Desesperaci?n entre las víctimas del sismo de Indonesia
PALU, Indonesia (AP) Camiones con alimentos para los desesperados sobrevivientes del sismo en la isla de Célebes, Indonesia, llegaron el martes escoltados por la policía para protegerlos de saqueadores, mientras la cifra de fallecidos a causa del desastre alcanzaba las 1.234.
Cuatro días después de que golpearan el sismo de magnitud 7,5 y el tsunami, los suministros de alimentos, agua, combustible y medicamentos aún no llegaban a las zonas más dañadas en las afueras de Palu, la ciudad más grande en ser afectada. Muchas carreteras en la zona del terremoto estaban bloqueadas y las líneas de telecomunicación, caídas.
"Aquí nos sentimos como hijastros porque toda la ayuda está yendo a Palu", dijo Mohamad Taufik, un residente de la zona de Donggala de 38 años que dijo que cinco de sus familiares siguen desaparecidos. "Hay muchos niños pequeños que están hambrientos y enfermos, pero no hay leche ni medicamentos.
El número de víctimas mortales confirmadas era de 1.234, dijo el vocero de la agencia de desastres, Sutopo Purwo Nugroho, en conferencia de prensa en Yakarta. Cientos de personas estaban lesionadas y una cantidad incalculable de cuerpos podrían estar atrapados en edificios colapsados en Sigi y Balaroa.
La oficina de asuntos humanitarios de la ONU reportó que las necesidades son vastas, ya que la gente requiere de forma urgente albergue, agua potable, alimentos, combustible y atención médica de emergencia.
El agua es el principal problema porque la mayoría de la infraestructura de suministro resultó dañada, dijo el vocero adjunto de la ONU Farhan Haq a la prensa en la sede de la ONU en Nueva York.
Más de 25 países ofrecieron asistencia después de que el presidente de Indonesia, Joko Widodo Jokowi pidiera ayuda internacional. Sin embargo, poco ha llegado a la zona de desastre, y los residentes, cada vez más desesperados, tomaron alimentos y combustibles de tiendas dañadas y rogaron por ayuda.
Haq dijo que el gobierno coordina las labores de emergencia, y que la ONU y agencias humanitarias están en el lugar o en camino. Las agencias colaboran estrechamente con el gobierno para ofrecer apoyo técnico, agregó.
Una aeronave con 12.000 litros (3.170 galones) de combustible había llegado y camiones con alimentos estaban en camino escoltados por policías para evitar que sean saqueados.
La frustración de esperar durante días ha enfurecido a algunos sobrevivientes.
"Preste atención a Donggala, Sr. Jokowi. Preste atención a Donggala", gritó un residente en imágenes emitidas por la televisora local. "Aquí sigue habiendo muchas aldeas desatendidas".
El jefe del gobierno local de Donggala, Kasman Lassa, casi dio permiso a los residentes de llevarse alimentos de las tiendas, pero no más.
"Todo el mundo está hambriento y quiere comer tras varios días sin hacerlo, señaló Lassa. "Lo hemos anticipado proporcionando comida y arroz, pero no fue suficiente.
Casi 62.000 personas han sido desplazadas de sus hogares, dijo Nugroho.
Se cree que muchas personas siguen atrapadas bajo las casas que quedaron destrozadas en el vecindario de Balaroa, en Palu, donde el temblor sacudió la tierra de forma violenta, agregó.
"Yo y otras 50 personas en Balaroa pudimos salvarnos subiendo a un montículo de tierra que se estaba haciendo cada vez más alto, dijo Siti Hajat, una habitante de la localidad, a la televisora MetroTV, añadiendo que su casa quedó destruida.
En el barrio de Petobo, el sismo hizo que la tierra suelta y húmeda se licuara, creando un lodo espeso y pesado que provocó enormes daños. "En Petobo, todavía hay cientos de víctimas enterradas en barro, apuntó Nugroho.
Haq dijo que el ministro de Asuntos Sociales de Indonesia le ha pedido a la agencia infantil de la ONU, UNICEF, que envíe trabajadores sociales a las zonas afectadas para apoyar a los niños que están solos o se separaron de sus familias. La Organización Mundial de la Salud advirtió que la falta de albergue y de instalaciones sanitarias podría generar brotes de enfermedades contagiosas, agregó.
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Los periodistas de The Associated Press Margie Mason y Ali Kotarumalos en Yakarta, Indonesia, y Edith M. Lederer en Naciones Unidas contribuyeron a este despacho.