Brasil: Incendio en museo crea conciencia sobre gastos
RÍO DE JANEIRO (AP) Mucho antes de que el Museo Nacional de Brasil ardiera en llamas, sus administradores pedían ayuda para renovar el deteriorado edificio de 200 años que albergaba gran parte de la herencia científica e histórica del país.
Hace tres años pidieron 4,2 millones de dólares en donativos privados pero apenas recibieron 240.000 dólares de acuerdo a la Universidad Federal de Río de Janeiro, que administra la institución. Recurrieron al sector empresarial en busca de ayuda debido a que los fondos del gobierno eran cada vez más bajos mientras las autoridades recortaban presupuestos para lidiar con la recesión.
La falta de inversión pudo haber condenado al museo, que se incendió el 2 de septiembre y perdió la mayor parte de sus 20 millones de artefactos, muchos de ellos literalmente invaluables, incluyendo el que se cree que es el fósil humano más antiguo del continente americano. Fue uno de los peores golpes que haya sufrido un museo a nivel mundial en los últimos años.
Aunque la causa continúa bajo investigación, las pérdidas han generado conciencia sobre el por qué la mayor economía de Latinoamérica destinó tan pocos recursos para proteger y preservar el museo, albergado en una estructura construida para la ahora extinta familia real de Brasil.
Brasil no puede establecer sus prioridades. Aún no puedo creer que haya sucedido esta tragedia, dijo Roberto Lehrer, rector de la Universidad, durante una entrevista reciente con The Associated Press. No solo el estado le falló al gobierno, también nuestra sociedad. Hay dinero para espectáculos de Disney en Río, pero no para el museo.
Horas después del incendio, el presidente de Brasil Michel Temer destinó 2,5 millones de dólares de los fondos de emergencia para el museo, lo que causó que muchos lamentaran el hecho de que se requirió de una tragedia para que las autoridades convirtieran a un tesoro nacional en una prioridad. Aunque aún no existe un recuento total de las pérdidas, los administradores del museo calculan que se perdieron el 90% de los artículos, que incluyen antigüedades egipcias, arte indígena brasileña y documentos de hace cientos de años.
Los problemas presupuestarios obligaron al museo a invertir apenas 4.000 dólares en equipo de seguridad como alarmas de incendios y extinguidores entre 2015 y 2017, de acuerdo a Contas Abertas, una organización no gubernamental que da seguimiento a los gastos. En tanto, indicó el organismo, el Congreso de Brasil firmó el año pasado un contrato por 120.000 dólares para lavar los autos de 19 legisladores.
El museo sufría incluso mientras el país destinaba miles de millones de dólares en estadios deportivos y obras públicas para albergar el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. Se gastaron casi 1.000 millones de dólares en el Estadio Mané Garrincha de la capital, Brasilia, que apenas se utiliza en la actualidad a pesar de que su mantenimiento requiere de 170.000 dólares mensuales.
El sitio noticioso UOL recientemente comparó al museo con el estadio más famoso de Río de Janeiro: Las renovaciones al Maracaná habrían pagado por 2.400 años de mantenimiento del Museo Nacional.
Las discusiones sobre las prioridades presupuestarias ocurren en momentos en los que los brasileños reciben prácticamente a diario revelaciones sobre las enormes sumas que se desviaron de los contratos públicos debido a la corrupción, que ascienden a miles de millones de dólares en poco más de una década. Desde su inicio en 2014, la investigación Autolavado a los contratos de construcción inflados y los sobornos a políticos ha arrastrado a algunos de los nombres más importantes del país, incluyendo al ahora encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Ney Santos, presidente de Observatorio Social do Brasil, otra organización no gubernamental que monitorea los gastos, dijo que Brasil evidentemente cuenta con los recursos para financiar operaciones pequeñas como el Museo Nacional.
El dinero existe, pero esos recursos se desperdician durante todo el año, dijo Santos. La sociedad brasileña es menos expresiva que en otros países, y solo despierta momentáneamente cuando ocurre una tragedia que evidentemente podía evitarse.
El museo contaba con un presupuesto anual de 1,75 millones de dólares y la mayoría provenía de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Anteriormente recibía alrededor de 125.000 dólares de otras agencias, como el ministerio de Cultura, pero esos fondos se redujeron a 90.000 dólares este año, de acuerdo a las autoridades del museo.
Algunos de los fondos provenían del costo de admisión al museo, 1,25 dólares por visitante.
Tras el incendio, algunos ministros del gobierno culparon a la universidad por no invertir lo suficiente en el mantenimiento del museo. La universidad, que cuenta con alrededor de 70.000 estudiantes, dijo que su presupuesto también era justo, al caer de 112 millones de dólares a 102 millones en 2017. En lo que va del año, solo ha recibido 94 millones para sus actividades.
Las autoridades indicaron que eso se ha traducido en recortes en varios sectores, incluyendo el mantenimiento del museo.
La frustración sobre las pérdidas en el museo se abrió paso hasta las campañas presidenciales.
Antes del incendio, solo dos de los principales aspirantes presidenciales habían mencionado las inversiones en cultura dentro de sus plataformas: la ambientalista Marina Silva y el izquierdista Fernando Haddad. Desde el incendio, otros candidatos han prometido fondos más constantes y mayor atención a dichas instituciones, aunque no han revelado muchos detalles.
Silva dijo que el incendio fue una lobotomía en el pueblo brasileño y prometió incrementar los fondos para los museos en caso de resultar electa. Haddad dijo que es reprochable tanta negligencia en varios museos e instituciones culturales brasileñas, y prometió un cambio de ganar las elecciones.
Una de las excepciones es el líder en las preferencias, Jair Bolsonaro, un congresista de extrema derecha que en ocasiones relaciona la cultura y el arte con la política de izquierda.
Ya se incendió. ¿Qué quieren que haga? dijo Bolsonaro a la prensa días después del incendio.