Amigos: 2da acusadora de Kavanaugh huía de los reflectores
BOULDER, Colorado, EE.UU. (AP) Entre sus turnos para servir la sopa en el comedor, Deborah Ramírez se esforzaba por hacer amistades entre los aristócratas de la Universidad de Yale en la década de 1980. En las vacaciones de Pascuas de su segundo año, tomó un vuelo chárter a las Bahamas junto con decenas de condiscípulos y en el campus asistía a fiestas donde el alcohol corría como agua.
Según su relato, lo que sucedió en una de esas fiestas tras los muros de ladrillo de Yale, la ha arrancado de su vida de defensora de familias pobres y víctimas de violencia doméstica para proyectarla al centro de la batalla por la composición de la Corte Suprema de Estados Unidos.
Sus amigos dicen que Ramírez no suele hablar sobre sus años universitarios y que lleva una vida recoleta al pie de las Montañas Rocosas, pero los colegas dicen intuir que en su pasado hubo un hecho que la decidió a dedicar su vida a ayudar a las mujeres acosadas.
"Yo sabía con certeza que fue a Yale y que no siempre fue una experiencia fácil para ella", dijo Angela Hardin, quien se hizo amiga de Ramírez durante un curso de capacitación de voluntarias para ayudar a mujeres en crisis. "Debbie solía decir que había distintos niveles de discriminación".
Sin embargo, amigos y colegas reaccionaron sorprendidos cuando Ramírez decidió denunciar públicamente que, durante su primer año en Yale, el ahora postulado a la Corte Suprema Brett Kavanaugh sacó su pene frente a ella y la obligó a tocarlo durante una fiesta en la que corría el alcohol. Kavanaugh rechazó la acusación apenas apareció el domingo en la revista New Yorker.
El semanario dijo que en el primer contacto con ella, Ramírez se mostró "renuente a hablar públicamente, en parte porque había lagunas en sus recuerdos y porque había estado bebiendo en el momento del presunto incidente". Después de repasar sus recuerdos durante seis días y de hablar con un abogado, informó la revista, Ramírez "dijo que se sentía lo suficientemente confiada de sus recuerdos" para identificar a Kavanaugh como el estudiante que la acosó durante la fiesta.
El martes, el presidente Donald Trump cubrió de elogios a Kavanaugh frente a los gobernantes del mundo y dijo que las denuncias de Ramírez eran parte de una "estafa" montada por el Partido Demócrata.
"Dice que tal vez no fue él y que hay lagunas. Adicionalmente, estaba totalmente ebria y confundida y no sabe. Podría haber sido él o podría no haber sido él. Bueno, no lo nombremos juez de la Corte Suprema", dijo Trump el mismo día de su discurso ante la Asamblea General de la ONU.
Kavanaugh debe comparecer el jueves ante la Comisión Judicial del Senado junto con Christine Blasey Ford, una profesora en California que lo acusa de haberla atacado sexualmente durante una fiesta de escuela secundaria cuando ambos eran adolescentes a principios de la década de 1980.
El abogado de Ramírez, John Clune, tuiteó el martes que su defendida quiere declarar bajo juramento ante el FBI.
"La Sra. Ramírez está dispuesta a declarar ante el FBI bajo pena de perjurio", tuiteó Clune. "¿Por qué a la Comisión Judicial del Senado no le parece bien?", se preguntó.
Clune no respondió a un pedido de The Associated Press de una entrevista con Ramírez.
Hardin, quien habló con Ramírez el domingo por la noche, dijo que su amiga resolvió a regañadientes contar la historia para que se conociera en sus palabras en lugar de las de otros.
"El hecho de que relató públicamente su historia significa para mí que dedicó un buen tiempo a la introspección", dijo Lisa Calderón, quien fue la supervisora de Ramírez en una ONG en la ciudad de Boulder que ayuda a las víctimas de violencia doméstica. "Aportar lo que le sucedió significaría de alguna manera superar sus límites, porque pensaba que no se trataba de ella... Sentía pasión por la justicia social, por ayudar a la gente, en particular a las mujeres de color, cuyas voces no suelen escucharse".
Ramírez, quien se crio en Connecticut, asistió a una escuela católica y se recibió de la Universidad de Yale con un título en sociología en 1987.
Sus condiscípulos la describen como una persona amable, estimada y discreta. Algunos de sus mejores amigos eran deportistas y trabajaba de mesera y lavaplatos en el comedor de su residencia universitaria, dijeron.
"No era alguien que quisiera estar bajo los reflectores", dijo Julie Heller, que cursaba el año inferior y vivía en el mismo dormitorio.
Pasó las Pascuas de 1985 en las Bahamas con un grupo grande de estudiantes, dedicados a fiestear, recorrer los bares más baratos, descansar en la playa y probar suerte en el casino, según un artículo del diario Yale Daily News de esa época.
Ramírez también se consideraba una forastera, una mujer de familia puertorriqueña, lejos de la riqueza y privilegios de muchos de sus condiscípulos, dijo James Roche, un amigo de ella y a la vez compañero de cuarto de Kavanaugh durante el primer año.
Roche dijo que en aquel entonces no tenía mucha interacción con Kavanaugh, un hombre más bien discreto pero "conocido por beber mucho" y que "se volvía agresivo y peleador cuando estaba muy borracho".
"Con base en el tiempo que pasé con Debbie, creo que es inusualmente honesta y franca y no puedo imaginar que inventara esta historia", dijo Roche en una declaración escrita. "Con base en el tiempo que pasé con Brett, creo que él y su círculo social eran capaces de realizar los actos descritos por Debbie".
Ramírez trabaja como coordinadora de voluntarios de la agencia de vivienda del condado de Boulder. Conoció a su esposo, un consultor tecnológico, a través de una amiga en una de las ONG en las que trabajó. La pareja vive en una casa pequeña en un sector de Boulder donde abundan los álamos y girasoles y donde suelen rondar osos negros y gatos monteses.
Vecinos que pidieron que no se usaran sus nombres la describieron como una mujer amante de la vida al aire libre y el deporte y a la vez una persona sensata, honesta, siempre dispuesta a ayudar a los demás.
El lunes por la noche la comisión del condado emitió una declaración de apoyo a Ramírez.
"Respaldamos con firmeza a nuestra valiente empleada del Condado de Boulder que optó por hablar públicamente sobre un acto de abuso sexual humillante y desmoralizante que sufrió cuando era joven", dijo la declaración.
Hardin sostuvo que cuando la llamó el domingo para ofrecerle su apoyo, Ramírez dijo que experimentaba una sensación de libertad al haber expresado públicamente lo que le había sucedido hace décadas en ese dormitorio universitario.