para que resuelvan sus diferencias y eventualmente se unan.
Después del encuentro, el comandante opositor Khamis declaró a la AP que el gobierno de Sudán del Sur sigue instigando ataques para sacar ventajas políticas. “Trata de usar la fuerza para ganar terreno con miras a las elecciones”, sostuvo.
El vocero del ejército Lul Ruai Koang respondió que esas acusaciones no tienen fundamento alguno y que el futuro político de esta nación de África oriental será decidido por la vía política, no la militar.
El más reciente acuerdo de paz, firmado en septiembre, avanza lentamente y quedan ocho meses para preparar el terreno para un período de transición de tres años, tras el cual habrá elecciones. Observadores afirman que el proceso ha estado plagado de incumplimientos de plazos, violaciones al cese al fuego y una voluntad política cuestionable.
En el encuentro en Wau, la AP observó a ambos bandos lanzándose acusaciones, atribuyendo las violaciones a lo acordado a “oficiales indisciplinados”.
Fue uno de varios encuentros entre comandantes regionales planeados por el organismo internacional encargado de supervisar el cese al fuego y la implementación del acuerdo. El objetivo es facilitar la comunicación entre ambos bandos con miras a su unificación en un mismo ejército en los próximos meses.
Propagar la información sobre el acuerdo de paz entre los combatientes “puede ser algo lento y dificultoso”, comentó Evans Oguga, uno de los coordinadores.
Pero mientras que el organismo supervisor trata de generar confianza, es criticado por no presionar lo suficiente para que el gobierno castigue a quienes violan el acuerdo de paz.
Hasta ahora se han dado a conocer solo dos de los cuatro informes de violaciones al cese al fuego que emitió el organismo.
Los dos informes que no han trascendido fueron vistos por la AP e incluyen detallados relatos de las violaciones, con nombres incluidos.
Uno de los habrían incurrido en violaciones es el general que representó al gobierno en el encuentro de la semana pasada, Keer. Se lo acusa de lanzar ataques en la región de Wau entre junio y octubre que generaron muertes y desplazamientos de civiles, y de negarles el acceso a los supervisores del acuerdo. Keer ha rechazado acusaciones similares de Human Rights Watch.
El último informe, del 7 de noviembre, exhorta al gobierno a analizar “urgentemente” las acusaciones, pero Keer sigue en su puesto.
El organismo supervisor no respondió a preguntas de por qué no se habían difundido dos informes. Estados Unidos, Gran Bretaña y Noruega --la “troika” que ayudó a que Sudán del Sur se independizase--, habían pedido que se publicasen todos los informes.
Klem Ryan, ex coordinador de los expertos de las Naciones Unidas que monitorean las sanciones a Sudán del Sur, declaró a la AP que “los organismos internacionales tienden a no publicar la información negativa porque eso hace que las partes endurezcan sus posturas”.
Es en este ambiente rodeado de incertidumbres que los viejos rivales son alentados a hacer a un lado sus diferencias.
Al finalizar la reunión de la semana pasada en Wau, el general sudsudanés tomó la mano del comandante opositor y la elevó con el puño cerrado, junto con la suya.
“Es cierto que estuvimos combatiendo. ‘Él me ataca y yo lo ataco. Pero eso se acabó ahora”.