Llegan más migrantes a la frontera de Tijuana con EEUU
TIJUANA, México (AP) — Más autobuses con migrantes exhaustos de una caravana de centroamericanos que buscan refugio en Estados Unidos llegaron el jueves a la ciudad fronteriza de Tijuana, donde les habilitaron un gimnasio como albergue mientras se percataban que su permanencia en el lado mexicano será larga.
Como los inspectores estadounidenses en el principal cruce fronterizo hacia San Diego tramitan solo unas 100 solicitudes diarias de asilo, podría demorar semanas si no es que meses el proceso de los casos de los miles de integrantes de la caravana que partieron de San Pedro Sula, Honduras, hace más de un mes.
La sólida red de albergues en Tijuana ya se encontraba al límite tras recibir el doble o más de su capacidad, ante lo cual muchas familias durmieron en el piso sobre colchonetas. Por esta situación, la ciudad abrió el miércoles un gimnasio para alojar a 360 personas. Un espacio al aire libre podría alojar a centenares más.
Las prósperas fábricas de la ciudad siempre solicitan trabajadores. Miles de migrantes haitianos rechazados en la frontera de Estados Unidos han encontrado empleo y se quedaron aquí en los últimos dos años, pero la llegada de miles de centroamericanos desfavorecidos plantea nuevos desafíos.
Delia Ávila, directora de Desarrollo Integral para la Familia en Tijuana, agencia que contribuye a las acciones de la ciudad para asistir a los migrantes, dijo que las personas que puedan arreglar su estatus legal en México son bienvenidas.
“Tijuana es tierra de migrantes. Tijuana es una tierra que ha sabido abrazar a miles de connacionales y también de otras naciones”, afirmó Ávila.
La policía local fue movilizada en una ciudad con una tasa de homicidios que es la más alta en su historia. Un grupo de unos 50 migrantes, en su mayoría mujeres y niños, caminaron con escolta policial varias calles del centro de la ciudad, desde el albergue hasta un comedor.
Cuando los autobuses llegaron intermitentemente durante la noche y la mañana desde el oeste y el centro de México, las familias se quedaron dentro de la terminal y esperaron a que les informaran dónde podrían quedarse a dormir a salvo. Un albergue diseñado para 45 mujeres y niños albergaba a 100 personas; otro para 100 tenía casi 200.
Muchos migrantes soportaron el frío nocturno y durmieron en un parque frente al océano desde donde se avistan las torres de oficinas de San Diego y agentes armados de la Patrulla Fronteriza estadounidense al otro lado de una valla de bolardos de acero.
Oscar Zapata, de 31 años, llegó a la estación de autobuses de Tijuana a las 2 de la mañana desde Guadalajara con su esposa y tres hijos, de 4, 5 y 12 años, y se dirigieron a un comedor, donde se les sirvió gratuitamente carne de res y papas.
En La Ceiba, Honduras, se dedicaba a la venta de CDs y DVDs piratas en la calle cuando dos pandillas le exigieron el pago de “protección”. Vio cómo un compañero comerciante fue asesinado a tiros en una esquina porque no tuvo el dinero para pagar. Dijo que las pandillas llamaron por teléfono celular a él y su esposa y se presentaron en su vivienda para amenazarlos con secuestrarles una hija y obligarla a prostituirse si no pagaban.
Cuando se enteró por la televisión el mes pasado sobre la caravana no lo pensó dos veces.
“Fue la oportunidad para salir”, afirmo Zapata.
Zapata dijo que su intención es alcanzar a un hermano en Los Ángeles aunque no ha decidido que hará todavía. Igual que muchos otros, Zapata tiene pensado esperar en Tijuana a que lleguen los demás migrantes de la caravana y tener más información antes de solicitar asilo en Estados Unidos.
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La periodista de The Associated Press María Verza en Culiacán, México, contribuyó a este despacho.